Los fieles a Casado creen que sufrió un «golpe interno» para que el PP pactara con Vox
«Ya sabemos uno de los motivos por los que le quitaron», fue uno de los mensajes que circularon entre sus más próximos tras el acuerdo de Mañueco
Los dirigentes más próximos a Pablo Casado mostraron este jueves en privado su malestar ante el acuerdo de legislatura del PP con Vox en Castilla y León. Un pacto que les lleva a sospechar que el todavía presidente de los populares sufrió un «golpe interno» dentro del partido con el caso del supuesto espionaje al hermano de Isabel Díaz Ayuso para moverle la silla en Génova. Todo ello con el fin de que el PP firmase su primer gobierno de coalición con la formación de Santiago Abascal.
«Ya sabemos uno de los motivos por los que quitaron a Casado», fue uno de los mensajes que circularon entre los allegados a Casado. Un destinatario del mismo subrayó a THE OBJECTIVE que se sentía «orgulloso» de ser uno de los dirigentes a los que la dirección nacional había preguntado su opinión y «se posicionó en contra de pactar con Vox».
Casado aseguró este jueves a los dirigentes del Partido Popular Europeo (PPE) reunidos en la localidad francesa de Versalles que su legado al frente del PP había sido «no gobernar con la extrema derecha y luchar contra la corrupción», según EFE. Lo hizo a las pocas horas de anunciarse el acuerdo entre Vox y su partido en Castilla y León, si bien no era un posicionamiento nuevo para él. Sus palabras fueron secundadas por el presidente del PPE, el polaco Donald Tusk, quien rechazó el pacto.
El líder del PP descartó el 15 de febrero, dos días después de las elecciones en la citada comunidad autónoma, ir de la mano con Vox a la hora de gobernar en dicha región. Lo hizo con mucha vehemencia en la reunión Génova del Comité Ejecutivo Nacional en Génova para analizar los resultados de los comicios y en la que estuvieron Alfonso Fernández Mañueco y el resto de líderes territoriales, inclusive Alberto Núñez Feijóo y la citada Ayuso.
La presidenta madrileña había mostrado claramente la víspera su deseo de que PP y Vox alcanzasen un acuerdo de gobernabilidad como el que existe en la Comunidad de Madrid, al ser la única opción clara de gobernar con mayoría absoluta en Castilla y León, aunque ella no tiene consejeros de la formación radical en su Ejecutivo.
Casado subrayó en el citado Comité Ejecutivo Nacional que los principios del PP eran sus «condiciones» en las negociaciones de Castilla y León. «Repito, nuestros principios son nuestras condiciones. Y no vamos a renunciar a ellos. Nunca. Y quien quiera pactar con nosotros tendrá que aceptarlos y respetarlos, como siempre», advirtió desde Génova.
Ante las propuestas más polémicas de Vox de derogar las leyes de violencia de género y de memoria histórica, Casado insistió en que la igualdad, la cohesión territorial, la integridad autonómica o la integración en Europa no son negociables para el PP. «Nosotros no aceptamos el colectivismo que busca dividir a las personas por el color de su piel, su género, su acento o su orientación sexual», hizo hincapié sin mencionar al partido de Abascal.
El líder del PP incidió en que «siempre» hay que anteponer «la opción difícil a la cómoda», una alusión a la suma de PP y Vox en las Cortes castellano-leonesas, y recordó que Mañueco pedía un gobierno «fuerte, estable y en solitario», algo que finalmente no ha ocurrido en lo que se refiere a lo último. « Tiene todo nuestro apoyo para llevarlo adelante, con nuestros principios siempre presentes», dijo refiriéndose al presidente en funciones de Castilla y León.
Además, Casado subrayó que desde que llegó a Génova había conseguido «reagrupar el espacio de la centralidad y la moderación» en un momento en el que «todas las democracias sufren la travesía en el desierto de los radicalismos y la polarización» por culpa de los extremos de la derecha y la izquierda.
La tumba política de Casado
Al día siguiente del discurso de Casado ante el Comité Ejecutivo, aparecieron por la noche las primeras informaciones sobre el presunto encargo de espionaje desde una empresa pública del Ayuntamiento de Madrid, gobernado por José Luis Martínez-Almeida, para averiguar datos fiscales del hermano de Ayuso. Fue su tumba política.
El presidente del PP se vio forzado a convocar un congreso extraordinario una semana después y en medio de la crisis interna más grave desde la refundación del partido a principios de los noventa. Casado volvió a reafirmarse en sus palabras en su discurso de despedida en la Junta Directiva Nacional que certificó su dimisión en diferido y en la que se formalizó la convocatoria del cónclave extraordinario de Sevilla para el 1 y 2 de abril, donde cederá el testigo a Feijóo.
«La irrupción del populismo me obligó a luchar por la reunificación de nuestro espacio electoral», explicó a los dirigentes populares antes de que el turno de ruegos y preguntas acaparase los titulares con las polémicas intervenciones de Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Pero sus palabras ya se las había llevado el viento.