THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Julia Navarro, niños de la guerra, ideologías totalitarias y la ministra Robles

La ministra de Defensa defiende las ideas de nuestra escritora más universal y Maduro se cabrea

Julia Navarro, niños de la guerra, ideologías totalitarias y la ministra Robles

La escritora Julia Navarro (i) y la ministra de Defensa, Margarita Robles (c), durante la presentación de la novela. | Ricardo Rubio | EP

Maestra en el arte de escribir, soñadora por encima de todo, activista impenitente en defensa de los principios que puedan ayudar a que el mundo sea mejor, implicada en causas justas, por muy vilipendiadas que sean, y convencida de que los extremos en política no conducen a nada. 

Julia Navarro es una escritora que llegó a millones de lectores con su libro La hermandad de la Sábana Santa y siguió arrasando con La Biblia de barro y La sangre de los inocentes. Podía haber seguido por ese camino del mundo del thriller misterioso e histórico, pero no está en sus genes la vida fácil. Se lanzó a escribir lo que le pedía el corazón, esas historias que te salen de dentro y quieres compartir con millones de seguidores. Cambiar la autopista segura de la literatura por una vía desconocida fue un riesgo, pero su pasión captó de inmediato la atención de aún más miles de fans.

Leí la parte final de Dime quién soy una tarde desapacible delante de una chimenea mientras me fumaba un Montecristo. Unos detalles muy útiles para justificar delante de mi mujer la razón por la que lloraba con el libro ya cerrado: «No sé qué se me ha metido en los ojos, posiblemente tanto humo». No me creyó.

El niño ajeno a la guerra

En sus continuas apuestas por contarnos historias controvertidas con esa visión enternecedora que deja al lector que saque sus propias conclusiones, ha llegado a las librerías (Plaza y Janés) El niño que perdió la guerra. La historia se mueve entre un chico ajeno a todo, al que la vida le lleva por los senderos complicados de ideas y combates que nada tienen que ver con él. Es la Guerra Civil española y ese niño, como nuestros padres, tíos o abuelos en su momento, es ajeno a los combates políticos, a la lucha entre izquierdas y derechas. Y como todos los niños que vivieron esa guerra o cualquier otra, no se explican por qué tienen que matarse los amigos y morir las personas que quieren.

Luego está el horroroso desarraigo vivido en soledad, el viaje forzado desde España a un país lejano, desconocido, con otro idioma, que genera problemas de comunicación. La madre que quiere protegerle, que siente que le arrancan lo que más quiere en la vida. Y la nueva madre que el pequeño tiene la suerte de encontrarse en Rusia y que quiere cuidarle y animarle.

Las doctrinas totalitarias

Es una novela fascinante con giros sorprendentes, muchas aventuras entrelazadas y numerosos personajes secundarios que Julia no permite que te sean indiferentes. Todo nos deja huella. Y en el fondo, una novela llena de historia en la que aparecen las ideologías extremistas, el franquismo y el comunismo expresado y defendido por sus protagonistas con el mayor radicalismo. La época de guerras lleva al límite la defensa de unas doctrinas totalitarias que implican forzar a los ciudadanos a seguirlas sin rechistar, a cumplir sus leyes caprichosas e injustas con la amenaza de la cárcel o la muerte. Muchos fueron capaces de hacer cualquier cosa por imponer sus principios, no les importaba a quién tuvieran que arrasar, a quién tuvieran que quitar de en medio.

Mucha de la gente que vivió la época convulsa en que el comunismo y el fascismo triunfaban en importantes países, terminaron desengañados de lo que en un principio pensaron que podría haber sido la solución a sus problemas. 

El libro de Julia Navarro hay que leerlo no solo porque escribe de fábula, nos hace sentir como ningún otro autor y nos transporta a una época fascinante de la historia. Hay que leerlo porque la época que estamos viviendo ahora mismo, en 2024, tiene mucho que ver con la que narra en su libro. Esa época en la que los extremos buscan aniquilarse y hay muchos niños inocentes que no entienden lo que pasa. 

Esa época en la que el pasado jueves 12 de septiembre la presentadora de un libro, en un recinto tan maravilloso como el salón de actos del Ateneo de Madrid, resaltó su coincidencia con la autora y rechazó los totalitarismos actuales enviando un «recuerdo a los hombres y mujeres de Venezuela que han tenido que salir de su país, precisamente por la dictadura que viven». Los asistentes aplaudimos imaginándonos que las palabras de la ministra de Defensa, Margarita Robles, no iban a gustar a Maduro, a Putin o a los talibanes. El presidente venezolano se ha cabreado y ha montado el numerito de ofendido. Quien se pica ajos come. 

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