Panem et circenses
Tener al pueblo entretenido, anestesiado, mientras nos cuelan los goles. Es tan viejo como el poder
La semana arrastra un denso fango propagandístico. Arribamos al domingo con una mano colocando la sombrilla en la playa y con la otra sosteniendo la perplejidad del engatusado. Sin parangón ni tregua, el Gobierno ha lanzado y colocado todos sus mensajes y medidas con precisión cirujana, en la ocasión oportuna. El momento preciso. Siempre con una especie de contrapartida en el cajón para compensar la posible erosión política, no se vaya usted a pensar.
Porque con la decisión de indultar a los presos del ‘procés’ hasta ellos mismos saben que es una medida que les va a pasar factura. Proclama Sánchez, una y otra vez y con el eco continuo de su séquito gubernamental, que es para rebajar la tensión en Cataluña. Escuchando el otro día a los indultados por el presidente del Gobierno, me pregunto dónde está la concordia y el espíritu de convivencia que solemniza Moncloa de forma machacona para vender esta medida de gracia.
Pero había una sorpresa para compensar ese descontento. Otra medida de gracia y condescendencia que brinda Sánchez a sus súbditos, que fue anunciar el fin de la mascarilla en exteriores. Es posible que, leyendo ahora a este humilde juntaletras, ya haya deambulado por las calles de su ciudad o su pueblo sin el bozal pandémico. ¿A quién no le gusta ir sin mascarilla? Es el contrapeso perfecto aplicado por el Ejecutivo para evitar un aluvión de críticas con los indultos.
Siguiente cebo popular. Se aprueba el jueves en Consejo de Ministros extraordinario una rebaja temporal del IVA sobre la electricidad del tipo general (21%) al reducido (10%) hasta final de año. También se suspende el impuesto a la generación eléctrica del 7% que pagan las compañías productoras de luz. Todo esto tras el descontento social motivado por la nueva factura de la luz.
Entre medias, la ley de Eutanasia, que entró en vigor este viernes. Una ley que convierte el derecho a morir en una prestación sanitaria más. Como la que tienes cuando te rompes una pierna o te operas de cataratas. Tramitada en tiempos de pandemia, sin consultar prácticamente a nadie, ni siquiera al Comité de Bioética. Como había prisas, también vemos ahora las carencias. No están listos los registros de objetores, ni tampoco el manual de buenas prácticas. Cabe recordarlo.
¡Vaya semana! Y ahí va la última ocurrencia de la infinita chistera de Iván Redondo: que el público vuelva a los campos de fútbol con total normalidad la temporada que viene. Olé. Pack completo. Hace nada era un disparate absoluto, según Sanidad. Ahora, una realidad palpable. Ya que estamos, permitidnos también el aforo completo en Las Ventas para volver a vibrar con alguna faena antológica.
Como en la Antigua Roma, ‘panem et circenses’. Tener al pueblo entretenido, anestesiado, mientras nos cuelan los goles. Es tan viejo como el poder.