Almodóvar salda cuentas con el Festival de Venecia al recibir su León de Oro honorífico
La Mostra dedicó esta distinción a Almodóvar al considerarle el director español más importante desde Luis Buñuel
Pedro Almodóvar esperaba el León de Oro del Festival de Venecia desde hacía más de tres décadas. Finalmente este jueves se ha quitado la espina al recibir como un «hecho de justicia poética» ese premio, otorgado ahora a toda su trayectoria.
La Mostra dedicó esta distinción a Almodóvar al considerarle el director español más importante desde Luis Buñuel y también al verle como todo un hijo pródigo, pues fue en Venecia donde tuvo su debut internacional en 1983 con Entre tinieblas.
Fue el primer gran festival que acogió a aquel muchacho llegado de la movida madrileña y que solo cinco años después regresaría a la Mostra con una de sus obras más aclamadas, Mujeres al borde de un ataque de nervios, que le valió el premio a Mejor Guión.
No se llevó el codiciado León de Oro. En aquella Mostra del 88, su película recibió las alabanzas del presidente del Jurado, ni más ni menos que Sergio Leone, y de una de sus integrantes, Lina Wertmüller.
«Si vives lo suficiente, yo creo que el tiempo me está dando la razón. Yo me siento un poco como que 31 años después me están dando el León de Oro por una película que traje en 1988. Y me gusta creer que es un hecho de justicia poética», ha defendido.
El director aseguró que fue en Venecia donde nació como director, fue su «bautismo», y que esto supuso todo un milagro, pues Entre tinieblas, una historia de vicios y secretos en un convento de monjas, no gustó al entonces presidente del jurado, Gian Luigi Rondi, de la Democracia Cristiana.
«Mis películas demuestran que la democracia española era real»
Cinco años después regresó a la Ciudad de los Canales con sus chicas: Carmen Maura, Julieta Serrano, Rossy de Palma, Loles León y Chus Lampreave. «Era una imagen de una España de la que me sentía orgulloso, una España ultramoderna«, ha dicho, en referencia a esa época de finales de los ochenta, desempolvada tras cuatro décadas de dictadura.
De hecho ha presumido de que sus películas demuestran que ya desde el principio «la democracia española era real»: «Yo era una demostración de ello». Ha reconocido también que el gran nutriente de su genio era la calle, la «interminable y divertida» noche madrileña.
Este recuerdo le ha servido para reivindicar la España actual como un país «moderno» pese al reciente auge de partidos de ultraderecha, a los que ha animado a restar importancia.
Almodóvar ha repasado algunas características de su cine, su color, toda una «reacción» a la aridez de su Mancha natal o del luto de las mujeres de su infancia, la validez de la comedia o la «autonomía moral» de sus personajes, con la libertad sexual y la diversidad como bandera.
«No he pretendido cambiar el mundo, sino narrar el mío con libertad»
Tras la rueda de prensa, el cineasta ha pasado por la alfombra roja de Venecia para recoger su deseado León de Oro, una distinción que este año también recibirá la británica Julie Andrews.
En la ceremonia ha hablado, visiblemente emocionada, la directora argentina Lucrecia Martel, este año presidenta del jurado de la Mostra y a quien Almodóvar ha producido varias películas.
Ha aplaudido la concepción «religiosa» que el español tiene de su oficio y su labor en aquellos años en los que España despertaba en los albores de una democracia, tiempos en los que Almodóvar y su generación combatieron «con las mejores armas», las de la cultura.
El cineasta ha subido al escenario para reivindicar la italianidad como una de sus influencias más notorias, pues su infancia estuvo marcada indeleblemente por el cine y la música del Bel Paese.
Y ahora, a sus 69 años, no ve un futuro sin el arte que cultivó durante toda su vida y que le ha convertido en uno de los cineastas españoles más relevantes, si no el que más. «El cine ha sido mi vida y no concibo lo que queda de ella sin hacer películas», ha avanzado, en referencia a una «necesidad vital» sobre la que se explaya en su última obra, Dolor y Gloria (2019).
Ha cerrado su discurso alabando la industria española, «modesta pero llena de talentos», y ha agradecido a todas sus estrellas llamándolas por su nombre de pila: Penélope, Marisa, Carmen o Antonio.
Antes de tener entre sus manos un premio que recibieron algunos de sus referentes, desde Buñuel a Michelangelo Antonioni o Federico Fellini, ha zanjado: «No he pretendido cambiar el mundo, sino narrar el mío con libertad e inocencia«.