THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Bárbara Rey: Juan Carlos, el chantaje y su no asesinato

El CNI advirtió a la amante del monarca que daban el tema por zanjado, pero no esperaban que las imágenes aparecerían

Bárbara Rey: Juan Carlos, el chantaje y su no asesinato

Ilustración de Alejandra Svriz.

«El asunto persa». Así se referían en clave el ministro de Defensa, José Bono, el director del CNI, Alberto Saiz, y el jefe de la Casa Real, Alberto Aza, cuando hablaban entre ellos de las consecuencias de la relación sentimental entre el rey Juan Carlos y Bárbara Rey. Corría el año 2004, habían pasado diez desde el inicio del pago, en metálico o especies, a cambio de que no aparecieran unas grabaciones, fotos y conversaciones comprometedoras. Saiz había informado de la situación a Bono y este decidió dar carpetazo al tema.

El director del CNI hizo llegar un mensaje a la actriz y al periodista que se había convertido en su intermediario: cuando acabe el programa En casa de Bárbara en Canal Nou, no le buscarán otro y cesarán en la búsqueda de publicidad entre grandes empresas para una revista digital. Llegado el momento, Bárbara se pilló un enorme rebote, intentó seguir cobrando, pero ya nadie en el servicio secreto se preocupó de ella. La actriz nunca difundió el material comprometedor… que hace unos días ha visto la luz. Las fotos de los dos protagonistas del «asunto persa» besándose y abrazándose.

Durante los diez años que duraron los pagos y los 20 que han pasado desde entonces, he hablado sobre el tema con mucha gente del poder y de las alcantarillas. Uno de los temas recurrentes era cómo una actriz podía haber estado chantajeando a la monarquía y por ende al Gobierno y al servicio secreto durante tanto tiempo. El motivo sin duda era que había actuado con suma destreza antes del inicio de la operación, escondiendo adecuadamente el material que había almacenado y que podía poner patas arriba no solo al rey Juan Carlos o a la monarquía, sino al propio Estado. Algo grave en 1994, pero ya no tanto en 2004.

Recuerdo que antes de publicar en 2011 el libro Las alcantarillas del poder le pregunté a un alto mando del servicio secreto por qué habían tragado tanto y me contestó que en otros países a la actriz directamente la habrían pegado dos tiros, pero que en España eso no se hacía.

Creo que Bárbara Rey se puede considerar afortunada porque tras su caso el CNI aprendió la lección y actuó de forma distinta con la última relación sentimental de Juan Carlos: Corinna Larsen. Cuando el Rey emérito cometió el error de entregar papeles secretos a quien no debía, el director de La Casa, Félix Sanz, para recuperarlos, se reunió con ella en Londres y con sutileza, pero con claridad, la dejó claro que la convenía dejar de chantajear a Juan Carlos.

Corinna estalló en defensa propia y le contó a su amigo, el comisario José Villarejo, cómo se había sentido presionada y amenazada por el jefe de los espías. Fue un escándalo, una pobre mujer frente al poder sin límite de un servicio secreto. Una fuente del servicio me contó con dureza: «Si una mafia intenta chantajear a un alto gobernante español, el servicio está para protegerle». Con Corinna lo hicieron con agresividad, nada que ver con el comportamiento que dedicaron a Bárbara Rey, al menos hasta el momento en el que cesaron en el pago y la recomendaron no difundir el material comprometedor.

Por mucho menos de lo que ha hecho la actriz, en otros países como Rusia te pegan dos tiros en mitad de la calle. Por suerte vivimos en España, donde no existe la ley del salvaje oeste. La duda que tengo es cuántas veces Bárbara Rey pensó que el servicio secreto podía matarla y que necesitaba guardar esas imágenes para protegerse.

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