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La carta del imán de Ripoll que puso en alerta al CNI: «Se aburre en casa, necesita acción»

Abdelbaki Es Satty era una persona «ansiosa, hipersensible y muy controladora» con tendencia al hurto y «obsesiva»

La carta del imán de Ripoll que puso en alerta al CNI: «Se aburre en casa, necesita acción»

El imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty. | Ilustración: Alejandra Svriz

«En el presente escrito vengo a informarle…». Así empezó Abdelbaki es Satty en abril de 2014 su carta escrita a mano para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Aquella confesión de cuatro páginas, redactada en el penal de Castellón, fue la culminación de seis encuentros con los agentes secretos que le habían ido a visitar desde dos años antes. Un análisis grafopsicológico de la misiva del imán de Ripoll alertó al servicio de inteligencia del que luego sería el ideólogo de los atentados yihadistas del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils: «Es una persona que se aburre en casa, necesita acción», se indicó en un informe confidencial que ahora ha sido desclasificado por el Gobierno.

Es Satty cumplía en Castellón una pena de cuatro años por un delito por tráfico de drogas cometido en Ceuta y su libertad provisional estaba prevista para finales de abril de 2014. Dos años antes se había producido «la primera toma de contacto» con miembros del CNI. «Es muy difícil hacer valoraciones sobre su fiabilidad e intenciones últimas sobre las informaciones vertidas, lo que sí se puede afirmar es que es conocedor de estructuras radicales sin poder afirmar vínculos con organizaciones terroristas», se desgranó en un primer informe de abril de 2012.

En la segunda entrevista, un mes después, se observó por parte del CNI «más precisión» en las informaciones que Es Satty aportó. «Se muestra tranquilo cuando habla con los agentes, pero a la vez temeroso de las posibles repercusiones personales de esta relación. Toda la información aportada es relativa a épocas pasadas, anteriores a su detención», se precisó al respecto. Y en un tercer encuentro, en junio de ese año, los agentes hicieron hincapié en que su principal motivación para colaborar con ellos eran «las amenazas de muerte que ha recibido por parte de esta supuesta organización criminal que viene refiriendo, así como su deseo de no regresar a Marruecos».

En aquel momento, el que luego sería imán de Ripoll tenía pendiente un expediente de expulsión del territorio nacional en cuanto fuese puesto en libertad. El CNI advirtió en ese momento de que era posible que Instituciones Penitenciarias le concediese «en un período relativamente corto» el tercer grado. «Por lo citado anteriormente, es muy posible que sus declaraciones sean interesadas y muy probablemente sesgadas, si bien no tienen por qué ser inciertas», subrayaron los miembros del CNI que le fueron a visitar. 

En una tercera entrevista, este condenado por tráfico de drogas y padre de nueve hijos continuó insistiendo en la inculpación de «un determinado número de personas, a la postre, los que le han amenazado, y exculpando a los responsables de la mezquita de Vilanova que fueron detenidos por los hechos que denuncia, si bien no desmiente que fueran conocedores de los hechos». 

El CNI llegó a la conclusión en mayo de 2012, al término de una tercera reunión, que Es Satty había estado relacionado con personas que «se dedicaban al transporte por carretera entre España y Marruecos de piezas robadas y tráfico de drogas», sin que se pudiese asegurar «que posteriormente financiaran supuestamente atentados terroristas».

Dos años después, y con Es Satty en semilibertad, los agentes del servicio secreto fueron a visitarle en uno de sus ingresos penitenciarios para intentar conocer qué sabía de los implicados en la operación Chacal, quienes ya se encontraban en libertad, así como de los terroristas del 11-M. De nuevo, mostró a los miembros del CNI su preocupación de sufrir represalias, ya que antes de su detención, había recibido una paliza que casi lo habían matado.

El servicio de inteligencia barajó reclutarle como informador ya que era «una persona de interés genérico para el centro por sus posibles vinculaciones con entornos radicales», pero se descartó finalmente dicha opción al ser «un individuo del que no se tienen ninguna fiabilidad y confianza».

