La Policía tuvo que devolver en cinco ocasiones al centro a la menor tutelada en Madrid
Los docentes del centro comenzaron a observar un deterioro en su salud
La Policía Nacional y la Municipal de Madrid tuvieron que devolver hasta en cinco ocasiones al centro de menores a la niña tutelada de 14 años que era explotada sexualmente por una organización criminal en la capital. La menor ingresó en el Centro de Aranjuez (Madrid) el 28 de julio de 2020 por una denuncia por malos tratos que interpuso hacia su tía paterna, de origen marroquí, con quien vivía en acogimiento desde los cuatro años, cuando su padre abandonó el domicilio familiar, como ya había hecho su madre, por su adicción a las drogas.
Desde que llegó al centro, la niña no cumplió las normas y sus fugas fueron continuas, según advierte la directora del mismo en un escrito que obra en el sumario de la operación Sana, que se saldó con la detención de más de 30 personas en noviembre por participar en una red de prostitución de menores.
A mediados de septiembre de 2020, comenzó a ausentarse y faltar del centro por lo que se sucedieron las denuncias de sus responsables. El primer reingreso que consta en el informe policial fue el 29 de diciembre de ese año, cuando la madre de la menor avisó a la Policía Municipal de Madrid de que estaba en su casa.
La niña constaba como fugada desde el 10 de diciembre y los agentes municipales la llevaron de vuelta al centro de menores, de donde se fugó a los pocos días. El 25 de enero de 2021 los agentes tutores de Puente de Vallecas la localizaron en la calle Puerto Monasterio en compañía de su padre. Esa misma tarde ya se encontraba de nuevo en las instalaciones de Aranjuez. Tras volverse a escapar, el 12 de febrero, la Policía se puso de nuevo en contacto con el centro, ya que desalojaron una casa okupada y encontraron a la menor en esa vivienda.
Sus ausencias comenzaron a alargarse, hasta que en marzo desapareció durante el mes entero para volver por su propia voluntad. Dos meses después, tras las continuas denuncias del centro, tuvo que volver a ser reingresada por los agentes municipales que la localizaron en la calle Peña Gorbea, en compañía de su padre.
En ese momento, los policías relataron que tenían sospechas de que la menor estaba enganchada a la droga y que ejercía la prostitución. Y es que fue localizada en «alto estado de somnolencia, incoherencia y portando una mochila con numerosos preservativos, gel íntimo o lubricantes».
La última desaparición que consta en el atestado policial se produjo el pasado 23 de junio de 2021 cuando fue identificada en un narcopiso en la calle San Norberto, cerca del poblado chabolista en San Cristóbal.
Su salud fue «en declive»
Según alertaron los trabajadores del centro de menores su situación fue «en declive» desde sus salidas ya que había perdido «muchos kilos» y aparecía «sucia como una yonki«.
Los agentes tutores de la Policía Municipal de Madrid que comparecieron ante la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional mostraron a los investigadores los lugares que frecuentaba la menor en compañía de su padre y advirtieron de que en los controles de drogas daba positivo en cocaína y cannabis y de que podía estar siendo prostituida.
«Dio positivo en covid y se marchó de la residencia pasando la enfermedad, según sus compañeros, en una casa okupa con otros muchos jóvenes, poniendo en riesgo la salud de terceros. Es la segunda vez que da positivo en covid y que no cumple el aislamiento», relató en un escrito la directora del centro de menores.
La directora alertó de que la menor se encontraba en una situación de «desprotección» por las limitaciones de los recursos «para tratar su problemática». Por ello, en un escrito del 9 de junio, propuso una derivación a un centro específico que pudiera dar «cobertura a sus necesidades» y tratar su adicción y que se la alejase «de la situación de calle que tenía».
Su padre pudo haber abusado de ella
El 28 de julio, la joven fue trasladada en un régimen cerrado a un centro de deshabituación, del que no obstante se fugó a los pocos días. El 22 de agosto fue localizada de nuevo por su primo en el barrio de San Cristóbal de Villaverde.
En sus primeras salidas de los centros, la menor estaba en compañía de su padre, con el que consumía droga y le obligaba a prostituirse a cambio de obtener beneficios.
Familiares de la menor manifestaron a la policía que sospechaban que el padre también había abusado sexualmente de ella y que la había «vendido» al Kalifa, alias del dominicano R.M.C, y uno de los captadores de la red de menores, por dos bolsas de cocaína, algo que el propio joven reconoció.
En el poblado, la menor era conocida como la «niña pelirroja morita», «enamoradísima» del Kalifa, de acuerdo con testigos entrevistados por la policía, que se enfrentaba a una red compuesta principalmente por ciudadanos dominicanos del entorno de las bandas latinas de Vallecas, Usera y San Cristóbal.
La menor también acudía a otros puntos de la organización como un prostíbulo en la calle Felisa Méndez, al que conocían como ‘La Casita’. En ese punto mantenía relaciones sexuales con los clientes a cambio de dinero