Álvaro Nieto: «De Plus Ultra y del Delcygate solo hemos visto la punta del iceberg»
El director de THE OBJECTIVE presenta el libro ‘Conexión Caracas-Moncloa’, donde describe las relaciones entre el chavismo y el Gobierno de Pedro Sánchez
Conversamos con Álvaro Nieto, director de THE OBJECTIVE, sobre Conexión Caracas-Moncloa (Ediciones B, 2022). El libro describe las relaciones entre el chavismo y el Gobierno de Pedro Sánchez, especialmente a partir del 20 de enero de 2020, cuando se produce el conocido como Delcygate. Nieto amplía las informaciones que en su momento publicó Vozpópuli, diario del que fue director hasta abril de 2021.
PREGUNTA. ¿Cómo surge la idea de convertir una información periodística en un libro?
RESPUESTA. Como director del equipo de periodistas que desveló los escándalos del Plus Ultra y del Delcygate pensé que había que hacer justicia al extraordinario trabajo realizado, sobre todo porque corremos el riesgo de que la sociedad española pase página demasiado rápido. Ese grupo de profesionales merece que su labor sea reconocida, aunque sea en forma de libro, porque ni siquiera nadie les ha concedido un premio por ello, algo que me parece terrible y muy elocuente de por dónde va el periodismo actual.
Además, el Plus Ultra y el Delcygate son hasta ahora los dos principales escándalos del Gobierno de Pedro Sánchez, por lo que consideré necesario contarlos con detalle en un libro para que aquel que se haya perdido entre las innumerables informaciones publicadas pueda encontrar fácilmente todas las claves. Creo que era mi obligación poner de relieve la enorme gravedad de ambos casos para que nadie los olvide y para que se siga investigando. España está pasando página demasiado rápido de hechos muy graves, y no deberíamos consentirlo, porque lo que se ha conseguido destapar es solo el cuatro o el cinco por ciento de un enorme iceberg.
P. Los dos casos están conectados con Venezuela, y dedicas la introducción del libro a explicar el antes y el después de un país que conoces bien.
R. Sí, creo que es necesario subrayar que cuando el Gobierno español mantiene especiales vínculos con Venezuela no se está relacionando con un país cualquiera, sino con un régimen autoritario que ha destruido todo lo que ha encontrado a su paso. Que un gobierno de un país democrático mantenga ese tipo de relaciones oscuras con el chavismo es muy grave, porque recordemos que es un régimen sancionado no solo por la Unión Europea, sino por la mayoría de la comunidad internacional. Hay ciertos límites que no se deben traspasar, y me temo que en el caso de España, con estos dos asuntos, se han traspasado sobradamente.
P. Solemos relacionar el chavismo con Podemos, la fundación CEPS, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, etcétera. Pero hay una conexión previa, que es la relación del chavismo con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
R. Sí, la figura clave en todo esto es José Luis Rodríguez Zapatero, que actualmente es el asesor principal del Gobierno en su relación con Venezuela. Zapatero se ha convertido en el hombre más importante del eje Caracas-Moncloa. Y, efectivamente, fue durante su Gobierno cuando empezaron a estrecharse esos lazos. Pero, curiosamente, el personaje clave en aquel entonces no era Zapatero, sino José Bono, el ministro de Defensa. Fue Bono el que cultivó una alianza muy fuerte con Hugo Chávez y quien terció para que nombrasen embajador en Caracas a Raúl Morodo, actualmente perseguido por cobrar supuestas comisiones ilegales procedentes de la petrolera estatal venezolana. Es tras su salida del Gobierno cuando Zapatero se interesa por Venezuela, y ahora es un actor muy importante. Lo fue en el Delcygate y ciertos datos apuntan a que también lo fue en el caso Plus Ultra. No estamos en condiciones de demostrar nada ilegal por parte de Zapatero, pero hay demasiados vínculos creados y demasiados datos que apuntan en la misma dirección.
P. Sin embargo, con quien no hay ninguna conexión, a pesar de que su fotografía aparece en la portada del libro, es con el actual presidente, Pedro Sánchez. Es más, durante el primer Gobierno de Sánchez, con Borrell como ministro de Asuntos Exteriores, la relación con Venezuela continuó la senda marcada por los gobiernos de Rajoy. Es su segundo gobierno el que cambia la actitud frente al régimen chavista. ¿A qué se debió este cambio? ¿Qué papel juega Pedro Sánchez?
R. Sánchez sale en la portada del libro porque es el protagonista fundamental como presidente que es del Gobierno de España. Él fue el que pidió a José Luis Ábalos que acudiera a Barajas la noche del 20 de enero de 2020 para entrevistarse con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. Y fue Sánchez quien presidió el Consejo de Ministros del 9 de marzo de 2021 donde se tomó la decisión de rescatar la aerolínea Plus Ultra con 53 millones de euros. Es decir, es el máximo responsable de los dos escándalos. Respecto a cuándo cambió la relación del Gobierno respecto a Venezuela, pues me temo que fue aquel 20 de enero, la madrugada en que Rodríguez aterrizó en Madrid de forma irregular y estuvo reunida dentro de un avión con Ábalos.