«Se mostró muy desconfiado»

El CNI vigiló al imán durante sus permisos penitenciarios, si bien no se apreció ningún indicio de que pudiera estar radicalizado o en proceso de radicalización. «Se trata de una persona muy opaca, apenas ha mostrado interés por nada. A juicio de los entrevistadores se mostró muy desconfiado y siempre temeroso de su desenlace final, se siente muy amenazado tanto por sus antiguos colegas de Vilanova como de Cambrils», se indicó en un informe confidencial del 17 de marzo de 2014, tres años antes de los atentados, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE.

En la segunda entrevista de ese 2014, Es Satty dio la impresión «muchas veces» de querer «jugar con sus conocimientos y el de los interlocutores» cuando se reunió con los emisarios del CNI. «Comienza hablando de un tema para que sea retroalimentado y de esta manera valorar su progresión, y cuando se le pide que continúe suele quedarse callado. Se trata de un individuo bastante inteligente y muy desconfiado, que intenta jugar con sus conocimientos. Sería de interés realizar un vaciado total de sus conocimientos, cuestión que se planteó desde la primera entrevista, pero dado la personalidad del sujeto, trata de eludir», determinó el servicio secreto.

El 24 de abril de 2014 se produjo la tercera -y última- cita de los agentes del CNI con el imán de Ripoll tras una de sus salidas de la cárcel. «Trata de dirigir a sus entrevistadores hacia el foco de Cambrils, del que solo se conoce la existencia de un grupo de narcotraficantes, y alejarse de los entornos yihadistas de Vilanova i la Geltrú. En todo momento, la actitud de Es Satty es de desconfianza hacia sus interlocutores. Es preciso mantener una gran cautela. Es un individuo del que no se tiene ninguna fiabilidad y confianza», señaló el servicio de espionaje. Fue en esa cita cuando el religioso musulmán les hizo entrega de una carta sobre unos hechos en Cambrils en 2008.

El posterior análisis grafopsicológico del CNI dibujó un perfil de un individuo «con una inteligencia alta y con muy buena memoria», al que se le podía considerar como «ceremonioso». Es decir, como una persona propensa «a la insinceridad, al exceso de táctica y a las deliberaciones contaminadas por ideas superficiales» con una tendencia «a la adulación y a utilizar mucha parafernalia en las relaciones». 

A juicio de la persona que examinó el escrito, Es Satty podía «distraerse en cuestiones de fama y presentación, de modo que, se preocupará por su imagen, incluso en el vestir». Un hecho que fue destacado por los agentes en sus informes ya que siempre llegó con buena apariencia a los encuentros con ellos. «Posiblemente sea una persona de éxito en las relaciones sociales-diplomáticas o de representación. Tiene un autocontrol en las manifestaciones de cólera».

Además, el informe incidía en que el imán de Ripoll era una persona «muy independiente, muy observadora y detallista», quien daba la apariencia de parecer «muy seguro de sí mismo», si bien era «una máscara para encubrir su inseguridad». También tenía una capacidad «de discernimiento alto» y era «preciso, capaz y resolutivo», por lo que contaba con «las ideas claras», trabajaba «para él» e iba «por libre debido a su alta independencia». Era un líder en potencia, como se vio luego en la investigación de los atentados yihadistas del 17-A.

Pinche para leer la carta de cuatro folios que El Satty escribió para el CNI en 2014.

Es Satty era una persona «ansiosa, hipersensible y muy controladora», a la par que «ingeniosa e investigadora», aunque podía resultar «pesada» cuando trataba de detallar algo que le pudiera beneficiar. «Es una persona que se aburre en casa, necesita acción. Le gusta la aventura y lo social. Es también pragmático e idealista. El dinero no es su motivación principal. Tendencia al hurto y es un tanto obsesivo», resumió el autor del análisis.

Y al ser un individuo «de una alta inteligencia y mucha memoria», era capaz de «manipular con eficacia» como se demostró tres años después con los jóvenes que le seguían en sus planes terroristas. El CNI hizo un último apunte sobre él: «Si dice que no se acuerda de algo de lo que deba informar, lo más probable es que esté mintiendo».

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