Este 22 de diciembre, como cada año, se celebra el Sorteo de la Lotería de Navidad cantado por los niños de San Ildefonso
Sorteo de la Lotería Nacional de Navidad, 1954. Antonio cantaba los premios y Fernando los números. Hasta que apareció, un año más, el esperado y ansiado premio: el Gordo de Navidad.
— 13584.
— 15 millones de pesetas.
“Hablar de San Ildefonso es hablar de mi inicio en la vida”, cuenta Fernando emocionado al recordar aquellos años de su infancia. “Mi madre se quedó viuda con seis bocas que alimentar —recuerda— mis hermanos y yo esperábamos acurrucados a que llegase con las bolsas de comida y esa era nuestra salvación”. En otras épocas, la matriculación en el internado era muy complicada: se realizaba una selección entre los más necesitados y solo se podía acceder mediante el filtro del director.
Fernando, conocido como “El Tortillero” entre los pequeños que actualmente residen en San Ildefonso, debido a las exquisitas tortillas que prepara los jueves, fue uno de los más revoltosos cuando fue alumno: “Tengo una letra, de la que presumo, porque cuando los domingos el resto de mis compañeros salían a jugar a la calle, mi castigo era hacer caligrafía. Ahora tengo que escribir todos los años 180 felicitaciones de navidad para el presidente del Gobierno, el alcalde de la Comunidad de Madrid, la Casa Real…”.
Estos niños de la suerte forman parte de nuestra tradición navideña. Sin su canto de números afortunados el día del sorteo de la Lotería el 22 de diciembre, quizá la Navidad sería menos Navidad. El Colegio de San Ildefonso es una institución que nace desde sus comienzos para acoger a niños huérfanos y desfavorecidos en la época de los Reyes Católicos, entre el siglo XIV y XV, cuando la guerra y las enfermedades acechaban en el reino de Castilla.
Muchas son las historias y mitos que rodean la relación de estos niños con la Lotería de Navidad. La creencia más extendida es que los niños ya cantaban sorteos por las calles y plazas a cambio de una limosna, y en la primera lotería la institución recibió 500 reales, una cifra que le daba para cubrir los gastos durante muchos meses. Así, y debido a que se financiaban mediante donativos, consiguieron convertir este hecho en tradición para asegurarse unos ingresos anuales.
La historia de esta institución se cruza con la de España el 9 de marzo de 1771, cuando los niños de San Ildefonso debutaron como extractores de los números premiados en la Lotería Nacional. Desde el siglo XVIII se convirtieron en los pequeños encargados de dar voz cada año a uno de los eventos que a más españoles congrega cada año ante sus televisores para vivir con ilusión el sorteo más emblemático. Hasta 1913 no se introdujo el sistema de bombos y bolitas de madera que conocemos hoy en día, los pequeños cantores tuvieron que valerse de papeles impresos.
Durante la Guerra Civil (1936-39) el sorteo siguió celebrándose. El bando republicano tuvo que cambiar dos veces la sede (a Valencia y a Barcelona) ante el avance de las tropas sublevadas, que en 1938 instauraron un sorteo paralelo celebrado en Burgos, provocando que ese año hubiera dos premios de lotería.
Para entonces, San Ildefonso ya era una de las instituciones de más renombre de la capital. Su temprana fundación hace que sea el organismo dedicado a la infancia más antiguo de Madrid. Fue tratado como orfanato hasta la democracia, y ya en 1988 terminó su evolución haciendo una diferenciación entre colegio e internado.
Los niños con mejor timbre de voz, vocalización y pronunciación son seleccionados para cantar los premios de los sorteos. Durante todo el curso escolar practican ejercicios de vocalización y con sus propios bombos y bolitas para moverse de manera ágil en el sorteo oficial. En concreto, los pequeños suelen ensayar cada semana de lunes a jueves. De este modo, le dedican entre 15 y 20 minutos a cantar las tablas que durante los días 22 de diciembre y el 6 de enero repartirán millones de euros (antes de pesetas), por todo el territorio nacional.
Casi todos los niños del colegio madrileño participan, de una manera o de otra, en el sorteo con más audiencia del año, y lo hacen también después en el del Niño porque como dijo el responsable de Hacienda en 1771: “Qué mejor que la mano inocente de un niño desafortunado y pobre para sacar la suerte”.