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María Eizaguirre: “La prensa ha visto terriblemente dificultada su tarea como servicio esencial durante la pandemia”

María Eizaguirre: “La prensa ha visto terriblemente dificultada su tarea como servicio esencial durante la pandemia”

María Eizaguirre, autora de ‘100 días en estado de alarma. La democracia confinada’, nos resuelve todas las dudas acerca de la gestión de la pandemia durante el confinamiento

Diferentes estudios sobre la Covid-19 sitúan a España como uno de los países con mayor número de fallecidos por millón de habitantes, mayor número de sanitarios contagiados y peores perspectivas económicas de la zona euro. El libro escrito por la periodista María Eizaguirre Comendador ‘100 días en estado de alarma. La democracia confinada’ ofrece las claves de lo ocurrido en España, EE. UU., Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Además, analiza los distintos liderazgos del Rey Felipe, del presidente del Gobierno Pedro Sánchez y del alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida.

Explica también cómo la comunicación se convirtió de nuevo en el arma más poderosa: cómo la información dio paso a la propaganda y las coreografías de aplausos silenciaron el dolor por la pérdida de miles de vidas humanas. La mentira se “normalizó” hasta el punto de que la verdad cotizó al alza. Una “batalla por el relato” con cientos de horas de “información oficial” y colonización de los “telediarios”.

Pregunta: Nos han desconfinado pero, ¿sigue la democracia confinada?

Respuesta: Durante la pandemia hemos visto recortados nuestros derechos. Bajo la excusa de que el Estado nos protege se ha aprovechado para tomar decisiones cuantas menos polémicas. Hay que recordar que una democracia liberal es fundamentalmente un sistema de contrapoderes. Un poder extraordinario exige por tanto un contrapoder de la misma magnitud. Tenemos el Gobierno más débil parlamentariamente hablando, pero con más poder de la historia. Eso debería haber obligado a fortalecer tanto el poder legislativo como el judicial. La realidad es que el legislativo ha sido aplacado (se intentó incluso cerrar el Congreso y se apartó a la oposición) y el poder judicial quedó prácticamente suspendido. Todos los intentos por investigar lo ocurrido se han archivado. Hay que recordar que la Fiscal General del Estado hasta hace unos meses era ministra de Justicia.

P: ¿Por qué fases ha pasado la pandemia en España? (Negacionista-Control y propaganda-‘Sálvese quien pueda’)

R: En el libro distingo claramente en tres fases: la negacionista, la de control y propaganda y la que llamo “Sálvese quien pueda”. La primera tuvo lugar entre enero y marzo: nos dijeron que no teníamos que preocuparnos por nada, que esto era una gripe y que no hacían falta las mascarillas. Sin embargo, luego hemos sabido que Seguridad Nacional elaboró varios informes que no se han hecho públicos, alertando de la gravedad de la situación. Incluso se destituyó a un cargo de la Policía apenas unos meses antes de jubilarse por pedir que se dotara a los agentes de guantes y mascarillas. La segunda fase la de control y propaganda: relegó al Rey, ninguneó a la oposición, se cerró prácticamente el Congreso… hubo poca información y mucha propaganda con el portal de Transparencia cerrado y con los jueces fuera de juego. A los periodistas no se nos dejó realizar ni tan siquiera preguntas y a quien pensara diferente se le estigmatizó: “los Cayetanos”, esos pijos del barrio de Salamanca que iban con palos de golf cuando realmente era una escoba. Y la última fase la del “Sálvese quien pueda”:  No se hicieron los cambios legislativos prometidos y se ha dejado a los presidentes autonómicos que asuman el coste político. Llama la atención que nadie haya dimitido y que en plena segunda ola el presidente del Gobierno se fuera de vacaciones (más días que el año pasado y sin ningún problema por acudir al Palacio de La Mareta que regalaron al emérito) y el portavoz sanitario, Fernando Simón, grabase incluso un programa de televisión porque necesitaba “desconectar”

P: ¿Se podría haber evitado llegar a la situación que hemos llegado con tantos contagios y fallecidos?

