El nuevo embajador español en Afganistán, Ricardo Losa, se instalará esta semana en Doha, capital de Catar, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y otros aliados occidentales que han elegido este país del Golfo Pérsico para que sus respectivos embajadores sigan desde allí los asuntos afganos, según desvelan fuentes diplomáticas a THE OBJECTIVE.
Aunque España no reconoce diplomáticamente al nuevo régimen de los talibán que gobierna en Kabul, este paso abrirá de facto el primer canal de comunicación entre el Gobierno de Pedro Sánchez y las nuevas autoridades afganas.
Por el momento, Losa no tendrá contactos a nivel político con los representantes que los talibán han acreditado en Doha, pero Exteriores le podrá autorizar a entablar comunicaciones de carácter «operativo» con ellos cuando se trate de coordinar ayuda humanitaria -la UE ya se ha comprometido a entregar 1.000 millones de euros- o exigir el mantenimiento de los avances en Derechos Humanos que se lograron en las últimas dos décadas.
Estos contactos de tipo operativo también se utilizarán, en caso de necesidad, para la evacuación a España de colaboradores afganos y familias, un trabajo que aún no ha concluido. Los dos últimos vuelos de la pasada semana, con un total de 266 personas, se llevaron a cabo desde Pakistán. Las citadas fuentes subrayan que el compromiso en agosto del titular de Exteriores, José Manuel Albares, de no dejar a nadie atrás sigue plenamente vigente.
El jefe de la diplomacia se reunió a finales de septiembre con el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Zani, y otros miembros del Ejecutivo catarí a los que trasladó la posibilidad de que el embajador español se instalase en Doha, al tiempo que les pidió ayuda para lograr el traslado a España de los colaboradores afganos «en el menor tiempo posible».
La embajada española en Kabul está cerrada desde la toma del poder de los talibán a finales del verano. Los nuevos gobernantes afganos han respetado, por el momento, los recintos de las legaciones extranjeras y han apostado combatientes en las puertas para garantizar la seguridad en torno a ellas.
Losa fue nombrado embajador en el país asiático el 3 de agosto coincidiendo con el cese del titular saliente, Gabriel Ferrán, pero no pudo viajar allí ante el deterioro de la situación en Afganistán. El 11 de agosto, fuentes norteamericanas todavía evaluaban la capacidad de resistencia del Gobierno local en tres meses, pero el Gobierno de Ashraf Ghani se desmoronó en cuestión de días y el propio presidente afgano huyó a Emiratos Árabes Unidos.
La sustitución de Losa por Ferrán se hizo, por tanto, antes de la crisis política y humanitaria en Afganistán. La solicitud de plácet por parte de España -para el cambio de embajador- se cursó al Gobierno afgano el 8 de junio y la luz verde de Kabul llegó un mes más tarde, el 8 de julio, en un momento en el que los análisis de inteligencia de Estados Unidos «incidían en que los talibanes tardarían en llegar a Kabul entre varios años y seis meses», según desveló el ministro español en su comparecencia parlamentaria de finales de agosto.
A raíz de la rápida ofensiva talibán a mediados de agosto y la entrada de éstos en Kabul, Albares acordó -tras hablar con ambos- que lo mejor era que el nuevo embajador se quedase en Madrid y que Ferrán y su adjunta, Paula Sánchez, permanecieran en la capital para coordinar desde el aeropuerto el dispositivo de evacuación de más de 2.000 afganos.
Después de que concluyese aquel puente aéreo, el ministro decidió que Ferrán y Sánchez siguiesen trabajando en Madrid en la célula sobre Afganistán que Exteriores mantiene operativa para organizar la evacuación de colaboradores afganos. Ambos diplomáticos fueron condecorados a finales de septiembre, junto a otra veintena de personas, por su labor en aquellos días de agosto.