Sin perdón
No hay un solo gobierno en nuestro entorno cuyo Presidente, en plena ola de crecimiento desbocado de muertes y contagios, en el peor momento desde que llegó la pandemia del COVID-19, se hubiera atrevido a designar a su ministro de Sanidad, candidato de su partido para competir en unas elecciones.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno cuyo Presidente, que se niega a comparecer en el Congreso de los Diputados para rendir cuentas por su gestión, se haya atrevido a convocar un órgano de su partido en el lugar al que manda al ministro de Sanidad de candidato.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que se haya cruzado de brazos ante el avance de la pandemia y cuya única iniciativa haya sido impedir que otras autoridades ocupen el vacío y tomen decisiones para salvar la vida y proteger el bienestar de los ciudadanos.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que haya pasado de considerar que todas las mascarillas son “dañinas” y que las mascarillas FFP2 son “egoístas” a decretar el uso obligatorio de mascarillas.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que haya cubierto con una sabana pegatina la primera remesa de vacunas, como si las hubiera pagado de su bolsillo.
No hay ningún gobierno en nuestro entorno que haya mantenido las conexiones aéreas con el Reino Unido desde el aeropuerto internacional de Barajas hasta más de cuarenta y ocho horas después de que los aeropuertos de toda Europa restringieran la entrada de vuelos procedentes de ese país.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que en una semana haya pasado de negar el riesgo de la cepa británica – su incidencia será, en todo caso, “marginal”, dijo el número dos del Ministro candidato- a considerarla la más “predominante” y dañina.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que se atreva a falsificar los datos de muertos por la pandemia, que no reconozca a miles de ellos, que les niegue a sus familiares el reconocimiento de victimas de esta plaga que llegó a España cuando teníamos al frente del Gobierno de la Nación a un sectario negacionista convertido en contaminador.
No hay un solo gobierno en nuestro entorno que haya eliminado el control parlamentario sobre los actos del Gobierno en un momento especialmente critico para el país.
No hay ningún gobierno en nuestro entorno cuyo presidente se haya reservado la facultad de repartir “a dedo” los fondos que llegarán de las instituciones Europeas.
No hay ningún gobierno en nuestro entorno que en la tercera ola esté repitiendo milimétricamente las decisiones que nos llevaron en la primera ola a ser el país de Europa con más muertos y con mas contagiados, particularmente entre el personal sanitario: negacionismo e inacción ante el 8M, negacionismo e inacción ante el 14F.
No hay ningún gobierno en nuestro entorno que demuestre fehacientemente y con hechos que le importan mucho más conseguir votos para su partido que proteger las vidas de sus ciudadanos.
No hay ningún gobierno de nuestro entorno capaz de cerrar las ciudades, los negocios, los comercios, los restaurantes, cafeterías…. Y abrir la mano para que los ciudadanos puedan desplazarse para asistir a los mítines de sus candidatos.
No, lo que Sánchez está haciendo no son solo errores; no es solo incompetencia y sectarismo…. Es también maldad. Sí, porque para hacer lo que hacen hace falta ser mala gente, malas personas. Sí, es maldad porque nuestros gobernantes no son los más inteligentes de la clase, pero han demostrado ser listos y saber lo que en cada momento les conviene hacer para colmar sus ambiciones de poder. Apuestan por los votos frente a las vidas porque tener y mantener el poder, en concreto y haciendo lo que sea para conseguirlo, les importa mucho más que salvar las vidas de los ciudadanos que dependen de las decisiones que tomen.
Sí, hay que ser mala gente para repetir el 14F la historia del 8M, a sabiendas de que esas sectarias e ideológicas decisiones costaron miles de vidas de nuestros conciudadanos. Si, hay que ser mala gente, porque ahora ya no pueden apelar a la ignorancia, a que nadie sabía lo que había que hacer, a que nadie podía prever tal virulencia del virus, la dimensión de la pandemia… Hoy ellos ya saben lo que NO hay que hacer; pero lo hacen es porque son malas personas.
Ha dicho Illa antes de fugarse del Ministerio que no se arrepiente de nada. 90000 muertos, mentiras encadenadas, negacionismo, sectarismo, contratos fraudulentos a sus amigos…Y no se arrepiente “de nada”. Quien no se arrepiente no merece el perdón. Nadie que reincida en su maldad, nadie que cause daño a sabiendas, nadie que desprecie el dolor y el sufrimiento que causan sus decisiones merece perdón.
Estoy segura de que la inmensa mayoría de los ciudadanos de los países de nuestro entorno no perdonarían a unos gobernantes que trataran a sus conciudadanos como lo hace Pedro Sánchez. El 14F veremos si la sociedad está a la altura de las necesidades del país o al nivel de sus gobernantes.