R: Vaya por delante, que yo creo que gestionar la pandemia es algo muy difícil. Lo que está claro es que algo se habrá hecho mal cuando España es el país con más muertos por cada millón de habitantes (aunque a día de hoy sigamos – y por increíble que parezca – sin tener las cifras reales). Nuestro país lidera también el número de sanitarios contagiados… test fake, sin mascarillas, sin respiradores, material defectuoso… la ministra de Exteriores llegó a decir que se salía a “comprar gangas y luego claro no existían”. Desde luego ha habido muchas cosas que se han hecho mal y la transparencia ha brillado por su ausencia. Hemos tenido incluso un “comité de expertos fantasma”. Las actas de las reuniones de “desescalada” tampoco existen… Las decisiones, a tenor de los datos, se han tomado de forma arbitraria y en función del color político de la comunidad a la que le afectaba. Esto hablando de salud es inasumible. Decretando incluso un estado de alarma solo en Madrid cuando la situación en otras comunidades era similar. Hay que recordar que el  Colegio de Médicos reclama desde hace tiempo un comité independiente de expertos y la dimisión o cese inmediato de Fernando Simón. Por no hablar de lo ocurrido en torno a la nueva cepa detectada en Reino Unido. Se han tardado 72 horas en suspender los vuelos con Londres. Esta vez dejando la “patata caliente” a la Unión Europea.

P: ¿Cómo se han visto los poder legislativo y judicial afectados durante el estado de alarma?, ¿y el cuarto poder?

R: Durante meses se ha hablado de diálogo… el Gobierno ha dicho que tendía la mano a la oposición, pero en realidad no les ha facilitado Información, no les ha hecho partícipes de las decisiones… hemos visto cómo el presidente del Gobierno se ha pasado hasta más de 100 días sin llamar al líder de la oposición, Pablo Casado al que ni saluda el Día de la Constitución. Realmente lo que se ha ofrecido es un “trágala” mientras se han realizado concesiones muy polémicas a nacionalistas vascos (un mayor desvío de déficit), independentistas (reforma del delito de sedición) y los proetarras (acercamiento de presos con delitos de sangre, o incluso permisos de movilidad a familiares de presos etarras para visitarles en la cárcel cuando todos los españoles estábamos confinados. Por no hablar de que se ha llegado a lamentar el suicidio de un preso “vasco”. Margaret Thatcher cuando le preguntaron por la muerte de un terrorista del IRA que hizo una huelga de hambre dijo: “sus víctimas no tuvieron opción de decidir”).

En el ámbito jurídico, se ha aprovechado la pandemia para intentar impulsar una reforma del CGPJ duramente criticada por Europa. La principal Asociación de Fiscales habla de la mayor etapa de descrédito de la Fiscalía. Resulta llamativo que en Italia o Francia hayamos visto al primer ministro yendo a declarar o registrándose incluso la casa del ministro de Sanidad… y aquí se archive absolutamente todo. Por último, la prensa ha visto terriblemente dificultada su tarea como servicio esencial. Se nos ha impedido hacer preguntas… se ha tratado de controlar el mensaje con una clara “colonización de los medios”. Discursos larguísimos con el objetivo de ocupar todo el espacio informativo y limitar la pluralidad. Son tiempos en los que se trata de equiparar la desinformación y las fake news con la crítica, que siempre es legítima.

P: ¿Cuál ha sido el papel de los medios de comunicación durante el estado de alarma?

R: Durante la pandemia ha existido una demanda real y urgente de información. Los periodistas hemos tratado de ofrecer a nuestra audiencia todos los datos. Hay que tener en cuenta que en estos momentos no vale cualquier tipo de información. Debe ser objetiva, veraz y plural. Pero como comentaba nuestro trabajo ha sido muy complicado… España ha sido el único país con preguntas filtradas. Los periodistas en un gesto inédito firmamos el manifiesto por la “Libertad de preguntar”. Otro escándalo fue la pregunta totalmente dirigida del CIS sobre si la ciudadanía prefería recibir solo “información oficial”.  Equiparando la única “verdad” a esa información oficial procedente de La Moncloa, desde donde por cierto el vicepresidente defendió “naturalizar” el insulto a la prensa. Me preocupa especialmente el bautizado como “Ministerio de la verdad” que se impulsa desde el Gobierno y que de manera unánime han rechazado tanto la APM como la FAPE. Creo que hoy más que nunca es necesario que los periodistas defendamos una prensa libre y asumamos nuestro compromiso con la libertad. Se suele decir que una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin Libertad no será otra cosa que mala.

P: ¿Qué implicó a la sociedad las palabras del Rey el 18 de marzo?

