“Nos queda una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor, porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento”. Primo Levi.
El último atraco a la democracia anunciado por Pedro Sánchez consiste en implantar un régimen político en el que quedan suspendidos los controles judiciales y parlamentarios sobre los actos del Gobierno. Neguemos nuestro consentimiento.
Cuando un Gobierno puede tomar decisiones sin controles democráticos de los poderes del Estado se puede afirmar con toda rotundidad que en ese país se ha instaurado una dictadura. Neguemos nuestro consentimiento.
La democracia no se negocia, se defiende íntegramente y hasta el final. Neguemos nuestro consentimiento.
Los derechos que proclama la Constitución no son parcelables ni negociables. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que Sánchez suspenda la vigencia de la Constitución; ni durante seis meses, ni durante dos semanas, ni durante un día. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que el Ejecutivo suplante al Legislativo, suspenda el control parlamentario y judicial y la separación de poderes, porque la consecuencia es la suspensión de la democracia. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que una Comisión Interterritorial suplante las competencias del Parlamento de la Nación, sede en el que está depositada la soberanía nacional. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que el Ejecutivo eluda el control de la Justicia sobre sus actos. NO permitamos que se declare legal el despotismo. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir a nadie que negocie en nuestro nombre el periodo en el que pueden abolirse los derechos fundamentales que la Constitución nos reconoce de forma permanente. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que la democracia tutelada y la excepcionalidad se conviertan en la norma por la que se rija de forma habitual nuestra sociedad. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que el Gobierno vulnere la Constitución y burle el control democrático para suspender nuestra libertad de movimiento y de expresión. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que en España se instaure un estado de excepción bajo el nombre de estado de alarma. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que las decisiones gubernamentales tomadas en circunstancias declaradas excepcionales dejen de estar sometidas al control democrático que, por contra, debe ser aún más exhaustivo. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que Sánchez instaure la censura. Un gobierno que se mantiene sin control parlamentario, sin control judicial y sin libertad de expresión es un gobierno dictatorial. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que prospere esta nueva perversión del lenguaje . Sánchez ha impuesto un toque de queda en toda España no una para pervertir la “restricción de la movilidad nocturna”. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que Sánchez vulnere el artículo 116.2 de la Constitución: “El estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en el Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días , dando cuenta al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo”. No debemos permitir que Sánchez retuerza la ley para evitar durante seis meses el control judicial y parlamentario de sus decisiones. Neguemos nuestro consentimiento.
NO podemos permitir que el Congreso se haga el hara kiri y se convierta en la delegación de Ferraz a la que el caudillo Sánchez acude a informar sobre lo que quiere y cuando quiere. Neguemos nuestro consentimiento.
Estamos asistiendo a la ejecución de un golpe de mano contra la democracia que no requiere de violencia física pues el epicentro está en el Gobierno de España que tiene el BOE. NO debemos permitir que Sánchez nos imponga la dictadura blanda o la democracia orgánica. Ya tuvimos bastante con el otro caudillo. Neguemos nuestro consentimiento.
NO debemos permitir que Sánchez consiga suspender la democracia. NO en nuestro nombre; NO con nuestro consentimiento. NO y mil veces NO.