Sánchez debe permitir que el Rey visite Ceuta y Melilla
Flipe VI lleva diez años reinando y ha visitado todas las provincias españolas menos las dos plazas
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Pedro Sánchez con Mohamed de Marruecos.
El otro día estuve comiendo con un antiguo espía rebelde en un restaurante del centro de Madrid y mientas mirábamos de reojo a un exdirector del CNI, sentado unas mesas más allá con un periodista, me contó que cada vez que acude a un medio de comunicación saca uno de los temas que le parece más indignante: los reyes no han ido ni una sola vez durante su reinado a visitar Ceuta y Melilla.
Los reyes de Marruecos han asentado históricamente su política exterior en la reivindicación primero del Sahara, después de Ceuta y Melilla y posteriormente de las Canarias. Una política expansionista que busca redirigir las críticas internas a la dictadura a ese enemigo todo poderoso que es España que supuestamente les niega lo que es suyo. Lo de Ceuta y Melilla, que hoy nos ocupa, lo han convertido en algo tan reivindicativo que les lleva a considerar que las visitas de los principales mandatarios españoles a las dos plazas son una provocación para ellos.
El chantaje primero de Hassan II y ahora de Mohamed VI empezó con la llegada de la democracia, hace 49 años. En la etapa de Juan Carlos I solo hubo una visita oficial, el 5 y 6 de noviembre de 2007. El aguerrido presidente fue José Luis Rodríguez Zapatero. Cuentan los cronistas que fue un empeño de los reyes, a los que no importó las amenazas marroquíes. Al presidente socialista tampoco. Marruecos lo calificó de «provocación», repitiendo la terminología de confrontación que tanto les gusta. Mohamed hizo un comunicado de condena y denuncia: habrá «consecuencias que podrían poner en peligro el futuro de las relaciones entre los dos países». No pasó nada, claro.
El rey Felipe también ha intentado ir. Sabe, como sabemos todos, que son dos autonomías españolas por mucho que no estén pegadas a la península y que aparecen en la Constitución, que celebramos ayer, como el resto de los territorios españoles.
En 2020, tras la pandemia por culpa del coronavirus, los reyes realizaron una gira por todo el país para reunirse con la gente y animarlos tras unos meses desastrosos. Fueron a todas las comunidades y el plan inicial incluía a Ceuta y Melilla. Así lo publicó la prensa local y medios nacionales, que resaltaban el hecho de que fuera la primera vez que Felipe y Letizia pisarían esa tierra española.
Pero llegaron las presiones. El rey es inmune a ellas, siempre que se lo preguntaban, y preguntan, contesta abiertamente que estaría encantado de acudir. Y alguien de su personal recordaba, y recuerda, discretamente que los viajes de la Casa Real tienen que ser aprobados por el Ejecutivo.
El Gobierno recibió las quejas oportunas de los marroquíes y en lugar de seguir adelante priorizando el respaldo moral a los españoles de las dos ciudades, decidió cancelar la visita y que Mohamed no se cabreara.
Vamos, lo mismo que hacen los británicos con Gibraltar. Cuando el príncipe heredero Carlos se casó con Lady Di iniciaron su luna de miel en el Peñón y no lo cambiaron aunque los reyes de España anunciaron que cancelaban su asistencia a la boda.
El único que tuvo narices para hacer frente a Mohamed fue Aznar cuando unos policías casi desarrapados ocuparon la isla de Perejil casi por casualidad. El gobierno marroquí estaba acostumbrado a producir pánico al español con sus decisiones y que se amedrentara con facilidad. Esta vez se encontraron enfrente al presidente del PP que les respondió con más chulería y les dejó en evidencia recuperando manu militari la isla. Los del rey alauita no soportaron el ridículo y se inventaron una fake news: Aznar era el padre del niño secreto de la ministra de Justicia francesa, Rachida Dati. Obviamente, no saben perder. Y es que el Gobierno español les tiene mal acostumbrados.