El toreo vuelve a latir en Las Ventas con una tarde triunfal y muy emotiva
La plaza de toros de Las Ventas ha reabierto sus puertas después de 18 meses de inactividad con un exitoso festival.
La plaza de toros de Las Ventas ha reabierto sus puertas después de 18 meses de inactividad con un exitoso festival
La plaza de toros de Las Ventas ha reabierto sus puertas después de 18 meses de inactividad con un exitoso festival en el que, más allá de los trofeos cortados, que fueron siete, lo realmente importante fue volver a sentir el toreo latir en la primera plaza del mundo después de tanto tiempo.
Había nostalgia por volver a pisar la plaza de Madrid, que estrenaba por fin su nuevo burladero al lado de la puerta de chiqueros, sin duda, una gran iniciativa del Centro de Asuntos Taurinos y que, a buen seguro, evitará algún que otro susto en alguna «portagayola» o en cualquier otro momento de apuro.
Luego la tarde fue un torrente de emociones marcada por esa añoranza de 18 meses de inactividad. El toque de clarines y timbales inicial con toda la plaza en pie aplaudiendo fue de esos momentos de vello de punta, como cuando se hicieron presentes los toreros o el amago de minuto de silencio, interrumpido (desacertadamente) por la banda con el himno nacional.
Pero toda esa morriña previa quedó a un lado en cuanto salió el primer toro, pues cabe apuntar que, aunque fue un festival, de los seis astados reseñados había cuatro cinqueños, dos cuatreños y un utrero, algo de agradecer y que demuestra una vez más la importancia que se le da al toro en la primera plaza del mundo.
El primero fue un magnífico ejemplar de El Capea para que el rejoneador Diego Ventura se «emborrachara» con él en una faena muy completa y premiada con las dos orejas.
Llegaba el turno de los toreros de a pie y, para volver a recordar viejos tiempos, llegó también el primer baile de corrales.
Fue en el primero de Ponce, un inválido de Juan Pedro Domecq que tuvo que ser sustituido por otro del mismo hierro y que acabó también en los corrales por el mismo defecto que su hermano.
El sobrero tris fue de Carmen Lorenzo -el que estaba reseñado inicialmente para rejones-, un animal tan enclasado como falto de fuerzas, con el que se vio a un Ponce que buscó la estética de su toreo en una faena larga y de escaso contenido por lo que poco que dijeron toro y torero.
El Juli ofreció, posiblemente, su mejor versión ante un toro extraordinario de Garcigrande, al que toreó a cámara lenta con el capote y al que cuajó una faena en la que se le vio más relajado que nunca, muy templado y hasta encajado también por momentos estructurar una obra importante y en la que llevó a su antagonista muy largo y con media muleta barriendo el albero.
Qué bien estuvo Julián, que hilvanó dos cambios de mano simplemente sublimes para acabar su labor de una certera estocada. Dos orejas.
Manzanares hizo un tremendo esfuerzo con uno de Victoriano del Río encastado y muy exigente, de esos que no regalan nada y que a la mínima tendía a meterse. Había que llevarlo muy tapado y aprovechar la inercia inicial para que no parase, pues en cuanto lo hacía soltaba la cara y se iba directo a por el torero, que se mostró firme y comprometido en una labor premiada con un trofeo.
Perera cortó también un trofeo de un buen toro Fuente Ymbro con el que se mostró técnicamente impecable a lo largo de una labor en la que anduvo fácil y templado pero sin acabar de entusiasmar.
Y Ureña se topó con un «valdefresno» muy sosote, pero tampoco a él se le vio demasiado animado, por lo que su labor transcurrió sin pena ni gloria.
Cerró la tarde el novillero Guillermo García, muy animoso y decidido con un utrero de El Parralejo bueno de verdad con el que, además, dejó retazos de lo bien que quiere hacer las cosas. Cortó una oreja más para cerrar así el festival.
Al finalizar la tarde la sensación de felicidad que había inundado al aficionado durante toda la función se tornaba otra vez en incertidumbre. Las Ventas de momento vuelve a echar el candado hasta nuevo aviso. ¿Hasta cuándo?. La Comunidad (organizadora del festejo de hoy y propietaria) y Plaza 1 (la adjudicataria que sigue sin mover un dedo) tienen la última palabra.
Ficha del festejo
Toros, por este orden, de El Capea (para rejones); Carmen Lorenzo, sobrero tris -reseñado inicialmente para rejones- y que vino a sustituir al titular de Juan Pedro Domecq y otro sobrero de este mismo hierro, devueltos ambos por inválidos; Garcigrande; Victoriano del Río; Fuente Ymbro; Valdefresno y El Parralejo.
Envío bien presentado en líneas generales, en el que hubo hasta cuatro cinqueños, dos cuatreños (1º y 3º) y un utrero (7º). Bueno el primero; con calidad pero cogido con alfileres el segundo; el tercero fue extraordinario; encastado y exigente, el cuarto; muy manejable el quinto; más sosote el sexto; y bueno también el último.
El rejoneador Diego Ventura: rejón caído (dos orejas).
Enrique Ponce: pinchazo y media caída (silencio tras aviso).
Julián López «El Juli»: estocada (dos orejas).
José María Manzanares: estocada (oreja).
Miguel Ángel Perera: casi entera trasera y desprendida (oreja).
Paco Ureña: dos pinchazos y casi entera (silencio tras aviso).
El novillero Guillermo García: pinchazo y estocada (oreja).
Lleno de «no hay billetes» con las 6.000 entradas puestas a la venta agotadas a las dos horas de abrirse las taquillas.