El periplo 'post mortem' de Primo de Rivera: cinco exhumaciones en 85 años
La familia del líder fascista y fundador de la Falange ha reclamado sus restos para evitar «confrontaciones» entre los españoles
El pasado 10 de octubre, la familia de José Antonio Primo de Rivera solicitó la exhumación de los restos del fundador de la Falange para sacarlo del Valle de los Caídos, en lo que será el quinto traslado de su cuerpo desde que muriera en el año 1936. Se adelantaban así al Gobierno, que ya había anunciado su intención de llevar a cabo la exhumación antes de que el monumento se convierta en un cementerio civil de la mano de la nueva Ley de Memoria Democrática.
Según el artículo 54.4 de la ley, la resignificación del mausoleo que se prevé implica «la reubicación» de cualquier resto mortal que ocupe un lugar «preeminente» en el recinto, como es el caso del exfalangista, que se encuentra enterrado a los pies del altar mayor de la basílica, y que sería trasladado a un lugar menos destacado de Cuelgamuros con el resto de civiles que yacen en la cripta.
Una exhibición pública «propensa a confrontaciones»
No obstante, la petición de la familia deja sin efecto lo dispuesto en la citada ley, asumiendo la responsabilidad de la exhumación, que, aseguran, «debe permanecer y permanecerá dentro de la estricta intimidad familiar, sin que pueda convertirse en una exhibición pública propensa a confrontaciones de ninguna clase entre españoles».
Se cumplirá así, según explica la familia, «la voluntad manifestada en su testamento«, cuya cláusula primera recoge: «Deseo ser enterrado conforme al rito de la Religión Católica, Apostólica, Romana que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz».
Las cuatro exhumaciones de Primo de Rivera
Supone este un nuevo capítulo en el polémico plan de exhumaciones acometido por el Gobierno, después de sacar del Valle de los Caídos los restos del dictador Francisco Franco en octubre de 2019. Ahora le toca el turno a José Antonio Primo de Rivera, pero no es la primera vez: el fundador de Falange Española ya ha sido desenterrado en otras cuatro ocasiones anteriores.
Primo de Rivera fue juzgado por conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República y sentenciado a muerte. Su ejecución se produjo el 20 de noviembre de 1936 en la cárcel de Alicante, donde permanecía encerrado desde junio de ese mismo año, un mes antes del estallido de la Guerra Civil. Su cuerpo fue trasladado a una fosa común del cementerio de Florida Alta, en la misma ciudad, donde descansaría durante muy poco tiempo.
Ese mismo mes de noviembre, pocos días después de su fusilamiento, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico solicitó al Gobierno del Frente Popular la certificación de su muerte, lo que conllevó al primer desenterramiento. Sin embargo y, aunque Franco conocía la noticia de la ejecución de Primo de Rivera desde el mismo día en que se produjo, el dictador ocultó su muerte durante dos años para salvaguardar sus intereses políticos.
Desenterrado «por amor»
En un artículo publicado en el diario ABC el 19 de noviembre de 1961 por el escritor Felipe Ximénez de Sandoval y descubierto por el periodista José Antonio Martín Petón, como relata El Español, se recogía que «la embajada inglesa, para satisfacer los deseos de alguna persona interesada en la salvación de José Antonio, pidió su certificado de defunción. Al no existir ese documento, el juez Enjuto Ferrán tuvo que asistir a la exhumación de José Antonio a los pocos días de su fusilamiento».
Para Martín Petón, autor del libro basado en Primo de Rivera El hombre al que Kiplin dijo sí , la persona a la que Ximénez se refería en el artículo no podía ser otra que Elizabeth Asquith, una princesa de origen británico que, décadas más tarde, se descubriría como uno de los grandes amores del falangista. «Por encargo directo del Gobierno de Inglaterra, un representante de su cuerpo diplomático en España consigue la primera exhumación poco después de su fusilamiento. Su intención no era tanto de interés político como calmar la desazón de Elizabeth Asquith», escribe Petón en su libro.
Elizabeth Asquith nació en 1987. Hija del primer ministro británico entre 1908 y 1916, el liberal Herbert Asquith, y de su segunda esposa, Margot Tennat formó parte de una de las familias más influyentes del Reino Unido. Perteneciente a la alta sociedad y miembro de la élite intelectual del país, donde llegó a codearse con personajes de la talla de Virginia Wolf, Elisabeth siempre mostró una inteligencia y unas capacidades extraordinarias para su juventud. Escritora y corresponsal del Washington Post, esta influencer extemporánea contraería matrimonio con el príncipe rumano Antoine Bibesco.
Fue en marzo de 1927 cuando, tras ser destinado su marido a la embajada de Rumanía en Madrid, Elisabeth conoció a José Antonio Primo de Rivera. Ni el matrimonio, ni el antagonismo político e ideológico, ni los seis años de diferencia que Elisabeth le sacaba al jefe de los camisas azules fueron obstáculo para que iniciaran un romance clandestino. De hecho, Primo de Rivera tuvo presente a la princesa Bibesco hasta su último aliento, tal y como desvela Martín Petón en su libro. El periodista descubrió que, en el momento de su ejecución, el falangista guardaba entre sus objetos personales un telegrama firmado por Elizabeth con fecha del 29 de febrero de 1936 en el que decía: “Je pense à toi. Love” (Yo pienso en ti. Amor). La escritora le dedicaría al líder fascista su última novela, El Romántico.
Desde Alicante hasta El Escorial
En 1938, dos años después de su muerte, los restos mortales de Primo de Rivera fueron trasladados desde el cementerio de Florida Alta hasta el campo santo de Nuestra Señora de los Remedios, también en la provincia de Alicante. Un año después, en 1939, su cadáver fue exhumado de nuevo y su féretro fue transportado a pie por un cortejo de falangistas hasta el monasterio de San Lorenzo del Escorial de Madrid, donde fue enterrado con honores a los pies del altar mayor de la basílica el día 30 de noviembre.
El Valle de los Caídos
Dos décadas después, el 31 de marzo de 1959, y justo un día antes de la inauguración oficial del Valle de los Caídos, el fundador de la Falange fue nuevamente exhumado para ser trasladado al Valle de Cuelgamuros, según el historiador Julián Casanova, «a petición del propio Franco». En ese lugar ha permanecido hasta el que será su quinto, y presumiblemente último, desenterramiento desde que falleciera al inicio de la Guerra Civil Española.