Los manifestantes de Hong Kong, un año desde el inicio de las protestas
Con una pequeña pausa por el coronavirus, la ciudad semiautónoma ha vuelto a protestar contra otras leyes, con la intranquilidad de que la aprobación de estas se tradujera en un importante recorte de libertades
Un año después de que empezaran en Hong Kong las manifestaciones prodemocracia, ahora parece imposible que vuelva a surgir un movimiento tan masivo, en este contexto de prevención del coronavirus [contexto id=»460724″] y a la espera de una nueva ley sobre seguridad nacional.
El levantamiento revolucionario que demanda una libertad en la ciudad semiautónoma ha expresado en distintos foros que los habitantes se movilicen este martes para conmemorar el primer aniversario. Los lugares de las manifestaciones, prohibidas en el contexto de prevención por la COVID-19, se conocerán una hora antes para evitar que las fuerzas de seguridad estén al corriente.
Grupos de estudiantes y sindicatos han anunciado la intención de preguntar a sus simpatizantes si estarían dispuestos a acudir a una huelga en los próximos días. La jefa del ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, ha expresado que ahora no es el momento con la crisis sanitaria. «Hong Kong no puede permitirse un caos así», mientras que alegaba a todas las partes que «aprendan la lección». Los habitantes necesitan «demostrar que los hongkoneses son ciudadanos razonables y sensatos de la República Popular de China» si quieren mantener sus libertades y su autonomía, ha añadido Lam.
¿A qué se deben estas protestas?
Hong Kong forma parte de China, desde 1997, tras un acuerdo con la colonia británica que garantizaba al territorio una autonomía, con la condición de preservar el sistema económica y capitalista en el continente hasta 2047, según el principio de «un país, dos sistemas».
Recuperando la famosa Revolución de los Paraguas, el 9 de junio de 2019 varias manifestaciones masivas se sucedieron en el centro de Hong Kong. Los participantes protestaban contra una legislación que permitiría a las autoridades de China Continental, Taiwán y Macao emitir solicitudes de extradición de sospechosos acusados de crímenes como homicidio y violación. Aunque el Gobierno suspendió la ley el 15 de junio, la población del país ya había perdido toda confianza en los mandatarios. Tras esta primera concentración, las protestas no han parado a lo largo de 2019 y 2020.
Con una pequeña pausa por el coronavirus, la ciudad semiautónoma ha vuelto a protestar contra otras leyes, con la intranquilidad de que la aprobación de estas se tradujera en un importante recorte de libertades, como la de criminalizar los insultos al himno chino o el Código Civil del país.
Combate interminable
En la última década, la ciudad de Hong Kong ha vivido movimientos de protesta, alimentados por el temor a perder las libertades en esta metrópoli financiera.
«No creo que la cólera se haya calmado mucho pero el problema es que muchas acciones no están autorizadas en las circunstancias actuales», ha explicado Leung Kai-chi, analista de la Universidad China de Hong Kong (CUHK).
Los manifestantes apelan la instauración del sufragio universal e investigaciones independientes sobre el comportamiento de la policía. Sin embargo, todas las demandas han sido rechazas por el ejecutivo local y por Pekín.
Como consecuencia a este combate interminable, China decidió las pasadas semanas adoptar un proyecto de ley que prevé castigar a las actividades separatistas, terroristas, la subversión o las injerencias extranjeras en el territorio. El Gobierno, por su parte, intentó tranquilizar a la población apelando que esta medida afecta solo a «una pequeña minoría» y que permitirá restablecer la confianza del mundo de los negocios. La oposición teme, sin embargo, que provoque una represión política en el territorio de Hong Kong, similar a la de China continental.