“Cantar no puede ser un delito”, dice Vicent Marzá, el señor que se ocupa de la educación de nuestros hijos en la comunidad valenciana.
“Encerrar a alguien por su creación artística no es un buen síntoma de una democracia, nos guste o no esa creación. No tener arte o ser cutre no es motivo para ir a la cárcel”, sostiene Mónica Oltra. Vicepresidenta de la Generalitat Valenciana. Abogada.
Joan Ribó, alcalde de Valencia, vomita que “la desproporcionada actuación de la policía aumenta la crispación social”. Es decir, acusa a las fuerzas de seguridad de los altercados.
“El desorden público es el encarcelamiento de Pablo Hasél. ¿Quién defiende a los agredidos por la policía?”, se preguntan en Podemos, el partido que defiende a Hassel, Valtonyc, Bódalo, Alfon o Rodrigo Lanza. Un grupito de lo más variado cuyo currículum incluye delitos tan dispares como el enaltecimiento del terrorismo, amenazas, agresiones, tenencia de explosivos y asesinato.
Quizá la declaración que más me preocupe es la de Ximo Puig. Presidente de la Generalitat Valenciana. Socialista: “La cárcel no es la mejor respuesta para la libertad de expresión. Avalaré que se pueda decir que se está a favor de liquidar a una persona”
Prueben ustedes a incitar o aplaudir la muerte de la última víctima de violencia machista. Ximo se les echará encima.
Con razón.
Todos los miembros de estos tres partidos se han desgañitado en las cortes valencianas mientras pedían castigos ejemplares para quienes exalten al franquismo o se atrevan a soltar un piropo; le hacen un cordón sanitario al que no condene, de la forma exacta que ellos dicten, las agresiones a las mujeres…y son los mismos que atacan a todo el que ose hacer humor con las razas, los clichés de las distintas nacionalidades, el colectivo LGTBi, los defectos físicos o el acoso.
Irene Montero, marquesa de Galapagar, provocó que se multara a un juez jubilado que osó componerle un poema satírico:
“La diputada Montero, expareja del coleta, ya no está en el candelero, por una inquieta bragueta: Va con Tania al gallinero”
Este violentísimo texto merecía la denuncia de la podemita que sin embargo -junto a sus compañeros de Podemos, Compromís, etc- ve ahora perfectamente normal expresiones como estas:
“Merece que explote el coche de Patxi López”
“Que alguien le clave un piolet en la cabeza a José Bono”
“Es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos”…
Y, en fin, no sigo. El tipejo, que trata de zorras a las mujeres en numerosos tuits, no tiene desperdicio. O mejor: todo él es un desperdicio.
Los defensores de Hasél, por cierto, son los mismos que pedían paredón para un militar retirado que en un chat privado soltaba gilipolleces.
Dejemos a un lado que todos ellos son los mismos que hace meses, bajo la misma pandemia, se llevaban las manos a la cabeza y pedían medidas contra cuatro inocentes cayetanos (pronúnciese de forma despectiva) que se manifestaban pacíficamente en las calles de Madrid: Echenique vomitaba que “una minoría no puede ponernos en peligro a todos y las autoridades deben actuar”.
Ahora todos ellos atacan a unos policías que han actuado para proteger la salud pública, a sí mismos y a los bienes de mucha gente que ya tienen bastante con la que está cayendo como para aguantar además las gamberradas de esa gentuza que sale a la calle a hacer el bestia con la excusa que sea.
Los ciudadanos civilizados sabemos que Hasél está condenado por enaltecer el terrorismo de ETA y Al Qaeda, por agredir a un cámara de televisión y a un testigo en un juicio y que está siendo investigado por asalto.
Siempre me pregunto si estos cargos públicos mienten a sabiendas o creen de veras lo que dicen.
Marzá es un tipo inteligente, Oltra es abogada. Puig es un político hábil, un hombre culto.
Ribó es tonto. No le pido peras al tonto.
Pero quizá lo más peligroso es que sí, que todos creen lo que dicen. Que importa el quién, no el qué. Y eso ilustra el tipo de sociedad que defienden y quieren construir. Una de las abogadas que representa a los salvajes callejeros apelaba al derecho de estos a “odiar a la policía”.
Ni un día sin un derecho más.
Una sociedad donde cada uno reclama SUS derechos, unas leyes a la carta, una justicia prêt à porter, es una dictadura.
“Por nuestro propio bien”, están creando una sociedad medieval en la que la nueva religión y el estado vuelven a ir de la mano.
Es el nuevo macartismo de izquierdas. Y todo el que les contradiga merece la exclusión y el linchamiento en redes sociales.
La muerte civil. Según quién. Eso, sí.
En un gran momento televisivo, Monedero le decía a Albert Plá: “No podemos mirar para otro lado, encadenan a raperos, llevan a juicio a Willy Toledo…”, a lo que Albert responde: “Está jodido, si, hoy te lleva a juicio hasta Podemos”
“¿A quien hemos llevado a juicio?”, pregunta Monedero escandalizado.
“A mi”, responde Plá. “Por decir que mataría a todos los de Podemos antes de que tengan guardaespaldas”.
Pues eso.