¿Te sobran 500.000 euros para espiar qué hablan los niños en el recreo?
«¿Se creen los mismos promotores de la Plataforma per la Llengua lo que ponen en sus catastrofistas informes, o han encontrado el filón del siglo para vivir sin dar palo, diciendo a nuestros gobernantes catalanes, declarada y orgullosamente hispanófobos, justo lo que quieren oír?»
Existen en Cataluña asociaciones y entidades la mar de curiosas. Pero hoy me gustaría avivar la curiosidad de nuestros queridos lectores hacia una Plataforma per la Llengua que se presenta al mundo como “la ONG del catalán”. Pueden obtener información de primera mano, toda ella en la autoproclamada única lengua propia de Catalunya, en este enlace.
En defensa del bilingüismo y de la libertad de información, procedo a traducir al español algunos de los párrafos más interesantes del posicionamiento de la Plataforma ante las novedades de la ley Celáa, particulamente aquellas que hacen referencia a la supresión del castellano como lengua vehicular de los centros educativos. Para empezar no sólo se congratulan de ello, sino que se lo apuntan como un resonante e indiscutible éxito propio:
“La nueva ley educativa estatal incorpora la enmienda propuesta por la Plataforma per la Llengua que elimina la vehicularidad del castellano y permite a los gobiernos autonómicos adoptar las medidas necesarias para alcanzar la plena competencia comunicativa en catalán de todo el alumnado”.
Por desgracia se trata de un éxito claramente insuficiente a su modo de ver…
“La aceptación de nuestra enmienda y, por tanto, la supresión de la vehicularidad del castellano es una buena noticia, porque con el actual redactado se devuelve a los gobiernos autonómicos la competencia de decidir las lenguas vehiculares del sistema educativo, algo amenazado por la ley Wert de 2013. Sin embargo, hay que tener muy presente que el marco legislativo español continúa siendo peligroso para el catalán, ya que hoy los tribunales todavía tienen margen para interpretaciones interesadas de leyes como la misma Constitución española, lo cual podría obstaculizar la consecución de un sistema educativo plenamente normalizado en catalán en todo el dominio lingüístico. Este hecho lo hemos vivido, por ejemplo, con las recientes actuaciones judiciales contra los diferentes modelos educativos que ha propuesto la Generalitat valenciana, desde que Ximo Puig ha llegado a la presidencia”.
Nada como tener claro el enemigo a batir y por qué:
“Es importante introducir programas de inmersión lingüística que no se limiten a establecer la lengua catalana como lengua vehicular en las aulas, sino que también hagan que los alumnos dispongan de ambientes reales de práctica de la oralidad de la lengua catalana. Estos elementos se pueden trabajar si, además de las horas estrictamente lectivas, se dinamizan actividades en catalán en espacios que forman parte del proceso educativo para garantizar la coherencia educativa en materia lingüística: el patio, el comedor, las actividades extraescolares”.
¿En qué se basan para aconsejar esto? Pues en un estudio realizado despachando espías a comprobar si, en el recreo, en el comedor, en el pasillo, en fin, cuando no están en clase, los alumnos se decantan por hablar espontáneamente el catalán o el castellano. Los responsables de la Plataforma y sus simpatizantes han mostrado en redes sociales una enorme agresividad ante cualquiera que les califique de “espías”. Pero la metodología de su estudio, descrita por ellos mismos, deja poco lugar a la imaginación. Se puede consultar en detalle en el siguiente enlace.
Procedo, una vez más, a traducir algunos fragmentos particularmente reveladores:
“El método por el que hemos optado es la observación de incógnito, que implica que los sujetos del estudio no saben que se están observando sus comportamientos lingüísticos”.
“En los cincuenta centros educativos de la muestra hemos desarrollado una actividad que no tenía nada que ver con la lengua, pero que estaba diseñada para extraer los datos que nos interesaban. Los centros educativos tampoco han sido informados de toda la realidad de la actividad”.
“El observador fingía no tener competencia ni en castellano ni en catalán, sólo hablaba inglés, y le comunicaba en esta lengua al profesor elegido la actividad del taller”.
“La actividad estaba diseñada para que los alumnos se comunicaran entre ellos espontáneamente, para averiguar la lengua habitual de relación entre ellos durante los ratos de ocio. El profesor daba unas indicaciones mínimas antes de la actividad y dejaba que los alumnos se comunicaran entre ellos espontáneamente para resolver el problema, en un minuto aproximadamente. Entretanto, el observador -que no se tenía que preocupar de explicar nada, porque no podía comunicarse-, iba anotando en qué lengua se producían las interacciones entre cada alumno y entre el profesor y los alumnos. Este procedimiento se repetía cinco veces, en grupos de tres, hasta llegar a los quince alumnos”.
Todo esto no es fácil de hacer…ni barato. El año pasado, la Plataforma per la Llengua recibió 535.000 de euros en subvenciones…sólo de la Generalitat. A eso hay que sumar donaciones y ayuditas de otras Administraciones. Para el año 2020, su presupuesto de actuación supera los tres millones (concretamente asciende a 3.164.003 euros), de los cuales cuentan con obtener casi un tercio (922.000 euros) en subvenciones. Los datos, aquí.
Es un recorrido financiero triunfal que se inicia en 2012. En los primeros cuatro años, la Plataforma gastó 2.364.550 euros, y aspiraba a llegar a haber gastado 4.224.550 euros en 2018.
Todo ello, para hacer posibles “éxitos” como la elaboración de listas negras de “enemigos del catalán”, señalando públicamente a políticos, periodistas, artistas y promotores del bilingüismo.
Hasta aquí los hechos. Déjenme acabar con una opinión. Personalmente considero escandaloso que en los tiempos que corren, cuando los presupuestos autonómicos en educación pública no universitaria se han desplomado un 7,8 por ciento globalmente en toda España desde 2014 -y Cataluña es una de las 3 comunidades donde el gasto ha bajado más, junto con Castilla-León y la Comunidad Valenciana-, se pueda regar con tales cantidades de dinero público a gente que no tiene nada mejor que hacer que espiar -sí, señores: espiar- qué lengua hablan los niños catalanes en el recreo. Pero asumo que habrá iluminados que crean que vale la pena gastar en eso, si de verdad se les convence de que el catalán está en peligro de extinción.
Con lo cual yo me pregunto: ¿se creen los mismos promotores de la Plataforma per la Llengua lo que ponen en sus catastrofistas informes, o han encontrado el filón del siglo para vivir sin dar palo, diciendo a nuestros gobernantes catalanes, declarada y orgullosamente hispanófobos, justo lo que quieren oír? Que se lo pregunten a los padres de miles de niños que tienen que estudiar en barracones. O a los autónomos que se han quedado sin la miserable ayuda de 2.000 euros que se agotó en dos horas. O a toda la hostelería catalana confinada durante semanas porque en toda Cataluña no hay ni 2.000 plazas de UCI para los enfermos de Covid-19.
Etc.