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El volcán se apaga entre el alivio y el temor de los palmeros ante un futuro incierto

Ayudas que no llegan, familias realojadas, fincas que se han perdido para siempre… La población de La Palma se enfrenta a un futuro incierto

El volcán se apaga entre el alivio y el temor de los palmeros ante un futuro incierto

Dos personas observan la erupción en La Palma. | Efe

El final de la erupción volcánica de Cumbre Vieja, en La Palma, ha sido acogido por la población con alivio y duelo por lo perdido, pero también con preocupación e incertidumbre ante un futuro incierto que pasa por la rápida llegada de las ansiadas ayudas.

Los responsables del Plan Especial Protección ante Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) han anunciado este sábado el final de la erupción, tras una cuenta atrás de más de doce días desde que cesó su actividad (a las 21.00 horas del lunes 13). Pero varios testimonios recogidos por Efe coinciden en ahora empieza lo peor, porque para muchos el volcán ha supuesto «la ruina».

«Las fincas que se han perdido se han perdido para siempre. Las casas se pueden volver a reconstruir en un lado u en otro pero las fincas no», afirma a Efe un agricultor que recuerda que en el volcán de San Juan, en 1949, se pudo traer tierra de otros puntos de la isla y construir bancales sobre los que cultivar plátanos pero ahora, señala, no hay lugares de donde extraer esa tierra necesaria.

Insiste en que se trata de la ruina para muchos agricultores que han perdido sus fincas y asevera que tendrán que buscar otra forma de vida, incluso vinculadas con la agricultura, y ahí, reitera, tienen que estar las ayudas prometidas por las administraciones.

El miedo tras la erupción

Otro de los testimonios recogidos es de un hombre que hasta ahora se dedicaba al alquiler de viviendas rurales y que señala que costará remontar un negocio hasta ahora muy solicitado por turistas alemanes, pero que en la mayoría son personas mayores «que han cogido mucho miedo tras la erupción».

Todos los testimonios insisten en la necesidad de que las ayudas lleguen lo antes posible tanto de los gobiernos central y de Canarias como de las administraciones locales e insular y, ante la duda de que lleguen pronto, «hay necesidad de reinventarse».

«¿Qué hacemos a partir de ahora? No lo tenemos claro», afirma una mujer que insiste en que a pesar esta situación no se irán de La Palma. «El palmero no se irá de La Palma», asevera.

Esperando las ayudas

A

Una joven, que ha perdido su casa, reclama que las ayudas lleguen cuanto antes porque, tres meses después, no ha recibido «ni un euro» a pesar de que ha realizado todos los trámites que le requerían para ser beneficiaria.

Las coladas de lava se llevaron su única vivienda y desde casi el comienzo de la erupción vive realojada en casa de unos amigos «pero esto no puede ser eternamente». En estos tres meses se ha costeado todos los gastos sin ni siquiera pedir la ayuda por alquiler porque entiende que había otras familias que tenían mayor necesidad.

Ahora reclama la ayuda para que su familia y ella puedan comenzar de nuevo y precisa que solo quiere lo que le corresponde como damnificada por esta erupción volcánica al tiempo que critica que algunos se han aprovechado de esta situación para subir el precio de los alquileres de las pocas viviendas que hay libres.

«Hacer de la desgracia un cambio a más»

A otra vecina de los Llanos de Aridane en un día como hoy se le hace complicado verbalizar sus sentimientos porque «no hay forma de reconfortar el daño causado», pero considera que el palmero cogerá fuerza para «sanar todo lo que estos tres meses han desgarrado».

«Llegará con el tiempo la curación total cuando hagamos otros referentes, espacios, diferentes a los que hasta ahora teníamos» afirma y precisa que ahora el Valle (de Aridane) está sin luz porque la lava se ha tragado decenas de caminos y de casas que lo iluminaban pero esta volverá por la forma de ser de la zona.

«Cuando la oruga pensaba que se moría, que su mundo acababa… se convirtió en mariposa. Es un mal ejemplo de transición, las hay más suaves, no cabe duda, pero ahora sí llegó el momento de impulsarnos y hacer de la desgracia un cambio a más, una inmensa ventana de oportunidad. De no ser así habremos fracasado todos y ganado el volcán», señala. 

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