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Rajoy carga en su libro contra el «nacional-populismo» de Vox y la España vaciada

El expresidente arremete con dureza en ‘Política para adultos’ contra el «antieuropeismo» y la política «demagógica» en inmigración de Santiago Abascal

Rajoy carga en su libro contra el «nacional-populismo» de Vox y la España vaciada

Mariano Rajoy | Alejandro Martínez (EP)

Mariano Rajoy presenta este miércoles su libro Política para adultos (ed. Plaza & Janés) en el que se despacha con dureza contra el «nacional-populismo» y el «delirante antieuropeísmo» de Vox, así como contra los «grupúsculos» que se están formando en torno al movimiento de la España vaciada y el sistema de primarias internas dentro de los partidos políticos, del que abomina.

Fiel a su estilo de no meterse en los charcos de agua, el expresidente del Gobierno apenas menciona en su obra en un par de ocasiones a Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso sin entrar en el guerra interna que ambos mantienen por el control del PP de Madrid. Al comisario José Manuel Villarejo solo le alude en una ocasión mientras que Luis Bárcenas sigue en el olvido: no hay ninguna alusión al extesorero del PP en sus 336 páginas.

Rajoy inicia su cruzada política contra el populismo con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, de ariete de sus críticas. «La llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos ya supuso un aldabonazo sobre la capacidad de un líder populista de sortear el sistema de filtros y controles de una democracia tan consolidada como la estadounidense», advierte de inicio.

Sin embargo, es la actitud de Trump, una vez que perdió las elecciones, la que más incomoda a Rajoy. «Siguió denunciando fraude de manera sistemática hasta convencer a buena parte de los votantes de que las elecciones habían sido robadas. El asalto al Capitolio fue la consecuencia de dicha estrategia», le reprocha al exmandatario estadounidense, de quien subraya que el trumpismo que ha dejado como legado «es la versión más depurada de la deriva populista que ha venido a cuestionar el orden democrático liberal vigente en el mundo occidental desde mediados del siglo pasado».

Vox es el siguiente al que critica con vehemencia, en especial el uso político que hace de la inmigración. «Se inventan cualquier otra baladronada para agitar el descontento y el malestar social. Todo vale menos decir la verdad y atender al fenómeno con responsabilidad y justicia. Ahora bien, si tenemos que hablar de populismo xenófobo habrá que admitir que los pioneros en España fueron los independentistas catalanes», hace hincapié a modo de comparación.

«Quim Torra se refería a los no catalanes como ´bestias con forma humana que destilan un odio perturbado´. Nadie se escandalizó por estas palabras, que en cualquier otro país democrático hubieran supuesto la inhabilitación definitiva de su autor para cualquier actividad institucional. Hasta Marine Le Pen se vio obligada a repudiar políticamente a su padre por unas manifestaciones que no llegaban ni de lejos a la xenofobia mostrada por Torra», señala.

Con Vox, «respeto pero no aquiescencia»

Rajoy insiste en que «indudablemente» tuvo mucho más éxito la gestión de Díaz Ayuso antes de las elecciones del 4-M que la campaña contra los menores no acompañados de Vox, «intentando agitar un sentimiento que los españoles hoy no albergan». Además, reprocha a Santiago Abascal el «delirante antieuropeísmo» que exhibió en el discurso de su moción de censura contra Pedro Sánchez, en el que el candidato de Vox «habló de la oligarquía europea insaciable, con aspiraciones soviéticas, que devora sumas astronómicas de dinero mientras produce frenéticamente reglamentos y directivas».

Por ello, advierte a los votantes de Vox de que tienen su respeto pero no su aquiescencia. «No voy a decir que es un partido fascista porque eso es falso. Sin embargo, Vox y PP ahora mismo representan dos fuerzas políticas muy distintas. Vox es la versión española de los movimiento nacional-populistas que vemos en muchos otros países europeos. Nadie del PP puede compartir el discurso antieuropeo de Vox, ni su política demagógica respecto a la inmigración, ni su discurso de radicalidad y visceralidad. Somos distintos y es bueno que se vea que somos distintos», deja claro.

«Mi previsión es que, al igual que sucedió con Ciudadanos, más pronto que tarde los votantes de Vox volverán a apostar por el PP», vaticina a continuación. «Los votantes de Vox volverán al PP en cuanto lleguen al convencimiento de que el PP es la gran plataforma electoral de todo el centro-derecha español y el partido que tiene posibilidades reales de llegar al Gobierno», augura de cara a futuros comicios.

