THE OBJECTIVE
Guillermo Garabito

Resistiré

«A Pedro Sánchez le habría gustado ser Pedro Sánchez»

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Resistiré

A Pedro Sánchez le habría gustado ser Pedro Sánchez. O lo que habría podido ser si supiese lo que es esa lealtad que tanto predica y que desconoce por completo. Por eso se conformó con intentar ser Pablo Motos pero sin dinero, ni influencia, ni la barba pelirroja, que es lo único que hace gracia por televisión. Toda esta forma de gestionar la crisis, o de no gestionarla, de dar ruedas de prensa a las tres de la tarde secuestrando los telediarios para buscar el minuto de oro, sólo nos dice que Pedro Sánchez quiere ser artista y seguir en el poder a toda costa. Eso y que nunca le darán un Premio Ondas. Ni un Oscar por su mal remake de varios presidentes norteamericanos, todos juntos y mezclados. Pedro Sánchez nos ha cambiado la misa de los domingos por un sermón que nos suelta generosamente cada fin de semana desde la Moncloa.

De aquellos 200.000 millones que anunciaron como si se tratase de un milagro no se ha vuelto a oír ni hablar. Era tan sólo el presupuesto del que pretendía vivir este Gobierno los próximos tres años. No era dinero para mascarillas, guantes y reconstruir la economía, ni siquiera para mejorar las condiciones laborales del personal sanitario, que es de esos trabajos que requieren un replanteamiento urgente. Más, tras este esfuerzo desmedido. Necesitan horarios justos y lo de las guardias debería de haberse prohibido junto con las novatadas universitarias, porque no es más que la forma de aprovecharse de los nuevos. Los 200.000 millones no son para nada de eso, ni siquiera para tratar de evitar que algo así pueda volver a suceder. Tantos millones eran, en la cabeza de Sánchez, tan sólo para lavar la imagen del PSOE cuando esto acabe. Cifras grandilocuentes por televisión que cuando llegan a casa ocurre como con todo lo que se compra en la teletienda: en muy poca cosa.

Así se explica que Iván Redondo no se esté esmerando ni siquiera en el relato y se conforme con mandar al presidente con una burda falacia a mentir incluso en sede parlamentaria. A citar estudios de Oxford, que siempre son un argumento de autoridad… Siempre y cuando no se mienta, claro está. Pero es que no les preocupa el presente, sino el futuro. Convencer a nuestros hijos, por eso Sánchez habla a los españoles como si tuvieran 5 años, cada sábado por la tarde desde su púlpito de la Moncloa.

Pedro está pensando ya más en el biopic para Netflix – las memorias ya se las escribió Irene Lozano– porque que quiere que le hagan uno como a Frank Underwood; lo mismo le da realidad o ficción. Iván Redondo, en cambio, está en que las generaciones que vienen, con esta ya no cuentan –mucho menos con la de nuestros abuelos, ha quedado claro– no desentierren a Pedro unas décadas después por el disparate y los desastres cometidos. Pedro Sánchez y su ocurrencia de confinar en instalaciones públicas a los asintomáticos, Pedro Sánchez con su idea de tener geolocalizadito a cada español –por una buena causa, claro esta–. Pedro Sánchez, que de la tensión se le ha quedado una mala postura democrática con aires de dictador, que recuerda más a Jesús Gil en HBO.

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