THE OBJECTIVE
El buzón secreto

La directora de 'La infiltrada' no entiende por qué la policía se metió en ETA (yo sí)

Arantxa Echevarría dice que «es complicado entender para cualquiera» que una joven entregue «ocho años» a esa lucha

La directora de ‘La infiltrada’ no entiende por qué la policía se metió en ETA (yo sí)

Carolina Yuste en la película 'La infiltrada'.

Me lo están preguntando reiteradamente en las últimas semanas: ¿Izaskun, una de las protagonistas de tu novela Líneas rojas, está basada en la misma policía que la de la película La infiltrada? La respuesta es afirmativa. Hace unos años leí en el diario El Mundo la historia de E., la única policía que consiguió entrar a formar parte de un comando de ETA, el Donosti, uno de los más sanguinarios. Se ve que nos llamó poderosamente la atención a algunos productores de cine y a mí, aunque lo materializamos con enfoques distintos. Ellos se aventuran en el mundo de su infiltración en la organización y yo hago una inmersión en el mundo de las consecuencias, centrándome en su nueva vida unos años después de aquello. 

En ambos productos, el cinematográfico y el literario, mostramos interés por analizar la personalidad de una mujer como E., sus motivaciones y consecuencias. Cada uno tiene sus propios impulsos que le llevan a jugarse la vida en una infiltración en mafias o grupos terroristas. Pero, sin duda, existen unas razones comunes a todos los que lo intentan.

La infiltrada es una gran película que está cosechando un éxito de taquilla en un momento complicado para el cine español. Gran parte del mérito es de su directora, Arantxa Echevarría, que ha hecho unas declaraciones a El diario vasco en las que ha sido sincera al dar su opinión sobre la auténtica E.: «Esta policía era de una madera y de una forma de ser que ni comprendo, ni comparto en el sentido de que dio ocho años de lo mejor de la vida, en los que yo por lo menos hice mis primeros viajes, tuve mis primeras relaciones amorosas y enfoqué mi vida laboral. Es complicado de entender para cualquiera que alguien pare todo eso por una entelequia, sin tener siquiera algún familiar policía, ni haber vivido los atentados de ETA».

E. nació en Logroño. Formó parte de un grupo de cinco infiltrados. Los primeros resultados fueron desalentadores: los cuatro restantes abandonaron la misión solo un mes y medio después. Berradre fue progresando poco a poco, moviéndose por distintos ambientes, dándose a conocer. Tardó siete años en conseguir que un miembro del comando Donosti, Kepa Etxebarria, la captara. Su lealtad a la causa era básica, pero necesitaban un piso y un coche seguros: los de E. Después se sumaría Sergio Polo, todavía más sanguinario y peligroso. Los dos etarras y mucha gente que los ayudaba acabaron en prisión. E. desapareció, antes o después ETA iría a por ella, como así fue.

Arantxa Berradre.

Al igual que la directora de la peli, yo nunca he hablado con E. Sé sobre ella lo que he leído y hablado con compañeros que han realizado misiones de infiltración. Además, soy muy afortunado porque en los años que llevo investigando sobre los servicios secretos he tenido la suerte de conocer a unos cuantos agentes que llevaron a cabo misiones similares. Algunos, como Mikel Lejarza o Fernando San Agustín, se relacionaron directamente también con ETA.

Mi opinión sobre los motivos que llevaron a E. a invertir ocho años de su vida en una infiltración, que la acaparó cada minuto de cada día, no tiene nada que ver con la manifestada por la directora Echevarría, sin duda fundada en el largo proceso para sacar adelante la peli.

Es complicado entender qué mueve a una persona a aparcar su vida, la familia, sus sueños y una vida placentera y convertirse en infiltrado para convivir con terroristas, mafiosos o delincuentes. Con lo a gusto que se pasa la tarde delante de la chimenea, ¿quién querría pasarla rodeada de lodo? Sin duda, es imprescindible una cierta dosis de aventurero y estar hecho de una madera especial para sobrevivir rodeado de enemigos. Pero, por encima de todo, es esencial tener unos valores en los que el bien común esté por encima del propio. Evitar el asesinato de personas desconocidas que nunca te lo podrán agradecer o meter en la cárcel a asesinos sin escrúpulos, son motivaciones que guiaron a infiltrados que he conocido y sin duda a E. Renunciar a disfrutar de la juventud solo se entiende si tienes esos valores. Si veis La infiltrada o leéis Líneas rojas, lo entenderéis. Por suerte en España hay mucha gente como E., como Mikel Lejarza, Fernando San Agustín, Paco Lerena, Iñaki Sanjuán…

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