Las pruebas del chantaje de Bárbara Rey
Saiz, director del CNI: «Había un chantaje sobre la mesa». Bono, ministro de Defensa: «Solucionamos el asunto Persa»
El debate de las dos últimas semanas ha girado sobre el chantaje de Bárbara Rey a don Juan Carlos, el pago en metálico o por transferencia de más de 600 millones de pesetas para que no difundiera el material comprometedor para la monarquía. Un material que 30 años después tiene escasa relevancia y ha sido difundido mayoritariamente en los medios de comunicación, a excepción de los videos sexuales. Desde el entorno de la actriz se ha repetido continuamente que ninguna de las autoridades implicadas ha reconocido el tema. No es cierto, aquí están las pruebas.
El 25 de noviembre de 2021, el que había sido en 2004 ministro de Defensa, José Bono, presentó en la Asociación de la Prensa de Madrid mi libro Al servicio de su majestad, sobre las relaciones entre la monarquía y el servicio secreto. Sus primeras palabras fueron: «Después de leerlo debo decirles que, con algún matiz, todo aquello que yo conozco como responsable que fui durante un tiempo de los servicios secretos del Estado, todo lo que aquí se dice y se refiere a la época en que yo tuve esa responsabilidad, con matices, se ajusta a la verdad. Y de la lectura completa debo decirles que intuyo que se deduce lo mismo».
Y añadió más adelante: «Juan Carlos es humano, sus, entre comillas, pecados de la carne quizás sean los más llamativos, para mí son los más disculpables, si son pecados oiga, que cada uno se acuesta con quien quiere y le dejan, siendo respetuoso con la persona. Los pecados de la carne, me decía un moralista, son todos por debilidad y no por malicia. El tema económico, el dinerario, exigiría posiblemente una confesión distinta de la de un confesionario de iglesia».
Bono respaldó ese día mi narración sobre el tema de Bárbara Rey: «Al ministro Bono le disgustó enterarse –contaba en el libro- de que el tema seguía abierto y le pidió a Saiz -director del CNI- que intentara cerrarlo de una vez (…) Decidieron ponerle fin de una manera pausada. El programa de televisión –en Canal Nou- siguió otra temporada y ellos continuaron buscando publicidad para la revista, pero empezaron a avisar a Bárbara Rey y a su intermediario Santi Arriazu, que no sacaba ningún beneficio económico, de que se fuera buscando la vida porque los pagos tenían fecha de caducidad. En 2005 se clausuró el programa y aprovecharon para poner fin a cualquier otro desembolso».
Tres días después, La Sexta difundió una entrevista con Alberto Saiz, al que le preguntaron sobre el tema que desvelaba en mi libro. Su claridad fue total y ofrece detalles sobre cómo acabó con el pago a la actriz: «Había un chantaje ahí sobre la mesa y no de dinero público. Se estaban haciendo determinadas acciones en favor de la susodicha persona de manera que tuviese acceso a algún contrato de trabajo, alguna publicidad o alguna cosa de estas. De no hacerse, cabía la posibilidad de que alguien dijese que había habido una relación íntima. Yo creo que el CNI no estaba para estas cosas y sencillamente cerramos aquel capítulo».
Con anterioridad, en 2015, Bono había publicado en su libro de memorias El diario de un ministro, algo que había pasado desapercibido porque estaba contado utilizando palabras clave. Escribió que Alberto Saiz, con el respaldo de Alberto Aza, jefe de la Casa Real, habían solucionado el «asunto Persa» que el anterior director del CNI, Jorge Dezcallar, no se había atrevido por las repercusiones que podría haber tenido. El «asunto Persa» era como llamaban al chantaje de Bárbara Rey.
Un último dato. Antes de entregar a la editorial el original de Al servicio de su majestad, hice una comprobación sobre el tema del pago y telefoneé a Santi Arriazu, del que me aseguraban era el intermediario de Bárbara que había negociado los pagos con el secretario general del servicio secreto, Aurelio Madrigal, y el jefe de seguridad de La Casa, Andrés Fuentes. Le conté lo que iba a publicar, no negó ningún extremo y se limitó a preguntarme: «¿Te lo ha contado Andrés?».