THE OBJECTIVE

Las costuras del PSOE

No sé hasta qué punto se puede hacer lectura a escala nacional, pero asoma un cierto cambio de tendencia. La política son ciclos y la rueda sanchista ya empieza a desgastarse.

Las costuras del PSOE

Las elecciones madrileñas han generado un movimiento sísmico sin parangón y sus réplicas políticas ya se han cobrado algunos peajes. Isabel Díaz Ayuso salió por la puerta grande. Dobló resultados y sumó más que las tres izquierdas juntas. Se impuso a los que se adjudicaron la calle y se atribuyeron la moral de lo correcto. Pero, al final, habló Madrid y esta le entregó las llaves de su reino. No hay nada más democrático que dejar hablar a la mayoría.

Con su victoria ha conseguido que Pablo Iglesias emprenda una retirada de la vida política. Detrás del nómada vallekano está el PSOE, herido de corazón y orgullo. En el cuartel general monclovita no han gustado las caricias de simpatía hacia la candidata popular de históricos socialistas como Nicolás Redondo Terreros o Joaquín Leguina. Un expediente de expulsión ––instigado por Pedro Sánchez, Adriana Lastra y compañía––, a modo de berrinche. Quizá el siguiente en esa purga de pataleta sea Felipe González, que ya ha dicho que su partido tiene que hacer una reflexión interna. Ahí ya el PSOE terminaría de perder toda decencia y sentido de estado. La podemización sale cara.

La derrota socialista ha sido humillante y no por culpa de Ángel Gabilondo. Bastante ha tenido el pobre hombre con intentar orientarse entre las sinuosas directrices impuestas por el aparato estatal del PSOE. La guadaña sanchista ha pasado por José Manuel Franco, secretario general madrileño, que ya me dirán ustedes qué ha pintado en esta campaña, y por el propio Gabilondo. A este último le han obligado a renunciar a su acta de diputado. Celebro que se haya recuperado de su arritmia. Cuando antes se aleje de esa espiral en la que le han introducido, mejor.

Y el propio Sánchez desaparecido en combate. Ni rastro de él. Basta con echar un vistazo a las declaraciones postelectorales de José Luis Ábalos o Carmen Calvo. La victoria de Ayuso la han reducido al fascismo, una lata de berberechos y a los borrachos de los bares, que no han sabido votar de forma adecuada. Dicen que no han trasladado bien su mensaje. Tal vez el mensaje no era el correcto y de ahí el duro gancho de derecha en las elecciones. Veremos qué tal salen esas primarias en Andalucía, que ya se las han convocado a Susana Díaz, otra con la que quieren exhibir su cabeza política en una pica en Ferraz. Ella ya ha dicho que acudirá a la cita. El terremoto madrileño puede que aún aguarde más sorpresas.

Por primera vez, atisbo síntomas de agotamiento en las filas socialistas. Las costuras del centenario partido asoman y el pueblo se fatiga de tanta vacuidad. El golpe mesetario ha sido contundente. En Génova se frotan las manos después del triunfo de la dama tabernaria, la que ahora sujeta las siglas del PP. No sé hasta qué punto se puede hacer lectura a escala nacional, pero asoma un cierto cambio de tendencia. La política son ciclos y la rueda sanchista ya empieza a desgastarse.

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