Y, además...¡gafe!
No creo en las casualidades. Tampoco creo que estemos predestinados ni condenados a sufrir las consecuencias de no se qué decisión “divina” que marca nuestras vida desde antes de que nazcamos. Pero eso no obsta para que reconozca que hay personas a las que, más allá de sus capacidades y/o de su bondad, todo parece salirles bien, como si les hubiera tocado un ángel. Por el contrario hay personas que, también más allá de sus incapacidades y/o de su maldad, van por la vida provocando desgracias a su paso. A estas se les llama gafes.
Como ya he argumentado en estas mismas páginas, Sánchez jamás hubiera llegado a controlar a su partido y después a su país si no hubiera recibido la doble herencia de Zapatero, ese presidente accidental al que sus propios compañeros –algunos de ellos nada supersticiosos, me consta- le atribuían tener baraka para explicar que hubiera ganado por sorpresa el Congreso del PSOE (le sacó nueve votos a Bono, el gran favorito) y después unas elecciones que ni en sueños esperaba ganar hasta que los yihadistas volaron los trenes de Atocha, una dramática catástrofe para España y un hecho providencial para la carrera política de Zapatero.
Desde que Sánchez ganó las elecciones todo lo que puede empeorar, empeora y en nuestro país no acaban de sucederse catástrofes. Yo creo que Sánchez es, además de otras cosas, un tipo que atrae las desgracias, lo que se dice un gafe de libro. Es verdad que nuestro excelentísimo gafe pone de su parte para acrecentar los daños que pueden causar sus gafadas. Veamos algunos ejemplos prácticos. Él no ha diseñado ni traído el virus de la Covid19 a España; se ha limitado a hacer lo posible para no prever su extensión, para no frenar los contagios, para no tener material sanitario disponible a tiempo en los hospitales y centros de salud, para no tener mascarillas para todos los ciudadanos, para no tener un plan de distribución de vacunas eficaz cuando estas por fin han llegado, para no cerrar los transportes como puertos y aeropuertos a tiempo, para no apoyar a los empresarios, a los autónomos, a los parados, a los trabajadores en un ERTE…y evitar que la crisis económica de España, el déficit y las cifras de paro y destrucción de empleo fueran las mayores de la zona euro.
Nuestro particular y excelentísimo gafe da de no en todas las oportunidades que se le ofrecen. Por eso cuando llega el temporal Filomena –que tampoco lo ha traído él- tarda tres días en reaccionar. Y el Ejército solo sale a la calle cuando las autoridades locales y autonómicas reiteran la petición; y cuando finalmente sale la UME lo primero que tienen que hacer es abrir paso a los quitanieves que el Ministro Ábalos, -tan diligente para dejar aterrizar en Barajas a la delincuente venezolana Delcy y para facilitarle que entraran en nuestro país sin pasar por aduanas cuarenta maletas con contenido y destino desconocido- no sacó a tiempo para tener expeditas las autovías de acceso a la capital, a los centros sanitarios, al aeropuerto…
Habrá quien diga: bueno, gafe para los demás, que a él le va estupendamente… Pero es que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, un gafe es aquel que “trae mala suerte” e “impide o dificulta cualquier diversión”. O sea que la mala suerte del gafe la pagan quienes están en su entorno o, como es el caso, dependen de sus decisiones. ¿Se acuerdan de aquel celebrado gafe socialista, Luis Yáñez, que hundió la carabela que pretendía inaugurar durante la Expo del 92 en Sevilla? Pues eso: él no se calló al agua, pero le dejaron dar la salida a la carabela…. Y la hundió. Pues eso, que los españoles nos ha mirado un tuerto
Y me dirán que nuestro mayor problema no es que Sánchez sea gafe. Lo se, pero es una circunstancia que agrava el diagnostico. Porque no es incompatible ser gafe y tener una personalidad psicopática; no es incompatible ser gafe y mala persona; no es incompatible ser gafe y sectario; gafe e incompetente; gafe y amigo de los corruptos, pro etarras, golpistas… No es incompatible hacer el mal sin pensar en otra cosa que sacer beneficios y ser, además, gafe. Ser gafe es un “valor añadido” (crecimiento en negativo, decía Zapatero para no llamar crisis a la crisis) que acompaña a Sánchez, un tipo que nunca ha estado a la altura de las circunstancias, ya sea la pandemia de la Covid19 o el temporal Filomena.
En Sánchez se repite y agranda el desastre que para España supuso la presidencia de Zapatero. Aquel tuvo los atentados de Atocha para logar hacerse con el poder accidentalmente; este tiene la Covid19 y Filomena para poder desarrollar a sus anchas sus ansias de totalitarismo y su sectarismo. Aquel, con su sectarismo quiso despertar las dos Españas y enfrentar a los españoles para asegurar una mayoría electoral a los socialistas; este, con su ambición y falta de escrúpulos pretende demoler la democracia.
Sánchez solo vive para gozar de sus prebendas como caudillo moderno, nunca está donde ha de estar para enfrentar el problema. Eso si, una vez producido el desastre, corre a los medios de comunicación, para aparecer en el NODO como el gran salvador, coreado por toda su secta mediática y subvencionada con el dinero de todos los españoles a los que nos está amargando la vida. Para lo único que está activo el gobierno que dirige el caudillo Sánchez es para repartirse los presupuestos y los fondos europeos entre él y sus amigos, ya sean los populistas bolivarianos con los que gobierna, ya sean los pro etarras y los golpistas a los que mima porque le permiten seguir viviendo en la Moncloa. Lo de Sánchez –por sus hechos los conoceréis- no es solo incompetencia. Es mala gente; y, además, es gafe.