El 93% de las víctimas de violencia de género no llega a fin de mes

La pandemia ha intensificado la pobreza en España. El número de hogares que tiene dificultades para afrontar los gastos básicos se ha duplicado. Esos problemas se hacen especialmente patentes en las personas que ya eran vulnerables antes de que llegara el virus, como es el caso de las mujeres víctimas de violencia de género. Un 93% encuentra algún grado de dificultad para llegar a fin de mes, según el IX Informe Violencia de Género y Empleo de la Fundación Adecco. No es el único indicador alarmante: el estudio también precisa que siete de cada diez mujeres que han sufrido malos tratos no comunican su situación en las entrevistas de trabajo por miedo a ser descartadas.

Estas son solo algunas de las conclusiones que presenta el estudio, basado en una encuesta realizada a 350 mujeres que han acreditado su condición de víctima de violencia de género, son residentes en España y se encuentran en situación de desempleo. El sondeo se difundió de manera online a través de una plataforma experta en la recogida de datos y a través de la recepción de documentos en papel. Un 93% de las consultadas reconoce problemas para llegar a fin de mes, aunque no todos los casos son iguales. La gran mayoría, el 61% de estas mujeres, afirma tener «mucha dificultad» para llegar a fin de mes, el 17% sostiene que encuentra «dificultad» y otro 15% reconoce «cierta dificultad». 

Solo el 7% de las encuestadas afirma no encontrar problemas para superar el mes. Un porcentaje «lógico», según Carmen Benito, presidenta de Mujeres Unidas contra el Maltrato (MUM), una asociación que acompaña y ofrece recursos a las víctimas de la violencia de género. «Una mujer que sale de su casa o que se queda sola tiene la autoestima denostada y se encuentra ante muchos problemas, principalmente económicos», insiste Benito a THE OBJECTIVE. En su opinión, las ayudas que ofrecen las Administraciones no son suficientes porque «con poco más de 400 euros no pueden pagar un alquiler, dar de comer a sus hijos y pagar las facturas». 

Evolución de las denuncias

Benito apuesta por que las instituciones faciliten alquileres sociales y programas de inserción para estas mujeres: «Solo con un trabajo, y dependiendo del sueldo, se puede salir adelante». Por eso, muchas víctimas deciden no acudir a la policía o demoran la denuncia. Los datos facilitados por el Consejo General del Poder Judicial así lo evidencian. A lo largo de la última década se ha producido un aumento del 12% en el número de denuncias de violencia de género. No obstante, el ascenso no ha sido lineal, sino que a lo largo de esos años se han producido aumentos y descensos que han estado íntimamente ligados a la coyuntura económica.

En los periodos de crisis, en los que se dispara el desempleo, cae el volumen de denuncias, fundamentalmente por el temor de las mujeres a no encontrar trabajo o verse sin recursos. La cifra más baja de denuncias de la última década, 124.894, se registró en 2013, coincidiendo con la etapa más dura de la Gran Recesión, iniciada cinco años antes. Tampoco es casualidad que en 2020, el primer año de la pandemia, se produjera el primer descenso en el número de demandas tras seis años consecutivos de incrementos. Las 150.785 denuncias presentadas supusieron un 10% menos respecto al curso anterior. No obstante, en el primer semestre de este 2021 ya se han presentado 75.722 demandas por violencia de género, un 7% más que durante el mismo periodo del año anterior.

Las víctimas de la violencia de género se han asociado erróneamente a determinados rasgos de personalidad. Estereotipos que se ven reflejados en el informe: un 74% de las encuestadas prefiere no revelar su situación en las entrevistas de trabajo por el temor a ser descartadas por estos prejuicios que la relacionan con personalidades inseguras, caracteres conflictivos o perfiles absentistas. «Estas creencias chocan frontalmente con la realidad. Las mujeres víctimas de la violencia de género saben que el empleo puede ayudarlas a salir adelante, proporcionándoles autoestima, independencia económica o incrementando su red de contactos. Además, son personas que han desarrollado habilidades para sortear obstáculos», destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

Trabajo irregular

«Es completamente desacertado atribuir a estas mujeres unas características o temperamento concreto: los malos tratos nunca son ocasionados por la forma de ser de la víctima, sino por el comportamiento del agresor. En lugar de estigmatizarlas debemos brindarles todo nuestro apoyo», indica Begoña Bravo, responsable del plan de integración de Adecco, que a través de sus programas ha generado 488 empleos para personas en riesgo de exclusión, entre ellas víctimas de violencia de género. Carmen Benito, presidenta de MUM, sostiene que todavía existen muchos clichés en la sociedad y que ha conocido casos de empresas que han firmado convenios para ayudar a mujeres que padecen malos tratos y que, a la hora de la verdad, no las han contratado. «Se necesita una orden de alejamiento que, en muchas ocasiones, tarda. Pero las necesidades siguen existiendo».

El informe de Adecco sostiene que la violencia de género expone a situaciones extremas de aislamiento, exclusión social o pobreza, por lo que el empleo se convierte en el camino para que estas mujeres puedan normalizar y recuperar el control de sus vidas. No lo tienen fácil: el 80% de las encuestadas reconoce que la búsqueda de trabajo es ahora más complicada que antes de la pandemia, el 88% cree que ahora se publican menos ofertas laborales y tres de cada cuatro mujeres consultadas considera que los requisitos que se les exigen son ahora más exigentes. Esta situación de precariedad hace que el 59% de ellas se plantee la opción de trabajar de forma irregular, sin estar dada de alta en la Seguridad Social.