Acusan a Birmania de estar masacrando a la minoría musulmana rohingya
La protestas se producen en medio de enfrentamientos en Rajine, de mayoría rohingya, entre el Ejército birmano y hombres armados. Los enfrentamientos se iniciaron el pasado 9 de octubre y ya han provocado 86 muertos -69 insurgentes y 17 miembros de las fuerzas de seguridad-. El conflicto ha derivado en embargos militares que han llegado a dejar sin alimentos durante un mes a 150.000 miembros de esta minoría, una de las más perseguidas del mundo. El acceso a la información sigue siendo estrictamente restringido a pesar de los llamamientos de expertos de la ONU y grupos de derechos internacionales para que el Gobierno permita a los monitores y periodistas independientes investigar los presuntos abusos cometidos por tropas contra civiles en la zona. La ONG Human Rights Watch divulgó la semana pasada una serie de imágenes por satélite que muestran más de 400 viviendas de rohingyas arrasadas por las llamas en lo que parece un nuevo episodio de la campaña de persecución y abusos liderada por las autoridades birmanas, a las que han conminado a que investiguen inmediatamente estos incidentes. Por su parte, el Ejército birmano desmiente que esté masacrando a esta minoría.
Al menos 35.000 rohingyas fueron desplazados por operaciones militares en curso, y muchos siguen sin alimentos, agua potable, atención médica y otros servicios esenciales. Esta población musulmana, que reside mayormente en el estado birmano de Rajine, son considerados por el Gobierno de Birmania como inmigrantes indocumentados de Bangladés, a pesar de que han vivido durante generaciones en Myanmar. Los manifestantes de la causa acusan a la jefa de facto de Birmania y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, de no interceder a favor de los rohingyas. La ONU advierte que las persistentes violaciones contra la minoría musulmana rohingya en Myanmar (Birmania) podrían considerarse como “crímenes contra la humanidad”.
La protestas se producen en medio de enfrentamientos en Rajine, de mayoría rohingya, entre el Ejército birmano y hombres armados. Los enfrentamientos se iniciaron el pasado 9 de octubre y ya han provocado 86 muertos -69 insurgentes y 17 miembros de las fuerzas de seguridad-. El conflicto ha derivado en embargos militares que han llegado a dejar sin alimentos durante un mes a 150.000 miembros de esta minoría, una de las más perseguidas del mundo. El acceso a la información sigue siendo estrictamente restringido a pesar de los llamamientos de expertos de la ONU y grupos de derechos internacionales para que el Gobierno permita a los monitores y periodistas independientes investigar los presuntos abusos cometidos por tropas contra civiles en la zona.
La ONG Human Rights Watch divulgó la semana pasada una serie de imágenes por satélite que muestran más de 400 viviendas de rohingyas arrasadas por las llamas en lo que parece un nuevo episodio de la campaña de persecución y abusos liderada por las autoridades birmanas, a las que han conminado a que investiguen inmediatamente estos incidentes. Por su parte, el Ejército birmano desmiente que esté masacrando a esta minoría.