El Gobierno talibán ha sostenido que va a prohibir a las mujeres hacer deporte, según ha informado el diario británico The Guardian. En una entrevista con la emisora australiana SBS, el subdirector de la comisión cultural de los talibanes, Ahmadullah Wasiq, ha dicho que el deporte femenino no se considera ni apropiado ni necesario.
Lo más polémico: esta prohibición incluye al equipo femenino de críquet del país. «No creo que se permita a las mujeres jugar al críquet porque no es necesario que las mujeres jueguen al críquet», ha dicho Wasiq. «En el cricket, podrían enfrentarse a una situación en la que su cara y su cuerpo no estarían cubiertos. El Islam no permite que las mujeres sean vistas así», ha sostenido. «Es la era de los medios de comunicación, y habrá fotos y vídeos, y entonces la gente lo verá», ha afirmado Wasiq.
Tras estas declaraciones, los funcionarios de la junta de cricket de Afganistán han asegurado que no han sido informados oficialmente del destino del cricket femenino. No obstante, el programa de la junta para las niñas ya ha sido suspendido.
El nuevo Gobierno de Afganistán, de línea dura pese a que los talibanes prometieron que sería representativo, se enfrenta desde este miércoles al reto de convencer de sus buenas intenciones, en medio de manifestaciones organizadas en las grandes ciudades del país. En el poder desde mediados de agosto, dos décadas después de haber impuesto un régimen fundamentalista y brutal en Afganistán entre 1996 y 2001, los talibanes anunciaron el martes la composición de un Gobierno interino.
Durante el anuncio del Gobierno, el portavoz de los fundamentalistas, Zabihullah Mujahid, dijo que el gabinete «no estaba completo» y que intentarían «tomar gente de otras partes del país».
Estados Unidos señaló inmediatamente la ausencia de mujeres y dijo que estaba «preocupado» por «las afiliaciones y los antecedentes de varios de estos individuos». Además, insistió en que se evaluará al nuevo régimen «por sus acciones, no por sus palabras», en términos del secretario de Estado Antony Blinken.
Desde que llegaron al poder, los talibanes han querido mostrarse más abiertos y moderados, pero sus promesas no acaban de convencer y muchos temen que vuelvan a imponer el régimen fundamentalista de los años 1990, especialmente atroz con las mujeres.
Pramila Patten, responsable ONU Mujeres, agencia sobre la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, ha considerado que su ausencia en este Gobierno «ponía en duda el reciente compromiso (de los talibanes) para proteger y respetar los derechos» de las afganas.
En un comunicado, el líder supremo del movimiento, Hibatullah Akhundzada, ha afirmado que el Gobierno «trabajará fuerte para defender las reglas del islam y la sharia», la ley islámica, lo que ha aumentado la inquietud ante el temido régimen.
Todos los miembros de este ejecutivo, dirigido por Mohammad Hasan Akhund, un excolaborador cercano del fundador del movimiento, el mulá Omar, son talibanes. Varios nuevos ministros, algunos de los cuales ya eran muy influyentes en el anterior régimen talibán, figuran en las listas de sancionados de la ONU. Cuatro de ellos pasaron por la cárcel estadounidense de Guantánamo.
Abdul Ghani Baradar, cofundador del movimiento, es viceprimer ministro, y el mulá Yaqub, hijo del mulá Omar, titular de Defensa. La cartera de Interior es para Sirajuddin Haqqani, líder de la red Haqqani, la facción más violenta de los talibanes y calificada de terrorista por Washington.
Desde que los talibanes se hicieron con el poder han tenido lugar sucesivas manifestaciones en el país. El martes, por primera vez, se produjeron víctimas mortales en estas protestas. En Herat, dos personas murieron y ocho resultaron heridas por disparos, según informaron médicos locales.
Para el portavoz Zabihullah Mujahid, estas marchas son «ilegales», mientras «no se hayan proclamado las leyes». Por ello pidió a la prensa «no cubrirlas». Según la Asociación Afgana de Periodistas Independientes (AIJA), 14 reporteros, afganos y extranjeros, fueron detenidos brevemente el martes por los talibanes durante las manifestaciones, protagonizadas en su mayoría por mujeres.