Las autoridades han utilizado cañones de agua a presión y lanzado botes de gas lacrimógeno para tratar de disolver algunas de las manifestaciones que este martes han vuelto a concentrar a decenas de miles de personas por todo Birmania contra el golpe de Estado, a pesar de la ley marcial decretada el lunes por la junta militar.
En contexto: la junta militar de Birmania impuso el lunes la ley marcial en varias ciudades y distritos de Rangún en respuesta a las manifestaciones que se extendieron por todo el país desde el fin de semana y ha prohibido las reuniones de más de cinco personas e impuesto un toque de queda nocturno. El anuncio llegó después de que los militares amenazaran con tomar acciones contra los manifestantes y les acusaran de dañar la estabilidad del país, la seguridad y el Estado de derecho.
La policía ha establecido desde primera hora de la mañana controles en varios puentes y carreteras que llevan al centro de Rangún, antigua capital y cuidad más poblada, escenario desde el sábado de movilizaciones multitudinarias en rechazo al levantamiento militar del pasado 1 de febrero.
Miles de personas han logrado burlar los dispositivos y se han concentrado en las proximidades de la pagoda Sule y el Ayuntamiento, fuertemente protegido por la Policía y ante la presencia de soldados.
En decenas de ciudades a lo largo del país se han replicado manifestaciones masivas, en su mayoría sin altercados con la policía. Sin embargo, en un puñado de ellas las autoridades han actuado contra los manifestantes, como en Naipyidó, donde al menos tres personas han resultado heridas por los cañones de agua y la Policía ha disparado balas de goma en señal de advertencia.
En Manladay, la segunda ciudad más poblada, las autoridades también usaron los cañones de agua, al igual que en Bago, y además lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes pacíficos.
En estos días, un pequeño número de policías ha desertado del cuerpo y se ha unido a los manifestantes, según informan varios medios locales.