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Los ex rebeldes de las FARC votan en Colombia en una imagen para la historia

Ha tenido que pasar medio siglo de desgarrada lucha, con decenas de miles de muertos, para ver una imagen que promete ser histórica: ex guerrilleros de las FARC que envejecieron en la selva votando este domingo por primera vez en Colombia.

Los ex rebeldes de las FARC votan en Colombia en una imagen para la historia

Ha tenido que pasar medio siglo de desgarrada lucha, con decenas de miles de muertos, para ver una imagen que promete ser histórica: ex guerrilleros de las FARC que envejecieron en la selva votando este domingo por primera vez en Colombia.

Los jefes rebeldes de antaño, que sabotearon con violencia los procesos democráticos, han acudido a las urnas en las primeras legislativas después de la firma del acuerdo de paz de finales de 2016.

Algunos se han estrenado frente a las urnas y otros han tenido la oportunidad de regresar a una mesa electoral tras décadas de clandestinidad.

«Es la primera vez que en mi vida voto y lo hago por la paz», señala Pablo Catatumbo, de 64 años y quien se incorporó a la lucha rebelde en 1975.

Rodeados de escoltas oficiales, él y otros candidatos del nuevo partido la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) han ejercido su derecho democrático en varios puntos de Bogotá.

«Creo que es un día histórico para Colombia. Hoy estamos definiendo la suerte de una parte del país. Estamos entrando en la consolidación de la paz», añade Catatumbo.

Sin embargo, si las encuestas aciertan esta vez, la derecha que más cuestiona y hasta promete modificar el acuerdo de paz – por ser «demasiado indulgente» con los ex guerrilleros – podría ser mayoría en el parlamento.

 

Difícil de creer

Sonriente, al futuro senador Catatumbo se le ha podido ver confundido en su puesto de votación. Ha depositado las tarjetas y cuando ya estaba saliendo del lugar ha sido advertido de que debía llevarse su documento de identidad.

Un año y medio atrás buena parte de los 7.000 ex guerrilleros que depusieron sus fusiles, ni siquiera eran llamados por su nombre de pila y menos todavía tenían una cédula para votar.

Aun cuando el acuerdo de paz les garantiza 10 de los 280 escaños que conformarán el Congreso, el partido de la rosa roja se mide en las urnas.

«No pensé en que esto se fuera a dar tan pronto, pero debemos reconocer que esto se da gracias al acuerdo de paz firmado», ha señalado por su parte Iván Márquez, ex jefe en las negociaciones que durante cuatro años llevaron a cabo las FARC con el gobierno en Cuba.

Este hombre que suele usar gafas oscuras por problemas de visión, y que en los años 80 llegó al Congreso como representante de un partido comunista que fue prácticamente exterminado por la violencia paramilitar de ultraderecha, parecía sentirse cómodo en su regreso a las urnas. Ha aprovechado además para pedir el apoyo a la nueva fuerza política y llamó a los colombianos a tomar consciencia de un «hecho transcendental» como la paz.

«Hagamos todos lo posible porque no regrese más la guerra a Colombia», ha enfatizado.

 

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Se prevé que estas sean las elecciones más pacíficas de la historia reciente de Colombia. | Foto: LUIS ROBAYO / AFP

 

Resentimiento en las urnas

Las ya disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) querían igualmente competir por la presidencia, pese a que ninguna encuesta les daba buenos resultados.

Sin embargo, el jueves debieron abandonar la carrera para las elecciones del 27 de mayo, a raíz de la delicada condición de salud de su candidato y líder, Timochenko, internado por problemas coronarios.

También alegaron falta de garantías de seguridad ante los intentos de agresión a sus candidatos, y las protestas con piedras y huevos que debieron enfrentar en algunos recorridos. Incluso decidieron suspender sus actos de plaza pública.

En las ciudades, donde paradójicamente se ha sentido menos el conflicto que deja unas ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados, y que compromete a las fuerzas del Estado y de ultraderecha, el resentimiento hace fila para votar.

«Tienen derecho a participar (en política), pero no de buenas a primeras», ha señalado a la AFP Natalia Barrera, una diseñadora gráfica de 28 años que rechaza que los rebeldes puedan llegar al Senado sin haber pasado antes por la justicia especial para la paz.

Dicho sistema – que este año entrará a conocer los graves delitos cometidos en la guerra- prevé que los rebeldes que confiesen sus crímenes, reparen a las víctimas y nunca más ejerzan la violencia puedan recibir penas alternativas a prisión y seguir en la política.

Al igual que Barrera otros votantes como Orlando Higuera, un contador de 53 años, preferiría haberlos visto en la cárcel antes que en las urnas.

Menos drástica, Jeimmy Pinzón, una auxiliar de pastelería de 24 años, apoya el acuerdo de 2016, aunque eso sí, asegura, «no voté por ellos».

Las FARC, entretanto, se aferran al mantra del perdón.

«Estamos llamando a la reconciliación porque es un grupo pequeño el que pretende instalar de nuevo a la violencia», ha dicho Marco Calarcá, también futuro legislador, quien no votaba desde 1994.

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