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El preso por el que expedientaron a los tres funcionarios de Villena degolló a otro trabajador

Se trata de uno de los reclusos más temidos por el colectivo de funcionarios. Cumple condena por agresión sexual, robo con violencia e intento de asesinato a un trabajador

El preso por el que expedientaron a los tres funcionarios de Villena degolló a otro trabajador

Los cristales que utilizó el recluso para agredir al trabajador. | Europa Press

Se llama E. M. Mohamed, tiene 28 años y es uno de los presos más temidos por los funcionarios de prisiones. Un temor justificado en el amplio historial violento que este criminal acumula desde que entró en prisión en 2016. Cumpliendo pena siempre en módulos de máxima seguridad, este interno ha protagonizado agresiones contra distintos trabajadores penitenciarios llegando, en una ocasión, a degollar a uno con un cristal. La última, el pasado sábado en la prisión de Estremera (Madrid), cuando entre «patadas y puñetazos» por parte del interno y gritos de «hijos de puta, os voy a matar a todos; quiero mi libertad», los funcionarios tuvieron que reducirle.

En los cuatro años que lleva cumpliendo pena —por delitos de robos con violencia y agresión sexual, entre otros—, E. M. Mohamed ha pasado por cuatro centros penitenciarios distintos: la prisión de Cuenca, Valdemoro, Villena y ahora, la de Estremera. Desplazamientos, sostienen fuentes penitenciarias a THE OBJECTIVE, basados en los innumerables incidentes violentos que ha ido cometiendo en cada prisión.

Los ataques violentos, no obstante, precisan las mismas fuentes, comenzaron en la prisión alicantina de Villena, el pasado verano. En un informe sobre los antecedentes y el último incidente cometido por este preso, al que ha tenido acceso este periódico, se relata como en el mencionado centro penitenciario el interno agredió a funcionarios, profería insultos y amenazas a otros trabajadores, y se negaba a acatar órdenes.

Expediente disciplinario

El secretario general de II.PP acompañado, a la derecha, por la subdirectora de la cárcel de Villena. | II.PP

Fue en uno de esos capítulos cuando, tras haberlo reducido, tres funcionarios de la cárcel de Villena fueron expedientados por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. El departamento dirigido por Ángel Luis Ortiz tomó esta decisión después de los hechos fueran grabados por una cámara de videovigilancia de la prisión y trascendiesen a los medios de comunicación el pasado verano. Según denunció la prisión alicantina, los trabajadores proporcionaron al preso «varios golpes innecesarios» para reducir al recluso, clasificado en régimen de máxima seguridad.

Un expediente que poco después se amplió con la suspensión de empleo y sueldo a dos de ellos, después de que la subdirectora de dicha cárcel denunciase que había sido amenazada y agredida por un grupo de cinco personas —los dos trabajadores, entre ellos— en la puerta de su domicilio, en Benidorm. Una versión que la Guardia Civil, tras una investigación de dos meses, desmontó por completo en noviembre, deteniendo a la responsable penitenciaria por denuncia falsa y simulación de delito.

El pasado martes, cuatro meses después de que las pesquisas policiales desvelaran las falsas acusaciones de la subdirectora, Instituciones Penitenciarias levantó la suspensión a los dos empleados de Villena «ante la previsión de que el pronunciamiento judicial pudiese prolongarse en el tiempo». No obstante, insistían, el expediente por maltrato al preso, E. M. Mohamed, continuaba abierto hasta que se aclarasen los hechos, investigados por un juzgado alicantino. Por su parte, los tres funcionarios también denunciaron al preso, del que fueron víctimas por «una agresión salvaje a base de golpes», según denunció la Asociación Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM).

Agresión sexual

Después de su estancia en la prisión de Alicante II, el preso fue trasladado a la cárcel de Cuenca, donde, reza el documento penitenciario, se le imputó un delito de homicidio en grado de tentativa a funcionarios. No obstante, el que resultó herido de gravedad fue uno. Ocurrió el día 27 de octubre, solo cinco días después de volver a la prisión conquense, tras ser detenido por intentar agredir sexualmente a una joven de 22 años y quitarse la pulsera telemática mientras estaba en libertad vigilada.

El interno había estado alterado aquella tarde, llegando a romper los cristales de su celda. Aprovechando el relevo de los funcionarios, E. M. Mohamed se metió al baño. Cuando el jefe de servicios entró para ver qué sucedía, el preso le atacó sorpresivamente, cortándole el cuello con un cristal a pocos milímetros de la yugular. Ante la gravedad de los hechos, el funcionario fue traslado de urgencia al hospital, donde los sanitarios lograron salvarle la vida.

Ahora, en la prisión de Madrid VII Estremera, ha vuelto a protagonizar otro episodio contra los funcionarios. Tras negarse a acatar a una orden, el recluso comenzó a amenazar a los trabajadores el pasado sábado: «Venid, venid, hijos de puta; o me voy en libertad o la lío, os voy a matar». Tras hacer caso omiso a las recomendaciones, acabaron reduciéndolo entre puñetazos y patadas que profería el interno y más amenazas de muerte.

Ante esta agresión, una vez más, la asociación penitenciaria TAMP ha denunciado que «hay un sector de la población reclusa con un nivel de peligrosidad y violencia extremo al que los protocolos de actuación por la Administración no contienen» y pone en un grave peligro a los trabajadores». «Expone a los trabajadores a sufrir agresiones y lesiones».

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