R: Desde el inicio de la pandemia a la crisis sanitaria y económica se sumó la institucional. El 15 de marzo, primer día del confinamiento, se pulsó de forma voluntaria otro botón… el de la “voladura” controlada de la Monarquía y todo lo que representa : el espíritu de la Transición. Ese día y para sorpresa de todos el Rey Felipe hizo pública la renuncia de la herencia de su padre y dijo haber comunicado esta decisión un año antes a la “autoridad”. La pregunta es ¿quién era esa autoridad y por qué se decidió sacar justamente ese día ese comunicado? Hay que tener en cuenta que como dices hasta el día 18 Don Felipe no se dirigió a todos los españoles. Coincidiendo con su discurso los simpatizantes de Podemos organizaron una “cacerolada” que por cierto contó con el apoyo público de los ministros de Unidas Podemos. En esta ocasión el PSOE eludió salir en defensa del Rey (algo que si hizo en ocasiones posteriores). En cualquier caso, durante toda la pandemia Don Felipe ha estado cerca de los españoles y se ha preocupado por el estado de los enfermos visitando por ejemplo el Hospital de Ifema o presidiendo el funeral que tuvo lugar en La Almudena y al que no asistieron Sánchez ni Iglesias. Aunque el Rey se reunió en La Zarzuela con casi todos los ministros socialistas y sólo dos de Podemos, llama la atención las pocas ocasiones en las que se le ha visto despachando con el presidente del Gobierno. La Moncloa ha bajado sin duda su perfil público impidiéndole por ejemplo acudir a Barcelona a la entrega de los despachos de los jueces. Una decisión muy polémica y por la que Iglesias llegó a acusar a Don Felipe de no respetar la “neutralidad”. El socio de Gobierno desde luego no oculta su intención de impulsar una nueva República.

P: ¿Cómo fue la ‘colonización’ de los informativos de RTVE?

R: La “colonización” ha afectado a todos los medios, no solo a RTVE:  cientos de horas con información oficial y discursos televisados y sin preguntas al presidente del Gobierno. De hecho Pedro Sánchez, junto a Donald Trump, ha sido uno de los presidentes de todo el mundo que más veces ha comparecido, hasta 20 discursos que han ocupado más de 1400 minutos en prime time , y muchas veces sin un titular claro. Creo que ha formado parte de una estrategia por controlar la “batalla por el relato”. El objetivo ha sido claramente llenar el espacio informativo con la versión de La Moncloa. Yo no digo que no hubiera que dar esa información, sino que entonces, más que nunca, había que garantizar la pluralidad, cosa que no ha ocurrido. Hemos visto a ministros a todas horas en medios nacionales (incluidos programas y revistas del corazón) y medios internacionales. En el caso de RTVE además de las comparecencias presidenciales, se han tomado decisiones cuantas menos polémicas. ¿De verdad debemos considerar información y servicio público el ‘programa’ sobre mascarillas con el ministro de Ciencia e Innovación y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias? ¿Debe actuar el secretario de estado de comunicación como presentador de la pública? ¿Desde cuándo es ‘normal’ que desde fuera de RTVE se decidan las imágenes que se emiten en La 1 y el Canal 24 horas? Imágenes de Duque en el espacio con su traje de astronauta, imágenes de Simón como voluntario en África… imágenes incluso, y previamente seleccionadas, con la actividad diaria del presidente del Gobierno en la mitad de una rueda de prensa de los expertos. Sobre el crespón negro, la propia dirección dijo que «no debemos contribuir a preocupar aún más a la población». Ni siquiera se emitió en directo el funeral por las víctimas con los Reyes en La Almudena, las redes se llenaron de mensajes recordando la gran cobertura en la exhumación de Franco con 40 cámaras. Lo emitieron a Telemadrid y TreceTv con récord de audiencia. Existía interés en verlo.

