Unidas Podemos, la coalición instrumental que nació tras la unión de Podemos con Izquierda Unida, avanza a marchas forzadas hacia la disolución. De ello están convencidos varios miembros y dirigentes de la plataforma consultados por THE OBJECTIVE. En tan solo diez días, se han escenificados acusaciones mutuas, falta coordinación y lucha entre las familias que componen la coalición. En el grupo parlamentario se respira una atmósfera de salvase quien pueda, con el movimiento de Yolanda Díaz de detonante de todo el proceso.
«Esto ya no existe, no hay coordinación ni comunicación», afirma un cuadro de Unidas Podemos con responsabilidad gubernamental en conversación con este diario. El momento en que se hizo palpable ese problema fue el anuncio de la querella contra la presidenta del Congreso tras la inhabilitación de Alberto Rodríguez. Alberto Garzón, el líder de IU, ya ha elegido oficialmente entrar en el bando de Yolanda Díaz y admitió públicamente que no sabía nada de esa decisión.
El asunto ha resultado particularmente desagradable en el grupo parlamentario. El portavoz Pablo Echenique informó a los demás diputados de que la medida estaba hablada con todas las familias de la coalición. Pero después se ha difundido la tesis de que eso «no era verdad». «Ha sido un movimiento sin contar con Alberto ni con Yolanda», remarcan algunos para describir ese hecho como el elemento de la ruptura «definitiva».
Ruptura entre Yolanda Díaz e Irene Montero
Para las fuentes consultadas el asunto de Alberto Rodríguez es tan solo la punta del iceberg. Los problemas internos van muchos más allá. Ya nadie niega la ruptura entre el grupo de Irene Montero y Ione Belarra con el núcleo capitaneado por Yolanda Díaz. Hace unos meses, cuando salían las primeras informaciones sobre esa pugna, la coalición insistía en negar por tierra, mar y aire los hechos. Ahora, la verdad se ha impuesto.
El problema, como siempre, es de liderazgos. Irene Montero no quiere ceder su cuota de poder y mantiene una estrecha alianza con Enrique Santiago, el líder del PCE, que tiene mucha influencia en Izquierda Unida. En las reuniones de la coordinadora de IU, mientras Garzón habla abiertamente de que hay que respaldar a Yolanda Díaz, Santiago pide tiempo («no es tiempo de especulaciones electorales», dijo).
A día de hoy, el eje Montero-Santiago se niega a entrar en la plataforma de Díaz: «No quieren que se consolide Yolanda porque tendrían que entrar como furgón de cola de su candidatura, y no quieren otra experiencia como la de Carmena», señalan fuentes de Unidas Podemos. Juan Carlos Monedero ya avisó a Díaz mencionando a la exalcaldesa de Madrid, pero el hecho de que la ministra de Trabajo entable negociaciones incluso con ella ha desatado la ira de Pablo Iglesias. Para Podemos, Carmena es con Íñigo Errejón una traidora que casi dinamita todo el proyecto nacido en 2014. Muchos en el partido morado asumen que «Yolanda está yendo demasiado lejos».
De ahí que empieza a aparecer con fuerza el término de la «disolución». Cada sigla de la coalición va por su lado, y Podemos no ha logrado pasar de las redes a la organización territorial. Sigue siendo una «agencia de publicidad», acusan los más críticos, que por otro lado creen que Yolanda Díaz está copiando ese método para crear un artefacto electoral en el menor tiempo posible. La salida de Pablo Iglesias en el pasado mes de mayo ha dejado un vació de liderazgo, que aspira a ocupar Yolanda Díaz. Pero los morados que quedan no están dispuestos a disolverse en ese experimento político.
«Lo que queda es el PCE»
A nivel territorial, por ejemplo, los cuadros han dejado de hablarse y hay una desconfianza general entre los que ya abogan por sumarse al proyecto de Yolanda Díaz y los que siguen fieles a Podemos. Madrid es una de las zonas cero del colapso, con el auge de Más Madrid y el desplome electoral de los morados. Pero también en Cataluña no queda casi nada de Podem, así como en Valencia, País Vasco y Galicia. «Todo lo que queda es por el PCE, Podemos es ya el PCE», repiten muchos dirigentes.
Las fracturas internas se aprecian en el grupo parlamentario, donde se han dado casos como el de los catalanes, que han anunciado que presentarán enmiendas a la ley estrella de Irene Montero. Un movimiento que desde este sector aseguran que tiene el visto bueno de Ada Colau, lo que añade mucha tensión a la guerra de alianzas. «El problema es que Yolanda está pactando con todos los enemigos de Pablo: Carmena, Colau, Compromís y Más Madrid. Es demasiado», asumen desde las filas moradas.
Queda la pregunta de si el grupo parlamentario puede resistir a una «disolución de facto» de Unidas Podemos. Lo más probables, afirman las fuentes consultadas, es que los diputados aguantan para salvar el sillón. Es decir, que de momento no se respira el peligro de una escisión que podría quitar a Pedro Sánchez los apoyos necesarios para gobernar. Pero también es cierto, como desveló en exclusiva este diario, que Irene Montero no está dispuesta a bajar la cabeza. Cree que Podemos tiene un suelo electoral estable, y que Yolanda Díaz todavía no. Pero el tiempo juega en su contra, y la dirigente madrileña lo sabe.