El 17 de diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante, se prendió fuego en Túnez y desató un movimiento de protesta sin precedentes que, poco a poco, se extendió a otros países y dio lugar a lo que hoy conocemos como la Primavera Árabe. 10 años después del estallido de las protestas, la mayoría de la población de Oriente Medio está desencantada y afirma vivir peor que antes.
Los datos: en Siria, Yemen y Libia, el 75%, 73% y 60% de los encuestados, respectivamente, sienten que están peor que antes de que estallaran las protestas hace 10 años. Sin embargo, en Egipto, Irak y Argelia son menos de la mitad los que sienten que la vida ha empeorado, aunque en ninguno de los tres países hay más de un tercio de las personas que consideren que están mejor, según una encuesta de YouGov hecha para The Guardian.
Los resultados de esta encuesta, hecha a 5.275 personas de diferentes grupos de edad en ocho países, muestra que los sentimientos de desesperanza y de privación de derechos que impulsaron esta revolución han crecido a lo largo de esta década.
Sin embargo, una mayoría de personas en Sudán, Túnez, Argelia, Irak y Egipto asegura que no se arrepiente de haber celebrado las protestas, un sentimiento que no se comparte en Libia, Siria y Yemen, donde los conflictos armados han deteriorado el nivel de vida de los ciudadanos de manera muy grave en los últimos años.
En algunos países, la brecha generacional se nota en las respuestas a esta pregunta. En Argelia, Túnez, Egipto e Irak son los adultos jóvenes, de entre 18 y 24 años, los que más se inclinan por afirmar que las protestas no son un motivo de arrepentimiento, mientras que la generación de sus padres es generalmente más pesimista, con grandes grupos que afirman que el futuro de los niños ahora es peor que el de aquellos que crecieron antes de las protestas.
Este sentimiento se incrementa, por supuesto, en Siria y Yemen, donde en torno al 80% de los encuestados cree que las perspectivas de futuro son ahora peores.