La delgada línea entre la información y la propaganda ha sido muy difusa. Tanto que se han traspasado muchas líneas rojas. Resulta bochornoso tener que recordar —a quien corresponda— que garantizar la pluralidad, siempre y ahora especialmente, es una obligación. Y pluralidad no es difuminar a la oposición hasta el punto de escuchar solo la «fuente oficial». Pluralidad no es externalizar la información incumpliendo la ley como ha hecho Rosa María Mateo con el último programa que ha puesto en marcha y que ha sido denunciado por los sindicatos ante los tribunales. La administradora única provisional vino para dos meses y lleva más de dos años. Es una clara anomalía democrática que RTVE siga sin consejo de administración. Bajo su mandato la credibilidad y el liderazgo han caído a mínimos históricos. TVE no ha liderado por primera vez la oferta informativa en un momento crucial y de gran trascendencia social. La señora Mateo, que en un lapsus llegó a referirse a RTVE como “radio televisión espantosa”, ha tomado decisiones que afectan al futuro de la compañía y ha dejado la radio televisión pública en números rojos. Incluso la plataforma del Consejo de Europa, que promueve la protección del periodismo, lanzó una alerta señalando a RTVE como «claro ejemplo de cómo la situación política no contribuye al pluralismo». En definitiva, «La fuerza del periodismo» debería ser algo más que un buen lema y así  lo dije en una carta que hice pública el pasado mes de abril para expresar mi preocupación por la deriva de RTVE. La pandemia ha puesto en evidencia la necesidad hoy más que nunca de una Radio televisión pública fuerte, independiente y plural donde se apueste por el talento y la profesionalidad.

P: ¿Cómo fue según los analistas políticos los discursos de Pedro Sánchez?

R: Fueron de distintos tipos:

  1. Mensajes con poco contenido, ‘neolenguaje’ y mucho marketing: horas de televisión en prime time vacíos. Mítines televisados en horario de máxima audiencia y repletos de frases hechas y nuevos vocablos: «la crisis no es estática, es dinámica», «el virus no entiende de ideologías», «recuperación asimétrica», «desescalada» … por supuesto ahora los “allegados”
  2. Mensajes ambiguos, contradictorios y sin autocrítica: «el Gobierno no cometió errores», «España actuó antes»
  3. Mensajes donde reinaba la falta de coherencia: pidiendo el respeto de la cuarentena mientras los miembros del Gobierno eran los primeros en obviarla.
  4. Mensajes sin liderazgo: donde el Gobierno dijo que tomaba las riendas de España, pero donde las comunidades marcaron el paso, especialmente en Madrid, pero también en el País Vasco, Galicia o Castilla La-Mancha.
  5. Mensajes con propaganda: desde la tribuna del Congreso se hicieron afirmaciones inexactas de la realidad, incluso mentiras, con el único objetivo de construir un relato que permitiera una vez superada la crisis continuar en el Palacio de la Moncloa. La ‘verdad’ se trató como algo secundario, algo incluso ‘opinable’. Se hizo de la mentira el hábitat natural, se institucionalizó… incluso se instauró una especie de bulocracia. Se inventaron comités de expertos, incluso informes de la Johns Hopkins. La verdad cotizó al alza. El presidente resultó ser inmune a la hemeroteca. Día sí y día también se recordaron las palabras de Pedro Sánchez sobre los independentistas, la reforma del CGPJ, la lucha contra ETA o su relación con Podemos, diciendo una cosa y la contraria en función de sus intereses. La mentira se convirtió en compañera de viaje con los peligros que eso entraña para la salud de nuestra democracia. Llegándose a equiparar la crítica con los bulos. La sociedad española, bajo el efecto amapola, se acostumbró a que un escándalo tapase al siguiente. Se eliminó la capacidad de sorpresa y de indignación. Todo quedó diluido.
  6. Aplaudillismo: todo se aderezó con aplausos las 24 horas. Aplausos que silenciaron el dolor de miles de familias rotas por el coronavirus. Aplausos que impidieron la empatía. Aplausos que sustituyeron la visibilización del dolor y la tragedia humana que ha golpeado a España.

P: ¿Qué trasmitía, aparentemente, Pedro Sánchez cuando salía en rueda de prensa para anunciar tanto el estado de alarma como las medidas en otras ocasiones?

R: Los discursos del 10, 12 y 13 de marzo tuvieron varios puntos en común:

Citó constantemente a los expertos y recordó la gestión realizada por el Gobierno: cuántas veces se reunían al día, desde cuándo y con qué comisiones. Todo sonó a justificación. Hubo ausencia de liderazgo y de autenticidad. Las palabras no acompañaron a su lenguaje corporal que por el contrario desveló nerviosismo y falta de seguridad. Frases como «Quiero enviar un mensaje de confianza» o «los españoles pueden sentirse protegidos» perdieron toda la fuerza cuando Sánchez los leyó mientras ordenaba folios y miraba apenas unos segundos al frente.