Mariano Rajoy en un acto reciente.

En ese punto, Rajoy cuestiona abiertamente la necesidad de celebrar referendos para dirimir cuestiones políticas de gran calado. «Convocar al pueblo directamente, algo que los populistas consideran indispensable para su visión de la democracia auténtica, no garantiza que el interés del pueblo votante quede mejor preservado que cuando las decisiones las adopta el Parlamento, como sucede en las democracias representativas», hace hincapié.

El expresidente reconoce que «gobernar no es nada fácil» y recurre para ello a las «enormes dificultades» que ha encontrado el Gobierno para activar el Ingreso Mínimo Vital. «Un año después de su puesta en marcha con gran fanfarria propagandística, solo había llegado a una de cada cinco familias que lo habían solicitado», constata.

Con las primarias, las críticas por parte de Rajoy son aún más aceradas. En ese sentido, reconoce que se equivocó permitiendo que las elecciones internas que promulgaban las nuevas formaciones acabasen entrando también en el PP. «El Partido Popular, con el presidente anterior a Pablo Casado al frente. Es decir, yo mismo, tuvo la feliz y demagógica idea de apuntarse al llamado sistema de elecciones primarias para elegir a sus líderes, siguiendo la estela de todos los demás partidos».

El resultado de las consultas en los partidos no ha sido el esperado, ni para el PP ni para el resto de formaciones, a su juicio. «Era la quintaesencia de la democracia. Lo que sucede es que todos los que mandan en los partidos mandan más que los anteriores, se someten a menos controles, deciden sobre todas las organizaciones territoriales de los partidos y algunos incluso nombran sucesores después de fallecidos, en el sentido figurado de la palabra», subraya.

Entre las promesas del Iglesias activista y los hechos del Iglesias vicepresidente se generó una distancia tan grande, que el Iglesias político acabó naufragando en ella

Para ilustrar el error de las primarias, Rajoy echa mano de ¨lo que sucedió con el dedo del señor (Pablo) Iglesias», quien una vez fuera del Gobierno y habiéndose retirado de la dirección de Podemos, «encumbró a las señoras (Yolanda) Díaz y (Ione) Belarra. Eso sí, después de dejarlo todo atado y bien atado se celebraron las muy democráticas primarias. ¡Qué menos!», se queja.

De Iglesias solo valora positivamente el hecho de haber creado Podemos de cero en tan poco tiempo, no así su paso por el Gobierno. «Sus aportaciones al bienestar social de sus compatriotas son una incógnita. Esa absoluta inoperancia contrasta vivamente con el tono exagerado e incendiario de sus intervenciones anteriores. El tiempo nos ha permitido comprobar que entre las promesas del Iglesias activista y los hechos del Iglesias vicepresidente se generó una distancia tan grande que el Iglesias político acabó naufragando en ella», incide.

Tras las críticas al populismo, el expresidente centra los dardos contra otra característica de algunos políticos, el adanismo, un concepto «peligroso» ya que actuar «con frivolidad siempre tiene consecuencias y no es una conducta exclusiva de los populistas». En 2006, por ejemplo, «cuando a José Luis Rodríguez Zapatero le preguntaron por el riesgo de ruptura que suponía el Estatuto de Cataluña que entonces estaba promoviendo, respondió que ‘en diez años Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos’. Toda una muestra del ‘optimismo antropológico‘ que profesaba», lamenta de su antecesor en el cargo.

«Tanto en Ciudadanos como en Vox», prosigue, «es posible encontrar sin grandes esfuerzos rasgos propios del populismo: la crítica general a la situación de nuestro país y a los partidos políticos mayoritarios, un adanismo evidente, un intento no menos palmario de monopolizar la honradez y la moral, unos tics ciertamente autoritarios en la vida interna de la organización y una tendencia caudillista muy acusada con líderes que se sitúan muy por encima de sus organizaciones».

«Una colección de grupúsculos»

Rajoy carga, a renglón seguido, contra el fenómeno de la España vaciada en la que están apareciendo «una colección de grupúsculos, incluso provinciales, cuya única razón política es la de arrancar prebendas para sus respectivos territorios. Hasta 17 partidos cuentan hoy con un escaño en el Congreso de los Diputados. Diecisiete. No es nada fácil gobernar semejante muestra de pluralidad», avisa.

