Los duros testimonios de las limpiadoras de Barajas: «A una compañera le tiraron heces»
Una trabajadora ha declarado en los juzgados tras ser agredida por un sintecho. «Ocurre cada día», denuncia el colectivo

Destrozos provocados por los sintecho en los baños del aeropuerto. | TO
La crisis de los sintecho en el aeropuerto de Madrid-Barajas sigue sin visos de solución. Mientras la bronca política entre las administraciones —Ayuntamiento de Madrid, Comunidad y Aena— se recrudece, el escenario en las cuatro terminales, en las que pernoctan más de 400 personas sin hogar, sigue siendo el mismo. Los controles en los accesos impuestos por la gestora aeroportuaria para limitar la presencia de indigentes apenas han tenido efecto, en gran parte por la negativa de los vigilantes de seguridad; y el temor entre los trabajadores, tras distintos capítulos violentos protagonizados por algunos sintecho, sigue in crescendo. Sobre todo, entre el colectivo de limpiadoras, que vive esta realidad a diario en todas las instalaciones del aeropuerto.
Es lo que relata Fernanda Correia, limpiadora y presidenta del comité de Unión Sindical Obrera (USO) en el aeropuerto madrileño. Correia narra distintos capítulos violentos e incluso agresiones que han padecido algunas trabajadoras. La última fue el pasado 8 de marzo, cuando una limpiadora entró en un baño para personas con movilidad reducida para adecentarlo y se encontró allí con un hombre que estaba durmiendo. «Ella le pidió que saliese, pero él, alterado, se negó, le escupió y le tiró sus propias heces a la cara, que la mujer pudo esquivar, terminando finalmente en su ropa. Todo mientras le amenazaba de muerte», cuenta la portavoz de USO.
A otro trabajador, según cuenta, «le han destrozado la cara». «Al final, este tipo de sucesos ocurren todos los días, trabajamos con mucho miedo. Esto tiene que acabar». Una de las limpiadoras agredidas por un sintecho declaró precisamente hace una semana en los Juzgados de Plaza de Castilla, tras denunciar la agresión. En una entrevista con Efe, contó «que trabajaba con mucho estrés y mucho miedo» porque los indigentes «hacían lo que les daba la gana, creyéndose que el aeropuerto es suyo». Fernanda Correia revela que la empresa que subcontrata la limpieza en las terminales está facilitando asesoramiento jurídico a todos los empleados que han padecido estas situaciones en el aeropuerto en los últimos meses.
Reclaman un protocolo de seguridad
«Esto es una mafia, pero no son inmigrantes como se está diciendo. La mayoría son españoles. Aquí hay prostitución y muchas drogas. Se pasa mucho miedo», revela otra limpiadora a este periódico, que prefiere no revelar su identidad por miedo a represalias. «Nos han dicho que no podemos hablar». Estas trabajadoras conocen bien lo que ocurre en cada rincón del aeropuerto y especialmente a quienes lo habitan. No solo deben recoger los destrozos que provocan, algunos de ellos, en las instalaciones, como puede verse en las imágenes. Las limpiadoras también son las encargadas de levantarlos de madrugada, sobre las 04.00 horas, antes de que los primeros viajeros lleguen al aeropuerto. Ocasiones, manifiestan, en las que se viven momentos de tensión.
«Hay un operativo de seguridad y limpieza para despertarles a esa hora y limpiar todas las zonas en las que están. Muchos se enfadan, te gritan y te dicen que ninguna casa se limpia a las cuatro de la mañana. Al final, nosotras estamos haciendo nuestro trabajo, las instalaciones tienen que estar limpias», cuenta Fernanda Correia. Para evitar altercados como los de los últimos meses, su sindicato ha reclamado a Aena que implante un protocolo para los trabajadores del aeropuerto siempre vayan en grupos de dos; y durante la noche, en los levantamientos para la limpieza, que siempre estén presentes vigilantes de seguridad y un mando intermedio.
Bronca política
En cualquier caso, la presencia de sintecho en las zonas públicas del aeródromo de la capital española no es algo nuevo. De hecho, hay muchas personas que viven desde hace años en las instalaciones. En julio de 2024, la Policía Nacional identificó a casi 200 sin techo en la T4. Por este motivo, Aena, dependiente del Ministerio de Transportes, quiso atajar el problema en marzo con un protocolo de vigilancia, aunque nunca llegó a ejecutarse. «Iba a tener varias fases y se iban a encargar vigilantes de seguridad con apoyo de policías. Se suponía que a partir del 6 de marzo se iba a cerrar la Terminal 4 desde las 23.00 a las 05.00 horas, pero al final no salió adelante», detallan las citadas fuentes. «Hasta que no se cambie el reglamento, no cambiará nada».
Según cuenta ASAE, el principal sindicato de trabajadores de Aena, todas las administraciones conocían este problema desde hace meses, mucho antes de que saliesen las primeras noticias sobre el sinhogarismo en el aeropuerto y de la psicosis entre trabajadores por la insalubridad y la proliferación de insectos. Desde entonces, las posturas de unos y otros se han ido alejando y mezclando con acusaciones sobre sus competencias, sin llegar a ningún tipo de acuerdo. Desde Aena insisten en que la competencia es del Ayuntamiento de Madrid, al que han remitido un «requerimiento legal» para que atienda las necesidades de las personas sin hogar.
Querella contra Interior
El consistorio madrileño se resiste a hacerse cargo. Al igual que otros municipios de la Comunidad de Madrid sobre los que también recaería la atención social y de acogida de estos ciudadanos. José Luis Martínez Almeida señaló la semana pasada que este no era un problema que se resolviese «por la vía judicial». «Se están equivocando y, además, ignorando lo más importante que son las personas que están en ese aeropuerto y que requieren ayuda», manifestó el primer edil.
Este lunes el sindicato Manos Limpias ha presentado una querella contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, Aena y el presidente de la gestora aeroportuaria, Maurici Lucena, por una supuesta dejación de responsabilidades respecto a la crisis de los sintecho. En la denuncia, el colectivo de funcionarios atribuye a los querellados delitos contra la seguridad nacional, prevaricación y omisión del deber de perseguir delitos.