La imagen que trasladó esos días fue la de un presidente desbordado por los acontecimientos, un presidente siempre un paso por detrás de la propia acción política. Días más tarde, y leyendo ya del CUE, su discurso pareció más elaborado.

P: ¿Cómo era el proceso para que los periodistas pudieran preguntar en las ruedas de prensa? (preguntas filtradas, seleccionadas, y cuando no se podía preguntar)

R: En un primer momento las preguntas fueron filtradas. Había que enviarlas con anterioridad al secretario de estado de Comunicación que decidía después cuáles eran las indicadas para hacerse durante la rueda de prensa. Tanto el presidente del Gobierno, como los “uniformados” sabían previamente qué se iba a preguntar. Tan solo hay que ver las ruedas de prensa en las que constantemente leían de papeles que llevaban ya preparados las respuestas. Es algo que no ha ocurrido en ningún otro país. La prensa llegó un punto en el que se plantó y firmó un manifiesto exigiendo poder realizar algo tan simple como es una pregunta. Después de un tira y afloja, La Moncloa aceptó las preguntas en directo de los periodistas… aunque con una nueva “trampa”. Se organizaron turnos para ir dando entrada a distintos medios en las ruedas de prensa. De tal manera que los profesionales que habitualmente cubren la información del presidente tuvieron que turnarse con medios regionales cuyas preguntas sólo sirvieron para distraer la atención sobre lo verdaderamente importante. Se entorpeció de manera clara y deliberada el trabajo de los medios. Hubo de todo menos transparencia.

P: ¿Cuál ha sido el papel fundamental de José Luis Martínez-Almeida durante el estado de alarma? ¿Cómo ha llegado a convertirse en lo que denomina como “alcalde de España”?

R: El alcalde de Madrid ha sabido llegar a acuerdos tanto a su izquierda como a su derecha. José Luis Martínez-Almeida ha llamado de forma continuada a la oposición, no solo para informarles sino para escucharles y hacerles partícipes de las decisiones que afectaban a toda la capital. Cuando nadie era capaz de ponerse de acuerdo en nada, él impulsó los Acuerdos De la Villa y lo hizo con el respaldo de todos los grupos municipales. Ha sido capaz incluso de colocar un crespón negro en la Puerta de Alcalá acompañado por los portavoces de todos los partidos. Creo que es un ejemplo de cómo tener altura de miras, de dejar a un lado los intereses partidistas y pensar en el “bien común”. ¡¡¡Le hemos visto pisando la calle, ayudando a descargar un camión de comida para los necesitados… incluso haciendo albóndigas!!! Se le ha visto acompañando a los madrileños, visitando enfermos, dando su apoyo a la Policía. Habrá cometido errores, como todos en una crisis de esta magnitud, pero creo que ha sabido hacer una lectura política adecuada a los tiempos que corren… no veo yo a muchos políticos en la calle a los que los ciudadanos le paren para aplaudirles … por algo será.

P: Valoración de la gestión del coronavirus en España con respecto a otros países

R: Los datos hablan por sí solos.

  1. España lidera según varios estudios internacionales la tabla de fallecidos por millón de habitantes. Es un drama que a día de hoy no sepamos cuántas personas han muerto en nuestro país. Somos el país con una mayor diferencia de muertos entre los datos oficiales y los reales. El INE habla ya de más de 70.000 muertos, casi el doble que Sanidad (y así lo recoge también el EuroMomo). Se ha cambiado en 8 ocasiones el sistema de contabilización de fallecidos, el Financial Times dejó de tener en cuenta los datos de Sanidad
  2. España encabeza la peor gestión sanitaria según la Universidad de Cambridge.
  3. Estamos también a la cabeza del número de sanitarios contagiados. El New York Times habló de ellos como “ kamikaces”
  4. España ha registrado el peor rebrote de la segunda ola en Europa. En verano teníamos tantos casos como la suma de Italia, Alemania y Francia
  5. Peores perspectivas económicas: la OCDE nos sitúa solo por detrás de Argentina. Las previsiones del FMI y del Banco de España son alarmantes. Se ha destruido más empleo que en la crisis de Lehman Brothers. Por si fuera poco, no sabemos cuándo recibiremos los 140.000 millones de Europa y bajo qué condiciones. No es un dinero que nos regalan. Desde el verano el gobierno habla sin embargo de un crecimiento en V y dice que lo peor ha pasado… suena un poco a los famosos “brotes verdes”.
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