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Rocío Monasterio, condenada al ostracismo en Vox: «rendida» en Madrid y fuera de la cúpula

Sin influencia en la región y fuera del CEN, la voluntad del partido es que termine yéndose sin hacer ruido

Rocío Monasterio, condenada al ostracismo en Vox: «rendida» en Madrid y fuera de la cúpula

La líder de Vox en la Comunidad de Madrid, Rocío Monaterio. | EFE

Rocío Monasterio es uno de los ejemplos paradigmáticos de la «bunkerización» –en términos de los críticos– de la dirección nacional de Vox, cada vez más reducida a un núcleo duro de Santiago Abascal que opera «a golpe de dedo y mandato». Otrora una de las cabezas visibles del partido, la líder madrileña ha sido condenada al ostracismo, a la soledad. Primero fueron los resultados obtenidos el pasado 28-M, que otorgaron la mayoría absoluta al PP de Isabel Díaz Ayuso; más tarde fue la salida de su marido, Iván Espinosa de los Monteros; luego su no inclusión en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN); y ahora la marcha a la empresa privada de su mano derecha, José Luis R. Bartolomé.

Detrás de esta última decisión subyace la «marginación», en términos de fuentes regionales, a la que ha sido sometida Vox Madrid por la dirección nacional. Sin influencia en la toma de decisiones, sin promoción en redes sociales ni en medios de comunicación, los de Monasterio son «el último plato». Porque desde Bambú no gastan excesivos esfuerzos en un enclave que es para ellos el más difícil por la popularidad de Isabel Díaz Ayuso, que fagocita a gran parte de su electorado.

Desde el entorno de Monasterio señalan que la exdirigente de Vox está «quemadísima» porque se ha dado cuenta de que «no tiene tirón» en Madrid, donde «tampoco cae excesivamente bien a los concejales», «ni cuenta para las decisiones» del partido. «Está rendida», subrayan, en referencia a que podría abandonar la formación cuando expire la legislatura. No parece que antes.

Consciente de que todas las miradas apuntan hacia ella, y que se barrunta su posible salida, Monasterio concedió este jueves una entrevista en ABC en la que el titular era tajante: «Pues claro que me quedo en Vox, me echarían de menos».

Así salió a apagar el fuego que había provocado horas antes la salida de José Luis Ruiz Bartolomé, pero también las palabras de Macarena Olona al respecto, que se refirió a Rocío Monasterio como «el único cabo suelto» que Vox tiene dentro para frenar su «deriva» una vez que han conseguido «callar y humillar a [Javier] Ortega Smith» con un puesto de vocal en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN), degradándolo con respecto a su anterior puesto de vicepresidente.

«Dejarla morir»

Vox ha intentado librarse de ese cabo suelto desde hace tiempo. Tal y como contó THE OBJECTIVE en exclusiva, la dirección nacional llevaba tiempo queriendo apartarla de Madrid. De hecho, le ofrecieron la dirección de la Fundación Disenso para «dejarla morir ahí». Una oferta que ella rechazó, pero que Jorge Martín Frías, amigo personal de Rocío Monasterio, siempre ha negado que se produjera.

Fracasada esta operación para apartarla sin hacer ruido, la voluntad de la dirección nacional ahora es «dejarla morir» en Madrid, donde previsiblemente agotará la legislatura y abandonará la política, siguiendo la estela de su marido. Esta voluntad se evidencia en que haya sido la única baronesa del partido que no ha sido integrada en el nuevo CEN, a diferencia del resto de líderes autonómicos, cuando ha entrado hasta Blanca Armario, que sería la «cuota andaluza».

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