El colmo: el CNI dice que 'El Lobo' nunca fue miembro del servicio
Tras 50 años de la infiltración más exitosa en ETA y vivir 50 años escondido, Mikel Lejarza no se merece este ataque

Mikel Lejarza en una entrevista concedida a Fernando Rueda.
Mikel Lejarza, El Lobo, «nunca ha sido miembro del Centro Nacional de Inteligencia, como remarcan a la SER fuentes del servicio de inteligencia español. Ha sido colaborador, pero no un agente de plantilla». La afirmación del servicio secreto –ellos prefieren decir servicio de inteligencia, es menos oscurantista– a los compañeros de la Ser me dejó estupefacto, tanto como muchas de las desinformaciones que lleva un mes lanzando el presidente Donald Trump.
El colmo es leerla precisamente en el año en el que se cumplen 50 de su infiltración en ETA, la más exitosa de un espía, con más de 150 detenciones. También es el colmo que tras 50 años de servicio al Seced-Cesid-CNI, que son lo mismo aunque con otro nombre, afirmen públicamente que «nunca ha sido miembro del CNI», que nunca ha sido «un agente de plantilla». Podría limitarme a decir que son unos desagradecidos, pero voy a ir más allá: mienten. Y además intentan que nos creamos sus mentiras.
Tras escribir sus biografías Yo confieso y Secretos de confesión con Roca Editorial, de gran éxito, por cierto, lo que constata el aprecio que le tiene la gente normal, Mikel y yo hemos pasado recientemente una temporada algo distantes; más bien enfadados. El tiempo lo curará todo, pero como conozco con bastante detalle su vida, quiero aclarar una situación que ya he adjetivado en el párrafo anterior.
Hacienda le ha quitado a Mikel y su familia la única posesión que tenía, una casa, lo que le ha llevado a meterse en un lío personal y judicial con el comprador. Desvelada la noticia en la Ser, se supo que Mikel había alegado que seguía vinculado al CNI. El servicio secreto entró al trapo con celeridad, no le bastó con negar que siguiera siendo un miembro «activo» del CNI, que «activo» evidentemente ya no lo es, sino que su portavoz soltó eso de que nunca lo había sido, que fue un colaborador pero no estuvo en plantilla.
¿Se avergüenza el CNI de él?
¿Se avergüenza el CNI del agente que puso el nombre del servicio secreto en los altares de la gloria de la lucha antiterrorista? ¿De verdad quieren que pase a la historia como un «colaborador» más? ¿Es que les cuesta tanto dar las gracias a los hombres y mujeres que lo dan todo, arriesgando su vida, por el servicio y el interés de España?
He hecho muchos viajes por todo el país promocionando en solitario los libros citados, porque El Lobo no podía aparecer en persona. Él entraba por teléfono, y me conmovía que la gente se emocionara con solo oír su voz. Él siempre defendía a su servicio, por el que había dado la cara tantas veces, y el público abandonaba los actos pensando que el CNI no era lo que muchas veces aparece en las noticias de prensa, esa TIA de los tebeos: era un servicio con hombres y mujeres abnegados que lo daban todo.
El Seced, el antecesor lejano del CNI, fichó a Mikel para infiltrarle en ETA, y en lugar de meterlo en nómina, le prometieron convertirlo en inspector de Policía en un documento firmado por autoridades policiales de Bilbao y Madrid. El éxito de la misión fue del servicio secreto, las medallas se las pusieron sus jefes, pero, ah, era un colaborador, no alguien que estuviera en nómina. ¡Manda narices!
Sí estuvo en nómina del servicio secreto
De 1983 a 1985, Mikel fue contratado por el servicio secreto, llamado entonces Cesid. Lo siento, pero sí estuvo en nómina. De hecho, hasta le hicieron un examen, una prueba de aptitud, estuvo trabajando en la sede central y luego le destinaron a Salamanca y posteriormente a México. Obviamente, el portavoz del CNI se ha olvidado de esos años.
Tras regresar de México, Mikel se cabreó con Emilio Alonso Manglano, el director, y dejó voluntariamente el puesto. Se fue a vivir a Barcelona y allí apareció tempo después un alto mando del servicio, Santiago Bastos, quien le pidió que regresara porque lo necesitaban: había que acabar con Terra Lliure e impedir que Antena3 radio y televisión cayera en manos de Mario Conde, muy temido a principios de los años 90. Mikel no quería volver a tener dependencia del servicio y se convirtió en agente negro, alguien que va por su cuenta, obedece órdenes y cobra en negro. Una decisión que benefició enormemente al Cesid: cuando la Policía descubrió el entramado de espionaje que habían montado contra algunas destacadas autoridades catalanas, le detuvieron junto a su equipo.
Ante el juez negó trabajar para el Cesid, una forma de protegerles, aunque no le creyó. Desde el juzgado mandaron un escrito al servicio preguntando si estaba en nómina y contestaron que no. Salvados. Pero ese no estar en nómina no suponía que no hubiera estado trabajando para ellos hasta conseguir el gran éxito de acabar con Terra Lliure y evitar el desembarco de Mario Conde en la televisión. Nadie de los que estaba en nómina hizo esos trabajos, los ejecutó un agente negro, alguien a quien ellos despectivamente llaman «colaborador», como si fuera alguien de segunda categoría, muy lejano del servicio.
En el año 2010, el entonces director del CNI, Félix Sanz Roldán, le impuso una medalla en la sede central y sus palabras cariñosas se pueden resumir en cuatro: «Esta es tu casa».
Negar a Mikel Lejarza, uno de los símbolos del espionaje español, es algo que no entiendo y me temo que, como yo, una gran parte de los españoles que están orgullosos de sus éxitos y de los del servicio. Esos españoles saben que tras el mayor zarpazo de la historia a ETA, Mikel lleva 50 años obligado a vivir escondido. Después de todo lo que ha hecho y sufrido, no es justo que intenten manipular a la gente diferenciando entre el valor de un agente en nómina y otro que no está. Si piensan que se ha equivocado díganselo, si hace falta con energía, pero no ataquen de esta manera a un héroe del espionaje. Soy uno de los millones de españoles que les decimos que no se lo merece.