La debacle andaluza noquea a Sánchez y arrebata al PSOE su mayor bastión electoral
«Salvamos los muebles», dicen desde Moncloa y Ferraz, pero el resultado es todavía peor que el obtenido por Susana Díaz hace cuatro años
Se confirmó lo esperado. El PSOE obtuvo su peor resultado histórico hundiendo el suelo de Susana Díaz en 2018. Los 33 escaños y el millón de votos que supusieron perder el principal feudo socialista hace tres años y medio quedaron lejos respecto a los 30 escaños y apenas 850.000 votos cosechados por el candidato de Pedro Sánchez, Juan Espadas. A la debacle cuantitativa se le suma el varapalo cualitativo de perder en todas las provincias, incluyendo Sevilla, pulmón del socialismo donde el alcalde Espadas gobernó durante siete años; o el talismán electoral del PSOE, Dos Hermanas, donde por primera vez gana el PP en unas elecciones autonómicas en la historia democrática, confirmando la desmovilización municipal del partido lastrado por Sánchez y sus pactos a escala nacional.
Y un dato demoledor que no obvian los críticos de la federación andaluza en conversación con THE OBJECTIVE: «El PP sube más escaños de los que saca el PSOE. Moreno sube 32 y nosotros sacamos 30. Son resultados pésimos».
El PSOE andaluz hunde su suelo en 140.000 votos más respecto al fracaso histórico del 2 de diciembre de 2018, que motivó que la dirección federal de Pedro Sánchez insinuara que Susana Díaz debería dimitir para responsabilizarse de su fracaso. Pero si la derrota de 2018 tuvo madre, la de 2022 carece de padre. Descontada la debacle, el PSOE respiraba en la noche electoral al «resistir» en el suelo de los 30 parlamentarios, barrera estratégica que esperaban perder tras los trackings internos que en la recta final de la campaña le auguraban un resultado en torno a los 28 diputados en el Parlamento andaluz.
«Salvamos los muebles»
«Salvamos los muebles», se consolaban desde Moncloa, Ferraz y la sede del PSOE andaluz en San Vicente, utilizando una vez más el tándem infalible del juego de las expectativas y la nula autocrítica. «Para el desastre que podía haber sido… ni tan mal». La alternativa era la catarsis, la rebelión de la federación más numerosa del PSOE que, una vez más y pese a una histórica derrota, guardó silencio. Con la vista puesta en las municipales de mayo de 2023, el PSOE se lame las heridas y contiene la crítica interna con la esperanza de «reconstruir las mayorías» en la elecciones de mayo del año que viene.
«Los alcaldes no se han implicado al 100%. No han querido nacionalizar su campaña. Hablar de ERTE y de paro era hablar también de los pactos con Bildu y ERC, que es lo que se ha castigado aquí», denuncian fuentes del PSOE andaluz a THE OBJECTIVE. «Ahora se movilizarán porque se la juegan en sus consistorios. Y por ello, el presidente y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, estaba convencido de que lograría pasar página de la debacle y salvar de la quema a Espadas con unos «malos resultados» que sólo se admiten en privado.
Antes de perder el escaño 31 en favor del PP, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, compareció en Ferraz para admitir que «sin duda hemos tenido momentos mejores que esta noche». Pero también para intentar insuflar moral a la tropa andaluza, donde la número dos del partido se ha multiplicado en la campaña electoral: «Hoy somos más necesarios que nunca y debemos reforzar esfuerzos. Se trata de salvaguardar los derechos y libertades. Dedicaremos todo nuestro esfuerzo. Al PSOE andaluz les digo que tengan confianza».
Triple argumentario
La voluntad es mantener la hoja de ruta trazada por Sánchez en Moncloa: resistir la tempestad y cerrar filas para aguantar hasta 2023. Es el mensaje que ha venido desplegando Sánchez en las últimas semanas en rondas de contactos con los barones del partido y los ministros del Gobierno y en lo que redundará este lunes en la reunión Ejecutiva Federal que mantendrá en el cuartel general socialista.
Para lograrlo el PSOE se sitúa de espaldas a la realidad tirando de un triple argumentario. Primero, que la debacle andaluza «estaba descontada» y que el PP «sigue gobernando donde gobernaban», en palabras de Adriana Lastra. Segundo, que el ganador de las elecciones autonómicas en Andalucía ha ganado gracias a la «baja participación y mucha propaganda», como se justificó Espadas desde Sevilla. Y tercero, que esta derrota «no es extrapolable a escala nacional y no supone un cambio de ciclo».
Esto sostienen fuentes gubernamentales y socialistas consultadas por THE OBJECTIVE. Juan Manuel Moreno Bonilla «lo ha hecho bien, ha conseguido el espacio que han tenido los presidentes andaluces. Se ha separado del PP y de Ayuso». Pero también esto supone una «buena salida para las generales» porque en los grandes nichos del voto socialista, como Andalucía y Cataluña, «siempre ha habido una dualidad del voto. El voto institucional cambia de bando y quien gana en autonómicas no tiene por qué ganar en generales». Algo que, a juicio de los estrategas socialistas, se traduce en la convicción de que el trasvase de voto del PSOE al PP volverá a casa en municipales y generales, aunque no existen datos que lo atestigüen más allá de un dogma de fe. Como aquellos que en los últimos 15 días venían a afirmar que «por supuesto que el PSOE va a sacar mas de 33 escaños porque en las últimas elecciones medio millón de votos se nos quedó en casa».