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El acordeón de Bárcenas, por Juan Andrés Rubert

El acordeón de Bárcenas, por Juan Andrés Rubert

El nombre de Luis Bárcenas retorna a la actualidad y vuelve a generar, como viene siendo habitual, un terremoto mediático. Esta semana, el polémico extesorero del Partido Popular ha facilitado un nuevo escrito a la Fiscalía Anticorrupción. Confiesa que el partido se financió de forma ilegal entre los años 1982 y 2009. 

“Mostré los papeles a Rajoy en 2009 y los destruyó, me guardé una copia”, dice Bárcenas. Una frase demoledora, suficiente como para torpedear, una vez más, la línea actual de flotación popular.

Su reaparición en plena campaña electoral catalana ha sido como una rueda de molino para el PP. Se ha unido al vuelo intenso de un posible sorpasso de Vox en los comicios autonómicos del 14 de febrero. Más problemas para un partido que somete a prueba su estrategia de viraje —y viaje— al centro político después de la ruptura sonada con los de Santiago Abascal.

Bárcenas es una sombra demasiado alargada, como un espíritu que todavía pulula por las entrañas de Génova, que se asemeja a un edificio marcado por la fatalidad. Aparece su nombre y desde los despachos de la sede nacional se traga saliva. Sigue siendo una losa pesada para los populares, aunque le quieran restar importancia. Y a pesar de los infructuosos intentos de su presidente, Pablo Casado, por espantar los fantasmas del pasado. De marcar distancias con la anterior gestión, de su firme intención de renovar el partido. Es un mal recuerdo, una foto que cuesta borrar. El propio Casado evita hasta su nombre, como si mencionarlo fuera el ritual de invocación de un ser oscuro. “Ese PP ya no existe”, repite una y otra vez. 

El extesorero encarcelado sigue, a día de hoy, generando titulares. Es como un acordeón que se alarga y se contrae a través de su fuelle, cada vez con una nota musical distinta. No sé hasta qué punto se le da ya credibilidad a estas alturas de la faena, la Justicia dirá. Lo que está claro es que cada vez que abre la boca, las aguas se revuelven. Siempre con la sensación permanente de que puede derribar algún muro más del PP.

Casado apuntó el otro día en la Cadena Cope que sospechan de que todo este asunto lo haya cocinado la Fiscalía en plena batalla electoral. Señaló también al PSOE, al que le reprochó que sentara cátedra en esta materia cuando es “el único partido condenado por financiación ilegal”. 

Una forma airosa y clásica de señalar al rival político para desviar la atención. El ya manido “y tú más”. Pero los socialistas, maestros artesanos en el control del relato político y mediático, saben templar con soltura estas situaciones. Lo hacen de una manera tan perfeccionada que un caso tan deleznable como los ERE de Andalucía —679.432.179,09 millones de euros públicos desviados para su red clientelista— apenas ha sido un ligero suspiro que el viento se llevó, sentencia mediante. Cuando ambos casos de corrupción son condenables por el mero hecho de ser eso, corrupción. 

Mientras tanto, en medio del fragor de la batalla política, el acordeón del extesorero seguirá sonando con fuerza.

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