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El Gobierno cree que ERC va de farol con su veto a la reforma laboral

Pedro Sánchez e Yolanda Díaz coinciden en que los nacionalistas no vetarán los grandes acuerdos de 2022 porque «sería jugar a la ruptura del Gobierno de izquierda»

El Gobierno cree que ERC va de farol con su veto a la reforma laboral

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez piensan a grandes rasgos lo mismo: que los nacionalistas de ERC van de farol y que en el debate de la reforma laboral no irán más lejos de una abstención. Esto significa que con otras abstenciones y apoyos puntuales de los partidos que ya respaldaron a Sánchez en su investidura, la medida saldrá adelante. «El texto está atado», aseguran desde el sector cercano a Yolanda Díaz, donde destacan que los nacionalistas tienen las manos atadas. Si en la reforma laboral y otras reformas que se abordarán en 2022 pondrán veto, estarán «jugando a la ruptura del gobierno de izquierdas», zanjan. Algo que creen que ERC no se puede permitir.

El pasado miércoles, Díaz se reunió con Pere Aragonés aprovechando su paso por la capital. El contenido del encuentro se mantiene en el máximo secretismo, entre otras cosas porque, según las fuentes consultadas, los políticos de ERC quieren evitar la polémica de la carne lanzada por Alberto Garzón. Prueba de ello es el sector de Ada Colau, cercano a Yolanda Díaz y que está interesada en acercarse a ERC en la Generalitat, está evitando alimentar la polémica del ministro de Consumo a nivel catalán (a pesar de que esa comunidad autónoma es la segunda con más ganaderías intensiva).

Pero más allá de ese tema, ERC reiteró su posición crítica con la reforma laboral. La postura de los catalanes es más dura que la del PNV, pero el Ejecutivo espera reconducir el asunto con pequeñas cesiones en los documentos posteriores a la reforma del trabajo (entre ellos, el reglamento que servirá para su implementación). La situación más complicada, comentan desde Podemos, es la de Bildu y del BNG, que sufrirán las presiones de centrales sindicales más nacionalistas.  

«Jugar a la ruptura del gobierno»

A nivel sindical también abren a esta dinámica. Concretamente al asunto de los convenios regionales que, según dicen, tienen un escaso impacto en el mundo laboral y empresarial tanto en el País Vasco como en Cataluña. Joan Coscubiela, el exlíder de CCOO en Cataluña, cifró en 18 tipologías en el País Vasco y 74 convenios en Cataluña. «Siguen siendo muy pocos», zanjan las fuentes sindicales para sostener que el Gobierno puede explorar estas concesiones.  

«Sánchez y Díaz creen que ERC no se va a atrever a votar en contra», subrayan las fuentes consultadas, que aseguran que el presidente y la ministra han pactado enviar públicamente el mismo mensaje, que se resume en el titular de la entrevista de la ministra al diario El País el pasado 2 de enero: «Quien haga fracasar la reforma tendrá que explicárselo a los trabajadores». «Si esto no saliera, quien paga el pato es quien vota en contra», destacan los afines a Díaz, que también recuperan el discurso de la unidad, puesto que «todo lo demás sería jugar a la ruptura del Gobierno de izquierda».

Esta es la estrategia con la que ambos políticos quieren emplear para sortear el problema de ERC. Sobre todo porque están seguros de que los republicanos van de farol. O, mejor dicho, de que no replantearán un pulso como el de inicio de 2019, que acabó con un adelanto y una repetición electoral. 

Desde el entorno de Podemos en Cataluña también apuestan por un apoyo o una abstención de los republicanos. Estas fuentes sostienen que en Cataluña los sindicatos no son tan nacionalistas como para respaldar un verdadero órdago de ERC. «La clase trabajadora no es nacionalista», aseguran. Y el líder de los republicanos en Madrid, Gabriel Rufián, también figura entre los posibilistas para que se evite una ruptura en ese punto. El entorno de la ministra de Economía, Nadia Calviño, también da la reforma por cerrada.

Mirar de cara a los nacionalistas

Con respecto a los empresarios, las fuentes consultadas creen que también pueden aceptar un retoque con respecto a los convenios regionales. La diferencia de salario entre comunidades autónomas favorecería ese encuentro porque permitiría moldear estos convenios (hay que repetirlo, muy reducido por tipo de materia) a las necesidades de las empresas y el entorno local.

Por todo ello, Sánchez y Díaz se sienten fuertes como para mirar de cara a los nacionalistas. El miedo que se instaló en La Moncloa poco después de la entrada de los socialistas parece quedar lejos. Ahora, con la crisis de la covid todavía presente y ante el reparto de los fondos europeos, ya nadie en el Ejecutivo se cree la ofensiva nacionalista. Para los socialistas, además, siempre queda por jugar la carta de Ciudadanos, algo que, sin embargo, Díaz quiere evitar.

La ministra de Trabajo prefiere mantener los equilibrios tal y como los heredó de Pablo Iglesias. Sabe que el exlíder morado no ha salido de la primera línea de la política por mucho que ahora se dedique a la comunicación pública. Y el miedo a que Iglesias decida desautorizar al Gobierno asusta más a Díaz que a Sánchez, si bien ambos han llegado a la misma conclusión: por mucho que Podemos quiera aniquilar a una dirigente que algunos en el partido morado califican de traidora (o como mucho poco generosa), siguen necesitándose mutuamente. Y la política es un arte de lo posible, recuerdan los afines a la dirigente gallega.

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