La maldición del chalé del 'caso Asunta': okupas desde hace años, incendios y un trágico suceso
La finca de Teo, donde Rosario Porto acabó con su hija, ha sido escenario de numerosas noticias en la última década
Del crimen de Asunta Basterra se sabe casi todo menos el porqué. Por qué unos padres, en teoría separados y legalmente divorciados, decidieron asesinar a su hija, que estaba a punto de cumplir 13 años y a la que ambos adoptaron cuando era un bebé en China. Rosario Porto, que se quitó vida en prisión siete años después, en 2020, y Alfonso Basterra nunca mostraron un ápice de arrepentimiento ni dieron explicaciones a los investigadores para aclarar ese interrogante. En cualquier caso, lo que sí quedo probado en todos los tribunales, desde la Audiencia Provincial de La Coruña hasta el Supremo, es que ambos idearon y ejecutaron juntos un plan para acabar con la niña.
El asesinato comenzó a escribirse tres meses antes de aquel 21 de septiembre de 2013. Fue cuando Basterra y Porto comenzaron a suministrar a la niña un medicamento que contenía lorazepam, una benzodiacepina que produce somnolencia y sedación. Una dinámica que continuaron hasta el último día, cuando a la hora de comer le dieron la dosis más tóxica para, cuando le hiciera efecto y estuviera sedada, asfixiarla hasta la muerte. Rosario Porto fue a buscar su coche, montó a la niña, ya semiinconsciente, y la condujo hasta la casa que tenía en Montouto (Teo) donde la mató.
El Caso Asunta, la serie que estrenó Netflix el pasado viernes, se traslada cronológicamente a ese mismo día, en concreto, horas después del asesinato, cuando Rosario Porto, interpretada por Candela Peña, y Alfonso Basterra (Tristán Ulloa) denuncian la desaparición de su hija Asunta, cuyo cadáver aparecerá horas después junto a una carretera a las afueras de Santiago de Compostela. Una ficción que recrea el crimen de la manera mas fidedigna, eso sí respetando los límites y sin ahondar en las zonas grises que quedaron por aclarar tras al macabro suceso.
Un okupa detenido
Más allá de los interrogantes, lo que tampoco cuenta la serie ni posiblemente saben muchos de los espectadores es que con el paso de los años, en paralelo, se ha ido escribiendo otra historia entorno a la vivienda donde Rosario Porto mató a su hija, Asunta Basterra. Sí, la casa de Teo. La finca, situada en una aldea de la provincia de La Coruña, ha sido el escenario de numerosas noticias tras el asesinato que conmocionó al país. Se han sucedido incendios, detenciones ajenas a la familia Basterra-Porto, ventas infructuosas… y hasta okupaciones. Poco después de que la Guardia Civil cerrase la investigación del caso, los okupas usurparon la casa. Hoy todavía siguen allí.
Precisamente, en septiembre de 2023, cuando se cumplían diez años del suceso, agentes de la Guardia Civil detuvieron a uno de los okupas que vivía en el domicilio, según publicó La Voz de Galicia. El Instituto Armado no lo arrestó además por usurpar la casa, sino porque le constaba una orden judicial de busca y captura por otros delitos cometidos al margen de la okupación. Los guardias sabían que residía ilegalmente en el chalé, por lo que se personaron allí, le notificaron la resolución y lo trasladaron a prisión.
Un año después, según ha podido saber THE OBJECTIVE, la vivienda de Teo, situada muy cerca de la pista en la que fue hallado el cadáver de Asunta, sigue okupada, aunque se desconoce si ha regresado el hombre que fue enviado a la cárcel en 2023. En la última década, el inmueble ha sufrido un gran deterioro e incluso ha padecido un incendio. Tras la muerte de Rosario Porto en la prisión de Brieva (Ávila), la propiedad fue heredada por una amiga de esta última, la única que fue a visitarle al centro penitenciario tras ser condenada a 18 años de prisión. El chalé fue puesto a la venta por casi un millón de euros, pero las circunstancias que le rodearon y que actualmente le rodean, han hecho imposible que encuentre un comprador.
Cronología
Todo el plan que desarrollaron meses atrás los filicidas concluyó allí. El 21 de septiembre de 2013 Porto y Basterra comieron con su hija, Asunta Basterra, en el piso en el que vivía el padre tras la separación y el divorcio del matrimonio. Le suministraron la dosis —casi mortal— de Lorazepan y horas después, a las 18:15, Rosario fue a buscar el coche al garaje, situado en una zona próxima, al igual que la vivienda donde vivía con la niña, y se la llevó hasta la casa de Teo. En el momento más próximo a la muerte le ató los brazos y los tobillos con unas cuerdas de plástico naranja para impedir a Asunta, que apenas tenía conocimiento, tuviese opción de sobrevivir.
Le tapó la nariz y la boca con un pañuelo y la asfixió. Consumado el crimen, dejó el cadáver en una pista forestal cercana y regresó a su casa para seguir con el plan: simular que la niña había desaparecido y que alguien desconocido la había raptado y asesinado.