P. ¿Qué sucedió aquella noche?
R. No conocemos todos los detalles, pero sabemos que estuvieron reunidos más de una hora y que Rodríguez le enseñó unos documentos a Ábalos. Lo que sí se puede demostrar con hechos es cómo, a partir de ese día, España cambió su relación con Venezuela. Efectivamente, Borrell había mantenido una línea continuista con la posición tradicional de España y con la de la Unión Europea. Y desde el 20 de enero, ya con la ministra González Laya, asistimos a un cambio de posición. De hecho, acabaron destituyendo al entonces embajador en Caracas y provocando la salida de Leopoldo López de la Embajada española, donde estaba refugiado. Sabemos que se descargaron unas cuarenta maletas del avión, pero no hemos podido determinar todavía dónde están ni qué contenían exactamente. Sí creo estar en condiciones de desmentir que se tratara de oro, como alguna gente se inventó. Las fuentes con las que yo he consultado para escribir este libro apuntan a que era más bien dinero en efectivo. El Gobierno chavista se mueve por el mundo con maletas con grandes sumas de dinero porque tiene bloqueadas todas las cuentas bancarias, dado que está sancionado por la comunidad internacional. Por lo tanto, es un modus operandi habitual. Otra cosa es que ese dinero se destine a pagar el gasto corriente de sus embajadas, como parece que suele suceder, o que una parte se haya empleado en otro tipo de prácticas.
P. Si la relación con el chavismo es como la describes, ¿en qué beneficia a España?
R. Yo diría que no beneficia en nada, pero evidentemente si le preguntas al Gobierno siempre te va a decir que hay empresas españolas muy importantes que tienen una posición estratégica en Venezuela y que conviene preservarla. Pero creo que Sánchez no valora adecuadamente que esa posición de flirteo con el chavismo le está provocando múltiples problemas, por ejemplo en su relación con Estados Unidos. El día del Delcygate, en Washington saltaron todas las alarmas. Desde entonces no se fían de Sánchez, por mucho que haya llegado Joe Biden a la Casa Blanca.
P. El caso llegó a la portada del ‘New York Times’.
R. Sí, es que estamos hablando de un escándalo que en Estados Unidos preocupa mucho, porque consideran que Venezuela es una dictadura: su Gobierno está sancionado y sus jerarcas tienen impedido el acceso a su territorio. Para Estados Unidos, relacionarse con Venezuela es lo mismo que hacerlo con Cuba. Washington no puede tratar de tú a tú a una potencia europea que flirtea con el chavismo. Ellos, además, tienen pruebas de esas conexiones, como por ejemplo el caso Morodo, donde hay cuantiosísimas comisiones ilegales en investigación, o sobre la actuación del propio Zapatero.
P. ¿Pero Zapatero ha cometido algún delito o simplemente se está aprovechando de las prebendas del régimen?
R. Efectivamente, hay que saber diferenciar. Se hablaba en los últimos meses en España de si tenía una mina de oro en Venezuela, una historia que contó el ‘Pollo’ Carvajal para evitar su extradición a Estados Unidos. En realidad eso nunca se ha podido probar, o al menos yo no lo he logrado, y tengo serias dudas de que sea así. Zapatero ejerce allí de «abrepuertas», de intermediario. Está defendiendo los intereses de empresas que le contratan para recibir un trato favorable por parte del Gobierno venezolano. Es decir, está haciendo una labor de lobista. Y, si está declarando los ingresos correspondientes, supongo que no tendrá ningún problema con la Hacienda española. También hace de intermediario político, pero eso tampoco tiene por qué ser ilegal, es más bien una cuestión de principios. ¿Es ético aprovecharse de la situación sabiendo, como sabemos, que en Venezuela se pasa hambre y se vulneran los derechos humanos sistemáticamente? En Venezuela hay unas carencias terribles y sin embargo hay ciertos españoles que pululan por allí para intentar esquilmar la poca riqueza que queda. Quienes hacen eso demuestran muy pocos escrúpulos, pero evidentemente no tienen por qué estar cometiendo un delito.
P. Además de los casos del Delcygate y Plus Ultra, el libro glosa la actuación de algunas personas. Una de ellas es Baltasar Garzón, de cuyos vínculos con el chavismo publicó recientemente una exclusiva The Objective. ¿Qué papel juega el exjuez en este enjambre?
Como te decía, hay personas y empresas aprovechándose de Venezuela. Y una de ellas es ILOCAD, el bufete del que es propietario Baltasar Garzón. Nosotros publicamos una orden de contratación por parte de PDVSA, la petrolera venezolana, para que el despacho de Garzón defienda sus intereses en España. Se trata de 8,8 millones de euros, y en el documento oficial de PDVSA se especifica que hay que contratar a Garzón porque es quien tradicionalmente ha trabajado con el chavismo y quien tiene unas relaciones más estrechas con el régimen. Hasta donde hemos podido saber, no hay nada ilegal, pero quiero recordar que en la orden de contratación también se habla de fichar al despacho de Garzón para, entre otras cosas, mejorar las relaciones con la Fiscalía. Y la fiscal general del Estado resulta que es la pareja de Garzón, por lo tanto estamos ante un claro conflicto de intereses. Pero volvemos a lo de siempre: yo creo que no es estético ni ético, pero cada cual que lo valore como considere.