Maestros del momento
Los gobiernos son propaganda. Las instituciones son propaganda. Los partidos políticos son propaganda. Los políticos son propaganda. Todo lo que dicen y hacen es propaganda
Los gobiernos son propaganda. Las instituciones son propaganda. Los partidos políticos son propaganda. Los políticos son propaganda. Todo lo que dicen y hacen es propaganda. Lógica premisa, quieren vendernos su mensaje, que cale en la sociedad para que el pueblo les vote. Después llega la factoría Moncloa Producciones, capitaneada por Iván Redondo. Insuperable. No hay ficción que se le resista, la presenta luego en bandeja de plata y genera adeptos de forma masiva para la distracción. Una maniobra perfecta. Y bien ejecutada por el presidente del Gobierno.
Si de algo ha sido capaz Pedro Sánchez es de colocar sus mensajes siempre en el momento oportuno. De vender el humo más preciado a la ciudadanía para contrarrestar una decisión impopular. Saliendo victorioso, además, cual emperador romano después del fragor de la batalla. No hay factura, el trono electoral se mantiene.
Cuando el asunto de los indultos a los presos independentistas era apenas un murmullo con el mentón pegado al pecho, tenía la sensación de que todo el mundo se iba a echar encima de Sánchez. Ahora ya pienso que ha logrado vender el mensaje y que, poco a poco, está haciendo creer a los ciudadanos y a todos los estamentos sociales que es la medida perfecta para rebajar la tensión en Cataluña. Miren, si no, la imprudente declaración de Antonio Garamendi sobre el tema. El presidente de la patronal de las empresas tuvo que recoger el largo tendido de cables enmarañados para evitar una desautorización de su entorno.
Colón mostró un desencanto palpable y real pero, me temo, no creo que sea suficiente para rebatir el relato sanchista. Llegarán las vacaciones, la playa y, ay, qué a gusto está uno aquí en la arena tomando el sol, sin mascarilla y con una cerveza bien fría en la mano. Al gaznate agradecido no le preguntes de indultos. Y otra vez gana el mensaje del Gobierno.
Porque, claro, ¿cómo ofrecer la dosis idónea de placebo para desviar una decisión tan delicada? A través de una de las medidas más populares que ahora puede brindar un mandatario: liberar a los españoles de la mascarilla en espacios abiertos. ¿A quién no le gusta que le liberen de semejante bozal? Y anunciar, previamente, la llegada de las ayudas europeas. ¿Es casualidad que lleguen estos anuncios justo cuando se va a tomar una de las medidas más polémicas en democracia? El cartel luminoso señala que esta pregunta es rematadamente retórica.
Son verdaderos maestros. Maestros del momento oportuno. Unos tahúres, como dice Cayetana Álvarez de Toledo, que saben jugar de forma magistral sus cartas. Puede que llegue un momento en el que, a la hora de ponerlas encima de la mesa, el resto de contrincantes, hartos de la misma estrategia una y otra vez, les pongan en su lugar con una jugada superior. Y tal vez así se acabe la partida.