Las mentiras del agente doble del CNI al servicio de la CIA
El coronel dice ahora que no vendió la información y la embajadora de EEUU aseguró antes lo contrario
A pesar de los 35 años que llevo informando sobre las actividades del servicio de inteligencia español, hay muchas situaciones que no consigo entender; no sé cómo interpretarlas. El mundo del espionaje se mueve entre las verdades a medias y las mentiras. Nada es lo que parece, todo es manipulable. Las investigaciones de situaciones conflictivas los llevan a tener la certeza de que lo que ha ocurrido es lo que ellos escriben en un informe, pero la realidad es que sus pruebas no tienen por qué poseer valor para un juez.
Hoy voy a compartir con vosotros una de esas situaciones que me pasan de vez en cuando al analizar y escribir sobre historias del espionaje. Me parecen historias lógicas, humanas, pero absolutamente ridículas.
Desde principios de este curso he seguido con pasión y he escrito aquí sobre la historia de un coronel del CNI, responsable de la contrainteligencia rusa —los que ponen coto a las actividades de los servicios de inteligencia de Putin en España—, que actuaba como doble agente para la CIA (por si alguien todavía no lo sabe, el principal servicio secreto exterior de Estados Unidos).
Nos van llegando las filtraciones de información con cuentagotas. Desconocemos su nombre, una precaución rigurosa que no entiendo de alguien pillado cometiendo un delito por mucho que haya sido un espía con la necesidad de tener protegida su identidad. Sabemos que tenía un compinche que salió de la cárcel rápido, sin duda porque jugó un papel secundario y colaboró en la investigación. Nos han contado que el coronel se llevó un montón de papeles con información del CNI, sacada sin permiso de la sede central, con la intención de compartirla con esos supuestos aliados americanos. Y utilizo el término «supuestos» porque unos verdaderos aliados nunca meten un topo en un servicio amigo.
Hace un tiempo, Joaquín Gil desveló en El País la agenda personal del traidor, y ofreció algunos detalles interesantes sobre la marcha del proceso judicial que sigue siendo secreto. El coronel era un hombre muy bien relacionado, con muchos contactos en la ONU y en países como Emiratos Árabes Unidos. En este país árabe, en el que reside el rey emérito Juan Carlos, mantiene buenas relaciones con el jefe de seguridad. Curioso.
Una situación ridícula
Pero hoy os quería hablar del ridículo de algunas situaciones del espionaje, en concreto de esta. El coronel fue detenido y encarcelado, y la responsable política del CNI, la ministra de Defensa, Margarita Robles, llamó a la embajadora de Estados Unidos para que fuera a verla. Julissa Reynoso hizo el paseíllo más desagradable para cualquier representante diplomático, y lo que supimos de esa reunión es que pidió disculpas por algo que consideraba que no debía haber ocurrido. Alegó que si la CIA captó a un espía español, fue por un plan aprobado en época del anterior presidente, Donald Trump. En resumidas cuentas: se mostró arrepentida de haber cometido ese pecado.
Sin embargo, hemos sabido que el coronel y su abogado aseguran que la información que sacó de la sede central del CNI no llegó a terceras personas, y que el servicio no ha podido demostrar que esos datos hayan acabado en poder de servicios de inteligencia extranjeros. Por lo que su abogado concluye: no ha cometido ningún delito.
Pero ¿no había reconocido la embajadora Reynoso que Estados Unidos había captado al coronel? ¿Es que el CNI carece de pruebas acusatorias contra el coronel? O, perdónenme si voy demasiado lejos: ¿ha llegado la dirección del CNI a un acuerdo con el coronel, quizás respaldado por la CIA? Me temo lo peor. ¿Qué es lo peor? Que cada uno piense lo que quiera.