Miles de hongkoneses desafían la prohibición de la policía y salen a la calle a manifestarse
Hong Kong vive desde hace casi tres meses su peor crisis política
Miles de activistas prodemocracia han desafiado este sábado en Hong Kong la prohibición de manifestarse y han salido a las calles a protestar, un día después de la detención de varias figuras del movimiento.
Un grupo ha derribado las barreras instaladas alrededor del complejo que alberga el Parlamento y la sede del Ejecutivo hongkonés, según un periodista de la AFP.
La policía hongkonesa ha disparado granadas lacrimógenas y un cañón de agua para intentar dispersarlos. Pero armados con escudos, los manifestantes han lanzado piedras y cócteles molotov a las fuerzas de seguridad. Mientras decenas de miles de personas desfilan en otros barrios de la excolonia británica.
Las autoridades habían justificado la decisión de prohibir la manifestación prevista este sábado por los enfrentamientos ocurridos el domingo pasado, uno de los episodios más graves desde el inicio de la protesta en junio.
Para esquivar la prohibición, se llamó a organizar en la isla de Hong Kong concentraciones religiosas, que no necesitan autorizaciones. Y a primera hora de la tarde, varias miles de personas estaban reunidas principalmente en un estadio del barrio de Wanchai, en el centro de la ciudad.
En previsión de enfrentamientos, la policía ha levantado nuevas barricadas alrededor de la oficina de enlace del Gobierno central chino en la excolonia británica. Igualmente desplegó cañones de agua.
Hong Kong vive desde hace casi tres meses su peor crisis política desde su retrocesión a China en 1997, con acciones casi diarias que acabaron a veces en disturbios. Una situación inédita a la que no logran dar respuesta las autoridades de la región semiautónoma.
Este sábado se cumplía el quinto aniversario del rechazo de Pekín a organizar elecciones con sufragio universal en Hong Kong. Esa decisión desencadenó el llamado Movimiento de los Paraguas de 2014, que supuso la ocupación durante 79 días del centro financiero y político de la ciudad.
La manifestación de este sábado ha sido convocada por el Frente Civil de Derechos Humanos (FCDH), organización no violenta que ha planificado las mayores concentraciones de estos últimos meses. En particular la del 18 de agosto, que reunió a 1,7 millones de personas según los organizadores y que se saldó sin incidentes.
Ocho líderes detenidos
Además de la prohibición de manifestarse, el viernes fueron detenidos en una redada cinco militantes de primer orden y tres diputados.
Entre ellos, estaban dos figuras centrales del Movimiento de los Paraguas, Joshua Wong y Agnes Chow, ambos de 22 años, que fueron detenidos el viernes al amanecer, e inculpados después, en especial por «incitación a participar en una concentración no autorizada». Horas más tarde, fueron liberados bajo fianza.
«Continuaremos el combate», prometió Wong al a vez que criticaba «el efecto helador» de los arrestos de opositores.
Otro militante, Andy Chan, fundador de una minúscula formación independentista prohibida por las autoridades, fue igualmente detenido, así como otros dos activistas conocidos, Rick Hui y Althea Suen.
Y por primera vez desde el inicio de la movilización, tres diputados fueron arrestados también el viernes: Cheng Chung-tai, Au Nok-hin y Jeremy Tam.
Más de 900 personas han sido detenidas en total desde junio. La policía ha negado que sea un intento de socavar las manifestaciones del fin de semana.
Preocupación internacional
En el marco de una reunión en Helsinki, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha calificado la situación de «muy preocupante».
En Washington, el presidente estadounidense Donald Trump ha lanzado un llamamiento a la calma y ha exhortado a Pekín a gestionar las protestas «con humanidad».
Amnistía Internacional ha denunciado, por su parte, «tácticas con el objetivo de sembrar el miedo sacadas de los manuales chinos».
El FCDH retiró el viernes su convocatoria a manifestarse para no agravar la situación. Pero numerosos activistas discutieron en internet la manera de continuar apoyando el movimiento sin arriesgarse a ser detenidos.