Junto a la repoblación del Amazonas, el descubrimiento del fuego y el hallazgo del sepulcro incorrupto de Tutankamón, el PSOE cuenta con la aprobación del voto femenino en su vitrina de éxitos. A esa repisa lo subieron y allí acumula polvo.
Así lo hizo saber El Doctor en la pasada efeméride, que convenientemente aprovecharon para intercalar el logo del partido con la silueta de Campoamor. “El 1 de octubre de 1931 se aprobaba el voto femenino gracias a la lucha de las mujeres”, rezaba un texto con la efigie de la diputada. “Cinco años después abandona Madrid por miedo a la izquierda y las chekas, tal como narró en un libro que publicó en París un año después”, cabría replicar.
Es indiferente que los primeros conatos de esta equiparación de derechos se remonten 1924, 1925 o 1927, El Doctor tiene el cetro y el báculo, y por tanto dirige la historia a su gusto, añadiendo o restando detalles que oficializa con un engendro legislativo bautizado con el nombre de Memoria Democrática, en mayúscula.
Nada importa que el día en el que se votó la aprobación del sufragio femenino parte de la bancada socialista se ausentara, así como nada importa que Margarita Nelken, una de las figuras más destacadas del PSOE, se opusiera al voto femenino por motivos electorales, porque querían mujeres libres, pero casi mejor si esa libertad no hacía perder escaños a su partido.
Un camino similar emprendió Indalecio Prieto, también hoy laureado en Ferraz, que en un notorio enfado tachó de “puñalada trapera a la República” la aprobación del sufragio para las mujeres. Una reforma, cabe señalar, que se acometió en España lustros antes que en Canadá (1940), Francia (1944) o Suiza (1971), mal que le pese a más de un liberalio que insiste en pintar a España como un país atrasado, de adobe y alpargata.
Poco importa también que Clara Campoamor ni siquiera perteneciera al PSOE, sino al Partido Republicano Radical (PRR), una formación liberal y de centro que terminaría desapareciendo tras el descalabro electoral de 1936. El logo del Doctor ya estaba tallado junto a la foto de Campoamor, y son muchos años bombardeando con alfalfa doctrinal como para inducir ahora al rebaño a pensar lo contrario.
Este movimiento tuvo lugar en unas circunstancias que se dieron a pesar del régimen republicano, no gracias a él, pues la libertad de elección estaba condicionada a principios partidistas como los del PSOE, que hoy se cuelga medallas en un gesto de egolatría cuyo tamaño solo es superado por el Sol, que también se inventó en Ferraz.