El 6 de febrero de 1996, hace hoy 25 años, José María Múgica, abogado donostiarra, caminaba junto a su mujer por la calle San Martín de San Sebastián cuando oyó un disparo en la otra acera y vio a su padre, el histórico militante socialista Fernando Múgica Herzog, tendido en el suelo.
Ese punto exacto, entre los números 11 y 13 de la calle San Martín, muy cerca del despacho de los Múgica, se ha convertido hoy en un nuevo «lugar de memoria», un lugar «de rebeldía», como lo ha definido el propio José María tras un sencillo y emotivo acto de inauguración de una placa colocada por el Ayuntamiento de San Sebastián con el nombre de Fernando Múgica en el sitio mismo en el que cayó víctima de ETA.
Hace exactamente 25 años, José María tuvo el primer impulso de correr tras los dos asesinos, Javier Garcia Gaztelu, Txapote, y Valentín Lasarte, e incluso llegó a alcanzar a este último, pero Txapote le encañonó con la misma pistola con la que acababa de asesinar a su padre.
Ambos lograron huir del lugar, pero no de la Justicia, que condenó en 2003 a García Gaztelu a 82 años de prisión, que sigue cumpliendo, por el asesinato de Múgica, mientras que Lasarte, también condenado, está ya libre tras acogerse a la vía de arrepentimiento de Nanclares.
El Ayuntamiento de San Sebastián ha colocado en ese lugar la novena placa que sitúa la geografía del terror en la ciudad, en un acto al que han asistido Fernando, Rubén y José María, los tres hijos de Fernando Múgica Herzog, así como varios de los nietos de la víctima y un buen número de veteranos socialistas que compartieron militancia con el abogado asesinado.
Acompañados por los solemnes sones de los txistus y tamboriles, los hijos y nietos de Múgica han colocado ramos de rosas blancas sobre la placa conmemorativa, tras lo que han presentado sus respetos, repitiendo ese mismo gesto, el alcalde de la ciudad, Eneko Goia, y concejales de todos los partidos de la corporación donostiarra, con la excepción de EH Bildu, que no ha asistido porque la familia expresó su deseo de que no estuvieran presentes.
Después, han colocado más flores antiguos correligionarios de Fernando Múgica, como Ramón Jáuregui, Manuel Huertas y Bárbara Dürkhop, viuda de Enrique Casas, y actuales dirigentes del partido como su secretario general en Gipuzkoa, Eneko Andueza y el diputado de Medio Ambiente de Gipuzkoa, José Ignacio Asensio, entre otros.
Han asistido al acto también el viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación, del Gobierno Vasco, José Antonio Rodríguez Ranz, y el director del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez.
«Y como lugar de memoria, es un lugar de rebeldía, de decir no a aquellos que practicaron ese terrible oficio de matar, no a los que les jaleaban, no a los que les impulsaban, a los que les protegían, porque ese terrible oficio de matar era un oficio producto de una voluntad totalitaria, sin piedad, que hoy tiene sus legatarios, sus seguidores, hoy eso se llama Bildu, por desgracia«, ha reflexionado Múgica.
Este «ejercicio de memoria», ha abundado, constituye «un combate permanente, un combate eterno». «Porque es el combate por lo mejor de cada uno de nosotros mismos, de cualquier ciudadano, piense como piensa, sea como sea, porque cualquier ciudadano tiene el derecho a ser libre, a decidir como quiera, a pensar como quiera y poder pasear por la calle sin miedo a ser asesinado».
El alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, ha explicado que este recuerdo se trata de un «acto sencillo, que pretende no olvidar, recordar a estas personas que se fueron de entre nosotros, que nos las arrebataron de forma injusta».
En esa idea ha incidido también José Antonio Rodríguez Ranz, quien se ha reafirmado en que «el terrorismo no ha tenido nunca justificación y la violencia con fines políticos ni tiene ni tendrá nunca justificación».
Hasta el momento, además de la dedicada a Múgica, el Ayuntamiento ha colocado placas conmemorativas en los lugares en los que fueron asesinados Juan María Araluce, José María Elícegui Diez, Antonio Palomo Pérez, Luis Francisco Sanz Flores, Alfredo García González, Gregorio Ordóñez y Francisco Martín González, todos ellos asesinados por ETA, además de Begoña Urroz Ibarrola, víctima del DRIL.