El noble arte de esperar
Laura Ferrero

El noble arte de esperar

Tardé mucho en escribir –y en terminar– mi novela porque estaba esperando que algo mágico sucediera. Escribir es, a veces, esperar, mantener una puerta abierta que solo se cierra cuando llegas al final. Mientras la escribía, me llenaba el convencimiento de estar contando una historia cuando, en realidad, lo que hacía era esperar. Esto, claro, es algo que no se puede contar en las entrevistas: “Escribí mi primera novela para esperar”, porque en ese hipotético caso a una le llega el turno de escuchar la réplica: “¿Y qué esperabas?”.

Lo que han perdido
José Antonio Montano

Lo que han perdido

Me hizo gracia el otro día un amigo: “¡Y nosotros ahí buscando libros de Salvat-Papasseit! ¡Entrando en las librerías a preguntar qué tenían de Salvat-Papasseit!”. Esa era, en efecto, una vivencia cotidiana de los aficionados a la poesía de españoles de mi generación: no hacíamos más que buscar libros de  Salvat-Papasseit.

Criminales
Ignacio Vidal-Folch

Criminales

A lo largo del día de ayer supiste que un enfermero alemán llamado Niels Högels ha asesinado a más de cien pacientes en el hospital en el que trabajaba hasta ser descubierto. Su modo operativo era el siguiente: inyectaba un cóctel tóxico en el cuerpo del paciente para provocarle un paro cardíaco y luego, cuando estaba al borde de la muerte, se esforzaba ostentosamente en reanimarle, para así demostrar ante sus colegas su excelencia profesional. A la segunda o tercera exposición al procedimiento, el enfermo, ya muy débil, solía fallecer. Niels hacía ese teatro en parte para ganarse una buena reputación como enfermero pero sobre todo para distraerse, porque se aburría mucho.

El quinto mandamiento
José Carlos Rodríguez

El quinto mandamiento

No sé si Francisco es capaz de realizar milagros, pero sí ha logrado obrar maravillas, como tenernos a los agnósticos rezando por su conversión. El Vicario de Cristo es un hombre muy mundano. Está apegado a esta tierra como el catoblepas; con un ojo mirando al frente y otro al suelo. Aquí abajo se manifiesta sobre las cuestiones que nos interesan a los pecadores. Cristina Kirchner buena, Mauricio Macri malo. Nicolás Maduro bueno, Sebastián Piñera malo. En este sentido, el de la comunicación, es un hombre eminentemente moderno. Contemporáneo. Digital. Atrás quedan las tortuosas sutilidades del escolasticismo. El pensamiento hashtag es lo que se lleva. Manes tuitero.

Siempre gana Convergencia
Laura Fàbregas

Siempre gana Convergencia

En Cataluña estamos asistiendo a una lucha por la hegemonía nacionalista entre el partido sucesor de CDC y ERC. Esta lucha condiciona la política catalana como mínimo desde la reforma del Estatut, cuando competían con el PSC para ver quién era más nacionalista.

Mansa Musa y el lujo de la envidia
Andrés Miguel Rondón

Mansa Musa y el lujo de la envidia

Hace ocho siglos ser, como era Mansa Musa (emperador del Tombuctú y de sus minas de oro), el hombre más rico de la historia del mundo te compraba: cincuenta y siete años de vida, doce mil esclavos vestidos de seda, veinte ciudades de lodo y el más esplendoroso Hajj a la Meca en la historia del Islam. Es decir, cosas mínimas. Hoy en día el mismo viaje que le tomó al rey Mali más de diez meses en completar (inmersos, no olvidemos, en las ardientes arenas del Sáhara, al ritmo del camello taciturno y sin Youtube), además de media tonelada de oro, la hago yo, por ochocientos euros, en seis horas y media de avión, con audífonos, un libro traducido y un bote de aspirinas. Y eso no siendo ni Bill Gates ni muchísimo menos, sino ganando el salario medio en España en este siglo veintiuno.

