¡Lean La Última Hora! - Por Pastrana
Esta semana, durante la emisión del programa La Hora de La 1 de TVE, una pregunta del director adjunto del diario el Mundo Joaquín Manso a Irene Montero sobre el caso Dina ha vuelto a convertir a un periodista en el foco de las iras podemitas. Tras escuchar la pregunta de Manso con cara de tener acelgas para cenar, la ministra respondió con vaguedades, falsedades –“no hay caso Dina”-, y finalmente, visiblemente alterada, derivó en un ataque directo a varios profesionales de El Mundo.
Era previsible que Montero tirara inmediatamente del cordón que conecta con la campanilla de algo que en Podemos llaman medio de comunicación independiente, una página web con el nombre de La Última Hora! Un dominio creado en abril de 2020 por Dina Bousselham, según consta en sus datos de registro, y que consiste en una especie de blog en el que se publican entradas sin firmar y artículos de opinión de unos pocos colaboradores. Buena parte de esos textos se centran en denigrar y desacreditar a conocidos periodistas, con especial fijación en los últimos días por trabajadores de El Mundo y El Confidencial -Víctor de la Serna, el propio Manso, José María Olmo- además del ya clásico Eduardo Inda, una de las obsesiones de Pablo Iglesias. La propia APM, en un comunicado en el que cargaba contra laultimahora.es por sus prácticas camorristas, se negara a considerarlo medio de información y se refiriera a él como una de las “páginas web” dedicada al acoso de profesionales.
También acudió al silbato de la ministra Pablo Echenique, corresponsal de La Última Hora en Twitter que aprovechaba además para pasar el cepillo:
Por eso yo me he hecho socio y tú deberías hacerte socio/a también: https://t.co/0tgeiHDOCg
Porque, como dijo Kapuściński, «Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.”
Y eso no nos lo podemos permitir.
— Pablo Echenique (@PabloEchenique) January 30, 2021
Todo lo que tuitea Echenique es falso, produce repelencia o es directamente excretado de alguna vesícula. En esta ocasión arremetía contra los poderosos, los medios al servicio del poder, las cloacas y toda la clásica charlatanería de quien pretende estar en el poder y presentarse a la vez como un revolucionario subversivo. Curiosamente, una de las acusaciones de La Última Hora contra Joaquín Manso fue la de haber borrado miles de tuits, cuando precisamente Echenique eliminó todo su timeline en aquellos días en los que aparecía en la lista de ministrables.
Es bien conocido que la recaudación tiene un fin preciso, despejar el horizonte penal de Pablo Iglesias. Porque aunque Irene Montero afirmara que no hay “caso Dina”, el auto del Tribunal Supremo que devuelve la causa a la Audiencia Nacional afirma que la imputación de Iglesias depende del perdón de Dina y que existen claros indicios de un delito de revelación de secretos, que se diluirá en caso de que en una nueva declaración la exasesora de Iglesias disculpe sus andanzas. Algo que, a la vista de la historia, muy probablemente sucederá.
La relación de los dirigentes de Unidas Podemos con los medios de comunicación ha sido escabrosa desde su nacimiento. La percepción de la prensa como vehículos para alcanzar el poder y conservarlo excluye su papel como fiscalizadores de las prácticas gubernamentales. Es conocido el concepto de Iglesias sobre la información, que expresó cuando todavía expresaba sus ideas sin complejos: “Lo que ataca la libertad de expresión es que la mayor parte de los medios sean privados. Incluso que existan medios privados ataca la libertad de expresión”. Su socio de coalición, Alberto Garzón, sí ha calificado en una ocasión como “injustificable” la intromisión del poder en los medios, si bien es cierto que únicamente lo hizo para rechazar la intervención de los medios públicos catalanes con motivo de la aplicación del artículo 155 en Cataluña. En cuanto a su socio de Gobierno, Pedro Sánchez, ha optado por una estrategia más delicada, la del riego con decenas de millones del erario, muchos de ellos desaprovechados porque una buena parte de la prensa no necesita incentivos y está al servicio del Gobierno de forma desinteresada.
La libertad de información y expresión no pueden estar en el punto de mira de un partido con responsabilidades de gobierno. Ya no se trata de una banda más o menos organizada de tertulianos con escaño, sino de ataques a la prensa realizados desde el poder con el propósito de amedrentar a los críticos. “Debemos tomar como referencia lo que han hecho en Ecuador, Argentina y Venezuela”, manifestaba el propio Iglesias a propósito del control de la información. Y no nos cabe duda de que la determinación es firme.