«No es saludable que el interés general acabe subordinado a las pequeñas particularidades y localismos, sean territoriales o sectoriales», insiste el expresidente del Gobierno. «Si solo atendemos al terreno que pisamos, renunciamos a muchos otros elementos imprescindibles para acertar en nuestras decisiones, perdemos el sentido de la proporción e incluso perdemos la línea del horizonte y, con él, la trayectoria hacia donde queremos dirigir nuestros pasos».

En este sentido, advierte de que la proliferación de «localismos exacerbados nos conduce a la necesidad de mantener el equilibrio entre dos tensiones contrapuestas y ambas inexcusables». La receta que propone Rajoy es «equilibrar la atención a los intereses locales o sectoriales, particulares y legítimos, con la obligación de tener siempre presente el interés general».

Tras ello, sale en defensa de la institución monárquica ante los ataques que, en su opinión, está recibiendo. «La institución no se legitima por los aciertos de las personas ni se degrada por sus errores, aunque ambos, aciertos y errores, influyen de manera decisiva en su reputación», alude en un primer momento a Juan Carlos I.

«Desconozco si cuando este libro vea la luz su situación habrá mejorado y habrá podido venir a España», afirma del Rey emérito. «Si es así lo celebraré, pero no cambiará mi juicio sobre el trato que ha recibido durante este tiempo. Puede que el (juicio paralelo) de don Juan Carlos sea uno de los casos más injustos a los que hemos asistido en los últimos años, entre otras razones porque, sin haber sido acusado judicialmente de nada, se ha visto obligado a abandonar su país a una edad avanzada. Yo sigo sin entender a qué responde ese alejamiento ni qué ventajas aporta al conjunto de la sociedad. Desde un punto de vista puramente personal, creo que debería poder disfrutar de los últimos años de su vida en el país al que tanto sirvió».

El Emérito, un «exiliado oficioso»

Una de las novedades del libro es que desvela que el mismo día de la salida de Juan Carlos I en dirección a Emiratos Árabes Unidos pudo hablar con él. «Le encontré como siempre, animoso, aunque dolido. Le dije que lo sentía mucho y desde luego, si todavía hubiera estado al frente del Gobierno, le hubiera desaconsejado rotundamente dejar el país. Don Juan Carlos me explicó que su decisión era temporal, que él creía que en unos meses la situación se habría calmado y podría regresar pronto a España», le confesó en agosto de 2020.

Sin embargo, el tiempo va pasando sin que esto último ocurra. «No creo que sea bueno ni para la institución ni para la imagen de España que el rey que mejor nos ha representado tantos años, el hombre que fue el motor decisivo de la Transición, se haya convertido en una especie de exiliado oficioso sin más condena que la de algunos medios de comunicación y la de un grupo de políticos entre cuyas prioridades no figura, desde luego, el fortalecimiento de la monarquía».

«Si el rey tuviera cuentas con la justicia, cosa que aún no se ha demostrado, lo correcto sería que respondiera de ellas en España y no esperando a miles de kilómetros. En cuanto a los reproches morales que se puedan hacer sobre su conducta, entiendo que forman parte del criterio personal de cada uno de nosotros», concluye sobre la figura del padre de Felipe VI.

Es lógico que entre sus numerosos votantes de Arrimadas se haya generado un sentimiento de orfandad, que aún persiste entre los constitucionalistas en Cataluña

Las últimas críticas van dirigidas contra Pedro Sánchez e Inés Arrimadas. Con el primero es muy duro ya que considera que sus pactos con ERC y Bildu son «la causa fundamental» de la polarización tan acentuada en la política española. Una situación que, a la postre, supone «la ruptura del consenso que hoy más tensión provoca entre los ciudadanos».

Respecto a la actual presidenta de Ciudadanos, estima que el «mayor error» de este partido y el que, a su juicio, ha hecho «más daño» al mismo fue la decisión de Arrimadas de abandonar el liderazgo de la oposición en Cataluña para trasladarse a vivir a Madrid. «Se desaprovechó una oportunidad histórica de liderar la oposición al independentismo y de darles la batalla en pie de igualdad. Es lógico que entre sus numerosos votantes se haya generado un sentimiento de orfandad, que aún persiste entre los constitucionalistas en Cataluña. Solo puedo juzgar sus consecuencias políticas (de la marcha de Arrimadas) y estas han sido malas para España y pésimas para Ciudadanos», deja claro Rajoy.

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