No sóc aquí
Pilar Cernuda

No sóc aquí

Comentaba días atrás un miembro de ERC que “lo que no supera nadie es el ridículo, y al ridículo es a lo que nos está llevando la huida de Puigdemont y su empeño en gobernar desde Bruselas”.

Boadella, un genio, que cuando estaba en su apogeo el pujolato en su saga de “Ubú President” se ensañó con Pujol y Ferrusola ridiculizándoles a base de bien, ejerce ahora como Jefe de Estado de Tabarnia, y ha comenzado su mandato con un mensaje institucional de obligada visión para quien busque la vertiente desdramatizada del problema independentista. Comienza con un “No sóc aquí” que rememora el histórico “Ja sóc aquí” de Tarradellas, pero aplicado a quien pretende ser presidente desde fuera de Cataluña. No falsea Boadella su propia situación, porque el mensaje lo grabó fuera de Cataluña, y desde fuera de Cataluña piensa ejercer ridículamente el ridículo cargo de jefe de Estado de un Estado que no existe.

Tabarnia es una broma, pero se puede convertir en algo serio si aglutina a quienes están no ya hartos de independentismo, que también, sino hartos de políticos que con sus disparatadas actuaciones han despojado a Cataluña de su imagen de región avanzada, culta, europeísta, señorial y de sólida economía. Los promotores de Tabarnia, con Boadella a la cabeza, se resisten a que un puñado de políticos que han hecho del engaño su bandera y que han destacado sobre todo su mediocridad, lleven a Cataluña al abismo. Cuentan con dos millones de votos, es cierto, pero en ese triunfo innegable tiene mucho que ver que la falacia suele encontrar terreno abonado para conseguir adeptos, y si han demostrado sobradamente su torpeza en los asuntos de gestión, sin embargo son espléndidos en los de comunicación, y sus lemas sencillos y reiterativos, aunque mendaces, han calado en parte de una sociedad dispuesta a pensar que España es el origen de todos sus males. No ha ayudado mucho la acción de los sucesivos gobiernos centrales, también hay que decirlo, por eso están las cosas ahora como están. Mal. Sin embargo, la idea de Tabarnia y el fichaje de Boadella suponen un elemento de esperanza: nada mejor que echar mano del ridículo para destrozar al adversario.

Cuarteles de invierno
Daniel Capó

Cuarteles de invierno

Por los despachos del poder empiezan a circular telegramas de cansancio con el PP. Son desahogos en voz baja que, tras el episodio catalán, empiezan a filtrarse a la calle. Ya no cuenta la recuperación económica –¿achacable a las buenas políticas del gobierno o a los vientos de cola internacionales?–, sino una sensación de fatiga generalizada. Cuestión de imagen, tal vez: Rajoy sería un presidente del siglo XX para un país ansioso de novedades. El primer gran impulso de cambio generacional tuvo lugar en la década de los ochenta, cuando empezó a construirse el modelo territorial de las autonomías, el Estado del bienestar y una democracia inserta en el corazón de Europa. El segundo gran cambio generacional está sucediendo ahora, tras el crash económico de 2008 y el cuestionamiento de las instituciones del 78. ¿Una época nueva exige nuevos partidos? No necesariamente, pero sí elites distintas y relatos que conjuguen otra gama de valores. El principal riesgo del PP se mide según este binomio: mala selección de los cuadros de mando y ausencia de un relato de futuro. A lo que se añade el pesado fardo de la corrupción.

Puigdemont 'reloaded'
José María Albert de Paco

Puigdemont 'reloaded'

Ojalá la Mesa del Parlament no acepte el voto delegado de los diputados fugitivos. No ya porque de ese modo el órgano rector se estaría ateniendo a lo que disponen los letrados, sino porque, además, ello propiciaría que Puigdemont intentara personarse de incógnito en la Cámara el día de la sesión de investidura.