El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha despedido al más alto funcionario de seguridad electoral del país, Chris Krebs, por rechazar las denuncias del mandatario sobre un presunto fraude «masivo» en las recientes elecciones ganadas por el demócrata Joe Biden.
Lo más importante: las agencias encargadas de la seguridad electoral niegan las acusaciones de irregularidades en las elecciones, vertidas sin pruebas por Trump, y consideran que estos comicios fueron «los más seguros de la historia de Estados Unidos». El desencuentro entre el presidente y esos organismos se ha saldado con el despido de Chris Krebs, el director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), que en los últimos días se había dedicado a negar las acusaciones de fraude electoral.
«La reciente declaración de Chris Krebs sobre la seguridad de las elecciones de 2020 fue muy inexacta, ya que hubo muchas cosas inapropiadas y fraude», ha tuiteado Trump[contexto id=»381723″]. «Por lo tanto, con efecto inmediato, Chris Krebs ha sido destituido», ha escrito.
The recent statement by Chris Krebs on the security of the 2020 Election was highly inaccurate, in that there were massive improprieties and fraud – including dead people voting, Poll Watchers not allowed into polling locations, “glitches” in the voting machines which changed…
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 18, 2020
«Ha sido un honor», ha reaccionado Krebs en Twitter.
Honored to serve. We did it right. Defend Today, Secure Tomrorow. #Protect2020
— Chris Krebs (@C_C_Krebs) November 18, 2020
La oposición demócrata ha criticado al presidente por la destitución del funcionario. «Es patético, pero tristemente previsible, que el mantenimiento y la protección de nuestros procesos democráticos sean una causa de despido», ha denunciado el líder demócrata del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff. La senadora Elizabeth Warren, por su parte, ha dicho que el despido era un «abuso de poder» por parte de un presidente «débil y desesperado» que promueve «teorías conspirativas».
Aunque unos pocos congresistas republicanos reconocieron rápidamente la victoria de Biden, muchos han guardado silencio o han apoyado públicamente las acusaciones lanzadas por Trump.
El 45° presidente de Estados Unidos, que no logró ser reelegido, a diferencia de sus tres predecesores —Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton—, ha adoptado una postura muy dura desde el día de las elecciones, prometiendo una gran batalla judicial. Desde que los medios estadounidenses anunciaron la victoria de Biden el 8 de noviembre, la mayoría de los dirigentes del planeta felicitaron al presidente electo, demostrando que no se tomaban en serio las acciones judiciales emprendidas por el equipo de Trump.
A falta de pruebas de un fraude electoral, la mayoría de esos recursos judiciales ya han sido rechazados por los tribunales. Pese a ello, sus secretarios (equivalentes a los ministros españoles) y asesores más fieles dicen prepararse para un segundo mandato de Trump. Y los seguidores del presidente siguen recibiendo peticiones para aportar dinero con el fin de «defender las elecciones».
Entretanto, Biden continúa sus preparativos para asumir la presidencia. El exvicepresidente demócrata nombró el martes a una decena de miembros de su equipo de campaña, la mitad de ellos mujeres, para trabajar con él en la Casa Blanca, donde está previsto que sea investido el 20 de enero.