Alarma por las fugas en las prisiones españolas: cinco internos logran huir en dos meses
Fuentes penitenciarias destacan que las últimas evasiones se han producido siempre en centros muy anticuados

La ventana desde la que se descolgaron los dos fugados en Picassent.
Alarma por la sucesión de fugas en las prisiones españolas. En los dos últimos meses, cuatro internos han logrado huir de su centro penitenciario, es decir, saltando los muros de la cárcel, y otro lo ha conseguido durante una salida autorizada a una actividad. La última fuga fue a última hora del pasado martes en la cárcel de Cuenca. El recluso aprovechó que la vigilancia estaba centrada en el área del comedor y las obras en el centro para pasar inadvertido. Saltó el primer muro, accedió al perímetro de seguridad y se valió de los escombros para poder salir de la prisión. Pese a que fue visto por los funcionarios y por la Guardia Civil, no pudieron evitar que el recluso escapase.
Una fuga, la quinta desde el pasado mes de diciembre, cuyas circunstancias ya investiga en una información reservada Instituciones Penitenciarias y que ha despertado cierta preocupación en el citado departamento, teniendo en cuenta las que le han precedido. Un capítulo «anómalo», explican las fuentes consultadas, sobre todo tomando como referencia la estadística sobre fugas de prisión. Desde 2003, según datos oficiales, se han producido 27 evasiones en régimen cerrado. Lo sorprendente, insisten estas fuentes, es que cuatro se han producido en apenas nueve semanas. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Está fallando la seguridad en los centros? ¿Se deberían revisar los protocolos?
Jorge Vilas, delegado nacional de Prisiones de CSIF, explica a THE OBJECTIVE que cuando se produce una fuga nunca obedece solo a una causa, sino «a un conjunto de situaciones, errores, deficiencias…». A su juicio, la concatenación de evasiones es ya «una tendencia» que «viene a demostrar, entre otras cosas, que en el interior de las cárceles hay sensación de impunidad total por parte de los presos, que sienten que si se fugan, no pasa nada». «Regimentalmente, no hay prácticamente sanciones, y la condena judicial después es muy baja. ¿Por qué no intentarlo?», argumenta este funcionario de prisiones.
Prisiones antiguas
Ese no es el único problema, expone Vilas. «Lo segundo es la carencia que existe en medios dedicados a la seguridad de los centros. Ahí entramos en que tenemos un problema estructural en las arquitecturas de la prisión. Cabe destacar que las últimas fugas se han producido siempre en prisiones antiguas. Ninguna es lo que denominamos una cárcel tipo, totalmente nueva o remodelada integralmente. La prisión de Cuenca, de Valladolid, de Picassent (Valencia)… En este último caso, resulta sorprendente que siendo el mayor complejo penitenciario de España no se hayan construido nuevas instalaciones. Solo se han puesto parches, nunca se prioriza la seguridad», critica el delegado del CSIF.
El deterioro de la prisión valenciana fue precisamente en lo que insistieron distintas fuentes penitenciarias del centro después de que dos presos lograsen fugarse poco antes del día de Navidad. Barrotes corroídos o grietas en las paredes… Una serie de deficiencias en las infraestructuras que conocía el propio secretario general de Prisiones, Ángel Luis Ortiz, al haber visitado poco antes la prisión de Picassent, según denunciaron fuentes sindicales. En esta ocasión, los internos se beneficiaron del alboroto que estaba provocando en las celdas un atractivo partido de fútbol, el que jugaban el FC Barcelona y el Atlético de Madrid, para salir de su estancia, el módulo 2, que albergaba a los presos más conflictivos.
Posteriormente, en medio del barullo, los recursos, con condenas por delitos contra la propiedad, se desplazaron a una ventana, hicieron palanca con una barra para forzar los barrotes y se descolgaron de una altura de dos plantas, colgados de una soga que habían fabricado con sábanas. Ningún funcionario, ni penitenciario ni policial, se dio cuenta hasta que los trabajadores de la prisión hicieron el recuento nocturno dos horas después. La Policía Nacional detuvo a uno de los fugados el pasado 5 de febrero en el municipio de valenciano de Burjassot. La detención fue posible gracias al aviso de varios vecinos, que denunciaron que el arrestado estaba golpeando sus puertas e intentando colarse en sus viviendas. El otro interno todavía permanece el paradero desconocido.
Oculto en un petate
La Guardia Civil también busca a Ángel B. M., el preso que logró burlar hasta cuatro controles de seguridad en cuatro módulos distintos en la prisión de Valladolid el pasado 14 de febrero, como publicó El Norte de Castilla. Según la investigación, aprovechando el horario de visitas habría logrado salir del centro oculto en un petate de otro interno, de acuerdo con las imágenes de videovigilancia. Una de las principales incógnitas del caso es cómo pudo conseguir semejante hazaña, lo que solo tiene dos respuestas: por un error de los protocolos o por la ayuda, de presos o funcionarios, que pudo recibir el interno, vinculado al conocido como clan de ‘Los Hilarios’.
Menos llamativa fue la evasión de otro interno en el centro penitenciario de Mas d’Enric, la cárcel de Tarragona, el pasado 23 de enero. Con una condena de 12 años por robo, el interno aprovechó que tenía programada una salida con un trabajador social y un psicólogo del mismo centro penitenciario para desaparecer. Lo llamativo es que esa cita era en una comunidad terapéutica para ayudar al interno con la reinserción una vez obtuviese la libertad. El interno pidió salir fuera del recinto para fumar y aprovechó para marcharse. Los Mossos d’Esquadra lo buscan desde entonces.